Una de las más lúgubres maniobras de nuestras democracias es convertir la búsqueda de la verdad en delito y, de paso, hacer creer que las reflexiones que emanan de esa búsqueda sean consideradas subversivas o radicales.
Las redes sociales nos quieren hacer creer que nuestra zona de influencia se extiende sin límites. Pero en realidad, lo que se extiende es nuestra inseguridad, y lo que se limita…, nuestra libertad.