Un dominio propio

Una de las más lúgubres maniobras de nuestras democracias es convertir la búsqueda de la verdad en delito y, de paso, hacer creer que las reflexiones que emanan de esa búsqueda sean consideradas subversivas o radicales.

El arte de la televisión impúdica

5 comentarios

Jordi Évole y su Operación Palace

Pasaron dos minutos y mi dolor de espalda se agudizó. “El espectáculo teatral de la política” se quedó pequeño ante la lamentable distracción mediática que pudo ofrecer Jordi Évole la noche del 23 de febrero de 2014.

Quiero pensar que su equipo de trabajo se reunió varias veces para crear un golpe de efecto, y así poder ofrecer al espectador un digno trabajo, procurando por un lado satirizar la desinformación con que se han tratado todos los acontecimientos que rodean el golpe de estado de 1981 y, por otro, regalándonos nuevos modos de hacer (periodismo).

Como todos sabemos, el presentador de “Salvados” pretende acercar la realidad política y social gestionando  diferentes acontecimientos que puedan arañar las vestiduras al interminable número de desvergonzados políticos o gestores que se pasean por las grandes avenidas españolas. Es decir, intenta presentar discursos críticos que empaticen con millones de ofuscados ciudadanos, cansados de telediarios e informativos vomitivos que nos tratan como infantes de guardería.

Hay quien piensa que Operación Palace ha sido una apuesta periodística de gran calado. Pero como toda apuesta, estaría bien reflexionar sobre los resultados que ha conseguido.

La publicidad y el bombardeo informativo previo a la emisión del programa, solo han podido conseguir  lubricar aún más mis neuronas, que se han filtrado sin esfuerzo alguno por los terrenos más escabrosos de mi ya congestionado cerebro. El documental es una parodia burda, que ha contado con la colaboración de diferentes personalidades de la política y del mundo de la comunicación.

Photo by Joséluis Vázquez Doménech

Photo by Joséluis Vázquez Doménech

Muchos somos quienes estaríamos celebrando la osadía de algún periodista que contraatacara y pusiera las cosas en su sitio, es decir, procurando desvelarnos del tedio y la mentira, y ayudarnos a lidiar con la búsqueda de la verdad.

No significa ello que esperáramos una reconversión periodística cuando se trata de hablar sobre el rey y sus correligionarios, pero sí algún atisbo alejado de la mediocridad.

Las consecuencias son un duro golpe para Jordi y su reputación. Quienes nunca le vieron con buenos ojos, seguirán ajenos a su trabajo. Pero muchos de quienes apostaban por su “valentía”, darán un paso atrás, precisamente por no haber sido valeroso, por escondernos la información que muchos podrían estar esperando, y por regresar al escenario televisivo con un carnaval de prime-time que le dará más de un dolor de cabeza.

Es lógico que en sus primeras manifestaciones haya dejado caer que muchos nos sentiremos engañados. Pero deberá saber que no es esa la reacción que más nos ha sobrevenido. Estamos cansados de que “lo progre” se manifieste con tanto descaro, y de que se constate sin pudor que el show televisivo vale más que la calidad y el trabajo bien hecho.

Hay muchas maneras de hacer un buen trabajo periodístico, pero he de hacer constar sin reparo alguno que este experimento ha sido un fiasco. Nos dirán que de fondo había una clara intención para que los espectadores despertáramos, ante los usos y abusos que perpetra el periodismo de bandera, y estemos atentos…, a cómo se nos puede engañar desde los diferentes medios y modos informativos.

Pero la pregunta y las dudas perviven del mismo modo. Nada ha cambiado, salvo el nuevo éxito de audiencia. ¿Qué sucedió ese fatídico día? ¿Quién va explicar de una puñetera vez la farsa, la cómica transición que ha vivido España?. El debate posterior no aportó nada nuevo. Sí aportó lo que temíamos con las palabras y la presencia de Eduardo Sierra.

Le recomiendo a Jordi (y a todos en general) este corto – Los Encargados- , que en cinco minutos aclara más dudas y contribuye más a la información y al arte que esta su “insalvable” peripecia.  Mejor le hubiera venido haberlo proyectado, e invitar a su programa a Jorge Galindo y Santiago Sierra. Nuestras neuronas hubieran agradecido el detalle.

Los Encargados

«Cuando el gobierno viola los derechos del pueblo, la insurreción es para el pueblo, y para cada porción del pueblo, el más sagrado de sus derechos y el más indispensable de sus deberes.»

Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano

—París, 23 de junio de 1793

Y para quien no pudo ver Operación Palace, el enlace

http://www.atresplayer.com/television/noticias/lasexta-noticias/especiales/temporada1/capitulo-1-operacin-palace_2014022100224.html

Publicado en Iniciativa Debate

http://iniciativadebate.org/2014/02/24/el-arte-de-la-television-impudica/

5 pensamientos en “El arte de la televisión impúdica

  1. «Nos dirán que de fondo había una clara intención para que los espectadores despertáramos, ante los usos y abusos que perpetra el periodismo de bandera, y estemos atentos…, a cómo se nos puede engañar desde los diferentes medios y modos informativos»

    y TE PARECE POCO…

    Pues ya veo lo que da de sí quedarse en la superficie…En fin…

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    • Si, me parece poco. Porque exijo del periodismo, del arte, de la sociología, y de cualquier disciplina, una seria confrontación con la Historia, y con la realidad que nos rodea. Solo pensar que miles de personas iban viendo el documental y se lo iban creyendo, dice mucho de la situación actual de la Sociedad de la Nación. Y siendo cierto que así nos va, más razón para que en lugar de jugar con falsos documentales, explicara o fuera al fondo de la cuestión despejando las incógnitas necesarias. Recuerdo que Jordi Évole es el director de orquesta de «Salvados», no el próximo entrevistado de «Metrópolis» por su magistral idea conceptual de cómo despertar conciencias. Un saludo, y gracias.

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  2. Siempre que algo nos ofusca hasta el punto de recordarnos que tenemos entrañas hay que buscar el silencio que nos permita contestar a un par de preguntas: ¿me habré perdido algo? ¿estará realmente el motivo de este desagradable ardor visceral más allá –por citar a Escohotado- de los límites de mi propia piel?

    Solo por haber conseguido que todos hayamos vuelto la mirada hacia un hecho histórico que pudo haber jodido la vida de varias generaciones, el programa de Évole ya es todo un éxito. Si yo acampara en el autocomplaciente territorio de las redes sociales (yo-mi-me-conmigo-dale-please-al-me gusta) agradecería un estímulo (de la naturaleza que sea) como ese.

    Yo se lo agradezco.

    Pero el artefacto periodístico que pudimos disfrutar el domingo no es solo el toque de atención del bufón, que también. Fue la herramienta perfecta para sugerir sendas que -dada la ocultación de información a la que estamos sumisamente sometidos- de ningún otro modo se pueden recorrer. Animo a los perezosos de ánimo a pensar en esa surrealista reunión del Palace como el remedo de otra muy poco publicitada en la que participaron todos los estamentos del ‘estado’ (incluídos ‘probos’ nacionalistas, militares ‘bienintencionados’ y la oposición de ‘izquierdas’; todos menos Suárez).Y sí, sospechosamente anterior al 23F. El programa también alumbra la vulnerabilidad informativa del ciudadano y lo sitúa (si todavía conserva un vestigio de mirada autocrítica) frente al espejo de su condición de inane eslaboncito de la cadena. Por último -y no menos importante- muestra la inquietante ambigüedad de esos personajes que lo mismo son periodistas, políticos o altos funcionarios… ¡que actores!

    ¿En qué puede creer uno?¿ Y a quién? ¿Depende del momento, de las circunstancias?¿Las fuentes confiables pueden dejar de serlo? ¿Cómo nos daremos cuentas de que, precisamente, han dejado de serlo? ¿Hay algún lugar seguro donde podamos acudir en busca de la irrefutable VERDAD? ¿Sabe alguien a qué huele la manipulación? Que el buen dios de la biomecánica bendiga a cualquiera que nos haga preguntar-nos.

    Un abrazo,

    Ps1: Jordi Évole sí cometió un acto de manipulación discutible en el debate posterior (para mí, en contra de tu opinión amigo Joséluis, jugoso y útil). Colocar al ex-ministro Serra (intelectualmente poco ágil y demasiado tenso en su papel de defensor de la posturas oficialistas) frente a dos lenguas poderosas y bien entrenadas como las de Biurrun y Gabilondo, fue la forma ladina de decantar la charla desde el principio. Hacia su lado, claro.

    Ps2: ¿tan rápido ha olvidado casi todo el mundo lo que era/es realmente Jordi Évole? Efectivamente: empieza por FOLLO y acaba en NERO. Incluso R.E.M. le dedicó una canción:

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    • Buenos días! En primer lugar, gracias por deleitarnos con el tema musical.
      Vamos por partes. Creo que la «habilidad» de prospección de dicho programa nos lleva más allá de nuestra propia posibilidad de comprensión de nuestras mentiras (nuestras justificables verdades). Lo admito. Ahora bien, ¿En quién pensamos? ¿En todas aquellas personas que piensan que el rey ha salvado España en un arduo trabajo de mil y una batallas esperpénticas, o en aquellas personas que están cansadas de esos discursos inanes y barriobajeros con los que sacuden nuestras conciencia día si, y día también?. Que todos somos vulnerables a la información es, hoy en día, más cierto que nunca. Pero ello no es óbice para darle prestigio a un programa que esconde su enorme fragilidad en el objetivo de su propio fin. Es decir, ¿somos un programa de investigación, o somos la reiteración de un engaño televisivo?. Yo no creo en Jordi, ni en la sexta, creo más en tí, pero aún así seguiré rastreando, no para dar con esa irrefutable verdad, sino para seguir buscándola. En Operación Palace no hay ninguna intención de esa búsqueda, solo fuegos de artificio. En cuanto al debate, quizás deberíamos de replantearnos todos que no necesitamos en ninguna tertulia ni en ningún programa esa especie de «circo mediático» donde siempre han de enfrentarse dos bandos. Basta con llevar gente competente que apueste por un modelo informativo coherente. Ya comenté (como tú lo has hecho, lo que supone la presencia de Eduardo Serra). Y para mi, Gabilondo no representa lo que yo entiendo por un buen informador. Nunca ha sido capaz de demoler al PSOE (cuando ha habido miles de razones para ello desde el año 1974, en el que tuvo lugar el maravilloso Congreso de Suresnes). Es decir, nunca ha mordido a la mano que le dio de comer, excepto cuando se lo ha podido permitir por los cambios editoriales y de dueños que se han ido sucediendo éstos últimos años. Así, ha sido en estos años cuando se ha desempolvado un poco, pero no me convence. Hay cientos de personas que podían hacer temblar los cimientos en esa tertulia, y él, desde luego, nunca formará parte de ese grupo. Muchas gracias por tu presencia, y hasta pronto. Un abrazo, joséluis

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  3. Lo cómico es que la historia podría haber sido tal y como la cuenta Évole. La realidad que vivimos es un falso documental que nos escriben a diario y en el que todos colaboramos de alguna manera para dar forma al guión. Lo real, es que esas miles de personas que se creyeron lo que vieron, son el pueblo soberano que mañana depositará su voto y decidirá que compañía de actores nos colará su «verdad» en los próximos cuatro años. La realidad, nos guste o no, es esa, la VERDAD no la sabremos nunca . Évole nos lo ha puesto delante de las narices en horario de máxima audiencia.

    Gracias y un saludo.

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