Una de las más lúgubres maniobras de nuestras democracias es convertir la búsqueda de la verdad en delito y, de paso, hacer creer que las reflexiones que emanan de esa búsqueda sean consideradas subversivas o radicales.
Se conocen desde que la última borrasca cubrió el cantábrico de turistas accidentados. Hoy celebran su regreso a Castro, y se vuelven a ver sabiendo que pasarán juntos un nuevo verano.