Ganas de gritar
Aún sigo leyendo a innumerables personas (casi todas simpatizantes del P.S.O.E.) promover el voto para su partido. No importa que Rubalcaba tenga un patrimonio de un millón de euros, ni que su partido haya dejado de ser socialista y obrero, y tampoco importa que su estimado gran político sea íntimo amigo del magnate mexicano Carlos Slim. Es una casualidad (perdón; fruto de su trabajo y de su valía) que Felipe González sea asesor de Gas Natural, que Barclays fiche a Solbes, y que en León abra sus puertas el instituto Confucio. Apenas si cabe la duda sobre la bondad del G.A.L. para salvar a la patria, o la posibilidad de declararse como emisario humanitario en Afganistán. ¿Qué más da que su compañero y rey de España les promocione en Arabia Saudí, Qatar o Kuwait?. No tiene importancia que los bancos que le financian lo hagan con dinero robado al pueblo, ni que luego esos mismos bancos reciban compensaciones por su altruismo imperecedero. Reciben con entusiasmo la existencia de medios de comunicación independientes como los concernientes al grupo PRISA, en cuyo consejo de administración están honorables ciudadanos estadounidenses como Nicolas Berggruen y Martin E. Franklin, que pueden sumar entre ambos su pertenencia a otros 100 consejos repartidos en todo tipo de industrias.
Irrelevante les resulta que el poder se gestione sobre un bipartidismo pactado, o que su contribución a la democracia sea igual a cero. Y palidezco pensando que millones de personas acudirán a las urnas otorgando su confianza a una banda de individuos que podría ser condenada por atentar contra la humanidad, y contra los principios básicos de cualquier pensamiento no ya de izquierdas, sino de sentido común. Pero la justicia también forma parte de todo este engranaje maldito que nos arrincona y nos cierra las puertas a cualquier solución pacífica.
Hoy, podría pedir ayuda a algún jurista, a algún abogado del estado, a alguien con sentido de la equidad y de la bondad, para ver qué posibilidades habría para someter a juicio decisiones como la tomada por José Luis Rodríguez Zapatero, por engañarnos, por estafar el bien común, y por apostar por la guerra y la lucha armamentística. Denunciar públicamente que el escudo antimisiles de la O.T.A.N. a instalar en Rota no es para desarrollar las capacidades de defensa de la alianza contra supuestos ataques enemigos, sino para promocionar el miedo y seguir incorporando en sus políticas el devenir de un mundo y de un sistema arropado en su suculenta autofinanciación al precio que sea. La base de Rota no está diseñada para detener ningún misil lanzado desde Irán, sino para ser un centro neurálgico favorecedor de incursiones bélicas allí donde las tropas norteamericanas lo precisen.
¿Cómo es posible, que todavía haya quien desee dejar el voto para este grupo de políticos que están compitiendo por defender con uñas y dientes los intereses del capital y estén hundiendo en la más absoluta de las miserias a millones de personas en el mundo?
No existe posibilidad alguna de que algún organismo neutral, o algún tribunal competente nos salve de la maldad y del dolor. No existe. Y esta propia realidad, va a propiciar la llegada insurgente de un pensamiento crítico y rebelde, que dará paso no a una revuelta, sino a una lucha que ya no cesará.
No podrá ser ahora. Pero llegará. Y ni todas las bases militares del mundo podrán apagar ese grito.
P.D.: Estas palabras están escritas en contestación a una pequeña parte de la realidad política socialista. Si hiciera lo propio con el ideario del Partido Popular, es posible que no pudiera detener mi grito.