De esperanzas se nutren las grietas del alma
… ¿Sabes, Eva, lo que es tener esperanza?
Sí, creo que sí.
Escucha, Eva, la esperanza es algo muy extraño. Puedes andar una mañana por un camino con la esperanza de encontrarte con alguien a quien amas. ¿Y te encuentras con ese alguien? No. ¿Por qué no? Porque la persona está ocupada esa mañana y se halla en otra parte…
Conocí a un viejo lapón ciego arriba en la montaña. Llevaba cincuenta y ocho años sin ver, y tenía ya más de setenta. Le parecía que veía un poco más cada día, progresaba constantemente, opinaba él. Si no hubiera contratiempos, sería capaz de vislumbrar el sol al cabo de algunos años. Seguía teniendo el pelo negro, pero sus ojos eran completamente blancos. Sentados en su choza me hablaba de todo lo que había visto antes de quedarse ciego. Era duro y sano, carecía de sentimientos, y mantenía la esperanza. Al marcharme me acompañaba fuera y señalaba en todas las direcciones. Allí está el sur, decía, y allí el norte. Primero va en esa dirección y cuando haya bajado un trecho de la montaña, gira hacia ella, decía. ¡Correcto!, respondía yo. Entonces el lapón se reía satisfecho y decía: Fíjese, eso no lo veía hace cuarenta o cincuenta años, de manera que ahora veo mejor que entonces, todo mejora. Se agachaba y volvía a meterse en su choza, su eterna choza, su hogar en la tierra. Y volvía a sentarse delante del fuego, como antes, lleno de esperanza de que pasados algunos años sería capaz de vislumbrar el sol…
Eva, la esperanza es algo muy singular. Yo, ahora, por ejemplo, nutro la esperanza de olvidarme de la persona con la que no me encontré esta mañana en el camino.
Hablas de un modo muy extraño.
Hamsum Knut, Pan