Pablo Iglesias se sincera: «Hemos cometido muchos errores, como no explicar bien algunos elementos de nuestro programa». Y del mismo modo también se acoge a ese «latiguillo» de constante repetición que han manifestado todos los políticos estos últimos cuatro años. Por lo visto, ellos tampoco han sabido expresarse bien con la ciudadanía, de ahí el bajón que les dan en las encuestas.
Yo he de decirle que le comprendí muy bien desde el primer momento, y que siempre se han caracterizado por explicarse muy bien. Puedo comprender que en el juego político exageren y escondan sus cartas, pero me resulta indigesto que nos hagan creer que, después de estudiar detenidamente cada aparición en público, sea tan sincera esa muestra de lucidez.
Creo que casi todo falla cuando se intenta vender gato por liebre. Y en este caso tiene recochineo la cosa, porque éstos profesores universitarios planearon muy bien todos los movimientos y, si algo saben, es explicarse y doctorarse en discursos y monólogos ininterrumpidos. Otra cosa es que sus objetivos no se hayan cumplido.
Ahora bien, hay un movimiento que Pablo parece no haber aprendido, y que miles de mujeres y feministas de Podemos no parecen echarle en cara, aunque sí lo hicieron con los hombres en general cuando convirtieron en virales muchos vídeos que cuestionaban cómo éstos tomaban asiento en el espacio público (en el metro, por ejemplo).
Y desde aquí quiero recordar que «las prácticas arraigadas en la concepción dominante del género masculino se traspasan a cosas cotidianas como el uso del espacio público», y tal y como sigue diciéndonos la psicóloga Svenka Arensburg, constatar que «esas prácticas cotidianas muestran las bases más profundas de la socialización que tenemos encarnadas en nuestro cuerpo, en nuestro movimiento y en la manera que tenemos de presentarnos ante el otro».
Estaría bien que fuéramos críticos por igual con todo nuestro entorno, y fuéramos también capaces de juzgar con criterios lo más neutros posibles todo aquello que acontece alrededor.
Os dejo aquí el corte de la entrevista que hizo Gonzo a Pablo Iglesias, y donde apreciaréis con cierto sonrojo la posición corporal mantenida hasta el final.