Una de las más lúgubres maniobras de nuestras democracias es convertir la búsqueda de la verdad en delito y, de paso, hacer creer que las reflexiones que emanan de esa búsqueda sean consideradas subversivas o radicales.
La fotografía me inquieta mucho más que los sueños. Sobre todo si consideramos que casi nunca me acuerdo de éstos, y casi siempre me desvelo con mi cámara.