Una de las más lúgubres maniobras de nuestras democracias es convertir la búsqueda de la verdad en delito y, de paso, hacer creer que las reflexiones que emanan de esa búsqueda sean consideradas subversivas o radicales.
La pornografía delinque contra el pudor, y aun siendo propio del deseo infringir las normas, el deseo de amor se erotiza, para celebrar las normas de la ética indolora.
12 marzo, 2014 en 9:47 PM
Qué miradas a través de tu mirada!
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