Breves: Travesías
He semidespertado porque aún no sé si he dormido. Un rumor continuo me invade y decido incorporarme. Creo estar en un gran centro comercial, y cientos de personas están llegando a este punto de desencuentro que ha ido abriendo sus puertas a las tres de la mañana. Bebés y ancianos en sillas de ruedas también participan del evento, y los rostros de cansancio (como si todos hubiésemos sido fumigados por algún elemento extraño) son el resultado final de un pequeño via crucis que decidimos protagonizar. Starbucks, Pret a manger o World dutty free son solo algunos de los letreros que visualizo mientras escribo estas tediosas palabras, antes de dirigirme a ese panel de salidas por el que todos parecen suspirar. La puerta de embarque número 54 es mi próxima batalla, la continuación de una agonía que no parece tener fin. Ya en el pasillo que me asignan miro hacia arriba y me encuentro con un nuevo regalo: «10 minutes walk to gates».
En casi todo el recorrido no podemos ver ni el sol ni el nudo que todos llevamos dentro de nuestros estómagos, habitando un capítulo más de un capitalismo que ya ha conseguido globalizar aquellos aviones que parecían ser privilegio para unos pocos. Y ahora me froto los ojos, interrogándome sobre este amanecer a destiempo (desdibujado), agotado por una travesía que me consume.