Un dominio propio

Una de las más lúgubres maniobras de nuestras democracias es convertir la búsqueda de la verdad en delito y, de paso, hacer creer que las reflexiones que emanan de esa búsqueda sean consideradas subversivas o radicales.

Manuel Delgado

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El Animal Público

Fragmentos…

«Una multitud de desconocidos que pasean por las calles , que conversa, que hacen sus compras, que van o vienen del trabajo, aparece unida en la telaraña de la rutina; esta vida en común es inferior a la vida real que acontece dentro de cada una de las personas que componen la muchedumbre. Tal oposición delata esa enfermedad del alma que es el aburrimiento…: ahí fuera no hay nada que sea digno de mi». R. Sennet, La conciencia del ojo

El outsider, el amante, el artista, el adolescente, el extranjero, el rebelde sin causa en general…, son seres del rizoma, viajeros interestructurales, tipos que viven lo mejor de su tiempo en communitas. Son nadas caóticas e hiperactivas, entidades anómicas con dedicación plena, personajes que vagan sin descanso y desorientados entre sistemas. Aturden el orden del mundo al tiempo que lo fundan. El imaginario social dominante hace de ellos mostruos conceptuales destinados a inquietar y despertar un grado de alarma variable.

Manuel Delgado, «El animal público», Editorial Anagrama, Barcelona, 1999 

Photo by Joséluis Vázquez Doménech

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