Una de las más lúgubres maniobras de nuestras democracias es convertir la búsqueda de la verdad en delito y, de paso, hacer creer que las reflexiones que emanan de esa búsqueda sean consideradas subversivas o radicales.
Un mejor amante no es quien mayor placer proporciona (para eso también está el dinero). Es aquél que tiene la virtud de irse…, cuando ya no hace falta.