Una de las más lúgubres maniobras de nuestras democracias es convertir la búsqueda de la verdad en delito y, de paso, hacer creer que las reflexiones que emanan de esa búsqueda sean consideradas subversivas o radicales.
Ni la imposibilidad de negar la realidad obstruye el camino a quien desea transitar por sus delirios. El peligro llega cuando en cada episodio guardamos «balas en la recámara» para sustituir el discurso aniquilado.
Quién transita por sus delirios, fabrica su realidad a su modo y manera, sin apenas justificación…L@s demás ansiamos encontrarla, mas no existe… el odio lo abarca todo.
21 julio, 2014 en 12:19 PM
Quién transita por sus delirios, fabrica su realidad a su modo y manera, sin apenas justificación…L@s demás ansiamos encontrarla, mas no existe… el odio lo abarca todo.
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