Poemario Disidente.
(principios)
Tus principios me sorprendieron de tal modo que no pude apaciguar mi excitación desde aquél primer instante en el que apareciste en mi retina.
Comenzabas a hablar y reverberaba toda la primavera. Aproximabas tus labios y ahuyentabas el aire que nos distanciaba. Ibas despertando sin aparentemente nada que proponer y ya se presagiaba una gran jornada.
Pero nada era comparable al momento exacto en que emprendías la tremenda tarea de desnudarme, y todas las músicas se agolpaban en la cabecera de la cama. Una Polaroid, eso es lo que eras. Desde que accionabas el botón, yo ya estaba disfrutando con la siguiente escena. Y cuando ya toda la imagen estaba revelada, una nueva andadura te llevaba a iniciar cualquier retrospectiva.
Hasta cuando partías de vuelta a casa y levantabas la mano para que germinara la despedida, todo tu cuerpo desencadenaba una corriente que emulaba el baile de las nubes a-tormentadas. Y precipitabas sin descanso tu lluvia y ya las primeras gotas surcaban por tu rostro y yo marchaba no sé a donde ni me importaba.
¿Qué más da que arrancaras a fregar, a vestirte, a morderme, a jugar, a levitar, a secarte, a pintar o a aspirarme? Era empezar y el mundo se detenía… Mi mundo y el origen de todos tus mandamientos que Moisés olvidó camino de ninguna cumbre.
Imposible olvidarlo hoy que mi madre ha muerto, y que me ha dejado escrito lo que en vida me repetía: «haz lo que quieras en cada esquina, pero apóyate en esa gente con principios…, y verás como fluye el agua».