Una de las más lúgubres maniobras de nuestras democracias es convertir la búsqueda de la verdad en delito y, de paso, hacer creer que las reflexiones que emanan de esa búsqueda sean consideradas subversivas o radicales.
Uno de los encantos de la fotografía es poder recrear la vida cotidiana con sus protagonistas libres del posado de la máquina. Como este domingo en familia, pescando y jugando en los mares del norte.