Una de las más lúgubres maniobras de nuestras democracias es convertir la búsqueda de la verdad en delito y, de paso, hacer creer que las reflexiones que emanan de esa búsqueda sean consideradas subversivas o radicales.
Si como dices…, lo contrario del olvido es el amor, quizás deberíamos empezar a pensar que la memoria es el fraude del enamoramiento. (Gracias Marta, por la noches poéticas)
20 julio, 2014 en 11:33 PM
Quizás debería recordad que las palabras resorte que me enamoraron, sólo fueron fantasía dispersa que cubrió las oscilantes dunas de la indiferencia…
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