Rage against the machine
La máquina es esa artillería incansable que no cesa en sus acciones vergonzosas y vejatorias. La rabia florece en nuestro interior cada vez que nos vemos obligados a soportar el desenfreno de la estupidez y la prepotencia.
El alcalde Valladolid Francisco Javier León de la Riva ha efectuado estas declaraciones a Onda Cero…
“Una mujer joven tiene que cuidar dónde va”
En sus declaraciones a la emisora, recogidas por Europa Press, el regidor vallisoletano se refirió a una denuncia por violación no resuelta en la ciudad para decir que “a veces a las seis de la mañana una mujer joven tiene que cuidar por dónde va”.
«El peligro de los ascensores para los hombres
Luego ha complicado aún más al asunto al hablar del riesgo para los hombres a la hora de entrar en un ascensor con mujeres. Aseguró que a él personalmente le da “cierto reparo” entrar “depende con quién” en un ascensor porque “entras en un ascensor, hay una chica con ganas de buscarte las vueltas, se mete en el ascensor, se arranca el sujetador y sale dando gritos de que la han intentado agredir”.
No puede haber “un policía en cada parque”
En cuanto a la denuncia de violación en un parque de la ciudad no resuelta aún el alcalde ha argumentado que el Ayuntamiento no puede “poner a un policía en cada parque de la ciudad”
Y yo no puedo dejar de manifestar mis impresiones ante tamaña insensatez.
Excesivas veces nos vemos obligados a callar la boca, para no dirigir nuestras palabras hacia quienes están haciendo de este mundo un árido desierto sin luz ni horizonte, solo habitable para hombres sin escrúpulos, violadores de la concordia y la tranquilidad.
Resulta dantesco escuchar expresiones de este tipo, pero más lo es cuando quien habla es un representante de las voces de muchos ciudadanos (aunque a veces uno comienza a pensar que sus representados colman su dicha cada vez que les votan – es alcalde de Valladolid desde 1995 -).
Las políticas contra la violencia de género nunca verán resultados positivos si somos incapaces de fumigar de la sociedad comportamientos de este tipo, que calan en la sociedad más de lo que podríamos imaginar. Toda política debería encauzar obligatoriamente sus pasos mostrando desde el ámbito judicial la contundencia necesaria para no permitir en ningún caso infracciones de este tipo. Porque ante todo, estas declaraciones son constitutivas de delito, y a pesar de que nuestras leyes o nuestros tribunales no lo consideren así, nosotros hemos de acometer contra ello con total nitidez.
Si la justicia no nos representa en nuestra lucha por la dignidad de todas las personas, estamos en la obligación de hacer constar que este individuo es ingrato, cuando menos indeseable, y que está fuera de toda conciliación por una sociedad igualitaria y solidaria con el universo femenino. Desde aquí, mi total repulsa, y mi adscripción a la lucha para desterrar semejantes barbaridades.