Una de las más lúgubres maniobras de nuestras democracias es convertir la búsqueda de la verdad en delito y, de paso, hacer creer que las reflexiones que emanan de esa búsqueda sean consideradas subversivas o radicales.
Pamplona es el sitio adecuado para perder el miedo a hacer retratos. Sacas la cámara en San Fermines y estás rodeado de miles de personas. Te olvidas de los que no han dormido, y te centras en la periferia.