Una de las más lúgubres maniobras de nuestras democracias es convertir la búsqueda de la verdad en delito y, de paso, hacer creer que las reflexiones que emanan de esa búsqueda sean consideradas subversivas o radicales.
¿Y si fuera exactamente al revés? Alguien enamorado solo ve dos ombligos, confía ciegamente en su próxima y exclusiva dosis de placer, y su percepción del mundo se focaliza en un trocito tan pequeño de realidad que el resto de la humanidad (y lo que a ella le suceda) le importa un pimiento. ¿Qué concepto de bondad natural puede vendernos alguien en ese estado cicatero?
Nunca aprecié a los enamorados; me gustan los que aman.
20 septiembre, 2013 en 1:06 PM
¿Y si fuera exactamente al revés? Alguien enamorado solo ve dos ombligos, confía ciegamente en su próxima y exclusiva dosis de placer, y su percepción del mundo se focaliza en un trocito tan pequeño de realidad que el resto de la humanidad (y lo que a ella le suceda) le importa un pimiento. ¿Qué concepto de bondad natural puede vendernos alguien en ese estado cicatero?
Nunca aprecié a los enamorados; me gustan los que aman.
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