Una de las más lúgubres maniobras de nuestras democracias es convertir la búsqueda de la verdad en delito y, de paso, hacer creer que las reflexiones que emanan de esa búsqueda sean consideradas subversivas o radicales.
Después de escuchar el último debate y atender los discursos de Pedro y Mariano, dos son las consecuencias directas que emanan de tamaña aventura; la primera, salir corriendo, y la segunda, salta a la vista!