Una de las más lúgubres maniobras de nuestras democracias es convertir la búsqueda de la verdad en delito y, de paso, hacer creer que las reflexiones que emanan de esa búsqueda sean consideradas subversivas o radicales.
Admitir que la política financiera siga tutelando nuestras vidas es como pretender eliminar la corrupción contratando a los sicarios de la mafia. (Asedia el congreso, y ocupa tu silla).