Un dominio propio

Una de las más lúgubres maniobras de nuestras democracias es convertir la búsqueda de la verdad en delito y, de paso, hacer creer que las reflexiones que emanan de esa búsqueda sean consideradas subversivas o radicales.

CUP

4 comentarios

¿Alguien da Mas?

Una última noticia ha interrumpido mi descanso. Pero lo celebro, porque lo merece…

La CUP lo ha conseguido. Probablemente, el acto social y político más significativo realizado por grupo alguno que dice ser representante de la ciudadanía.

En los últimos 40 años no ha habido golpe más efectivo y sincero. Una apuesta que ha tenido una resolución digna de tener en consideración.

Esta maniobra trae consigo maravillosos efectos colaterales que ni debemos ni podemos olvidar. Por un lado golpea con contundencia el establishment político, pero por otro, y este aspecto lo quiero subrayar, asesta una bofetada a miles de personas que, casualmente, ahora están celebrando el objetivo conseguido.

Este grupo de personas está formado por muchos independentistas vascos y catalanes, que hace bien poco volcaron su ira contra la CUP, por no ceder a sus pretensiones, y por seguir fieles a su principal propósito.

Pues bien, que sepan y no lo olviden, que solo y gracias a este minúsculo grupo, hemos vivido un acontecimiento merecedor del más justo de los principios políticos, como lo es ser fiel a la palabra y a las ideas.

Paradójicamente, si estuviéramos en manos de tantos independentistas  que abanderan ciegos los colores de sus banderas, estaríamos hablando de procesos políticos corrompidos, como hubiera sido haber cedido al miserable deseo de Artur Mas de seguir en la presidencia.

Las cosas así, creo hasta insolente la celebración de estos militantes independentistas del nuevo escenario que se abre en Catalunya, porque si fuera por ellos estaríamos todavía bajo los usos y abusos deleznables enmarcados en el patético juego del poder.

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La CUP cede además su protagonismo, pliega sus alas, y se compromete a que algunos de sus electos dimitan para que pueda dar por fin salida a su lucha: expulsar a Artus Mas como merece. Un gesto que ojalá pudieran ser capaces de hacer muchos partidos que pregonan sus bonanzas democráticas y que, en el fondo, actúan como casi todos, buscando cotas de supremacía al precio que haga falta.

EH Bildu y Esquerra Republicana deberían aprender mucho de esta noticia. Por encima de todos los nacionalismos está la verdadera lucha por la autodeterminación personal y la justicia social, y unos cuantos catalanes embarcados en una agrupación minoritaria han obrado el milagro más sorprendente de nuestra pequeña historia.

Gracias CUP. Infinito abrazo, y hasta siempre.

 

4 pensamientos en “CUP

  1. Hola. No lo veo yo así. Vamos, no lo veo para nada cómo tú lo estás contando. Pero da igual…Yo pasaba más que nada para saludar. No sé si te acordarás de mí. Soy David, que compartía piso (bueno, sofá)…con Almu, Paz, Marta. Me ha pasado Almu tu blog. A ver si te leo de vez en cuando que te recuerdo como chico listo y simpático.
    Un saludo.
    PD: Paradójicamente.

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  2. Me despista mucho tu conclusión sobre los movimientos de la CUP, que, en este caso no comparto. Y no lo digo solo por este último comentario sobre la decisión de ayer. Sinceramente, no veo a un grupo anticapitalista consecuente con la lucha por los derechos sociales y la integridad de las personas. Les veo más preocupados por una patria, que me da lo mismo la que sea. Primero las personas, después las patrias si es que tienen cabida. Me expliquen por qué una patria es mejor que otra, y, sobre todo esa obsesión por las mismas.
    Por lo demás, sigo con mucha atención tu blog.

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    • Buenas! Respondo también a David desde aquí. Y me remito a un comentario que he realizado en el muro de facebook. Tal vez improvisé en exceso mi enfoque. Pero mi posición, estoy seguro, está mucho más cerca de la tuya de lo que puedes creer. Un saludo, y muy buenas noches.

      «Quizás deba escribir algo. Lo escribí raudo y veloz, y creo que no me expliqué bien. Mi satisfacción no se debe al hecho de que la CUP haya pactado un acuerdo con Convergencia. Yo también soy reacio a cualquier pacto con ese partido (como lo soy a cualquier acuerdo de Podemos con el PSOE). Es más, no deseo ni lucharía por independencia o bandera alguna sin antes haber limado diferencias de un plumazo con la OTAN y con el Euro. Jamás estaré con nadie cuyo primer objetivo no sea la lucha por la igualdad y la justicia social (y política). Es decir, podria respaldar un proceso de autodetermincación una vez que dicho proceso se hubiera instalado en cada uno de nosotros, y desde un sentido crítico fuéramos capaces de aglutinar objetvos lejos, muy lejos, del sistema que queremos eliminar. Por tanto, me trae sin cuidado cualquier independencia si no se lucha por salir de la Alianza Atlántica y otras muchas cosas más. Nunca fui capaz de retener una bandera entre mis manos, y solo lo haría si bajo su brisa estuviera la lucha por combatir a este capitalismo tan denigrante. Rebeca Sanchez, Almudena Garcia Arroyo, Paco Es, Irene Varela Montes, Lukas Reig y más gente… ¿Por qué mis palabras? Porque ha sido un análisis político, una reacción recordando acontecimientos desde la Transición que hayan dejado huella. En definitiva, yo quería «celebrar» que un puñado de gente ha sido capaz de tumbar a un representante político como nadie antes lo había hecho, repito, aun a costa de salir seriamente perjudicados. Y ese acto en cuestión, me parece digno de tener en cuenta. Si mi análisis se expandiera y retomara mi conciencia social y lo que se deriva de la unión con el partido de Artur Mas, me desligo de dicha opción, porque como ya he mencionado, mis parámetros vigilan la dignidad humana y no las fronteras de ningún país. Eso sí, añado de nuevo que estudiando el acto en si de la CUP, también respondía al inusual hecho de ser consecuentes con lo que expresaron en relación a no mover un pie si seguía Artur Mas, y ese detalle también lo consideraba importante. Con todo, creo que la mayoría hacéis un análisis desde una perspectiva de pensamiento del poder, es decir, tomando a la CUP como un partido político, y no como un movimiento, y ello lleva a reaccionar en función de parámetros numéricos que no tienen por qué ser importantes, como lo es pensar qué sucede porque hayan perdido los escaños que sean o haya las dimisiones que haya. Dentro del movimiento hay unos objetivos, y se concretan en vigilar que se realicen una serie de mejoras en el proceso constituyente y en el ámbito del rescate social, expuestos en un acuerdo por el que estoy seguro lucharán. Quizás deberíamos hacer más caso a las opiniones y reacciones de los integrantes de la CUP y menos a las orgullosas y llamativas declaraciones del expresidente. Un movimiento implica una continua transformación y, por tanto, un transitar mucho más ambiguo y complejo de lo que podemos creer. Y para terminar, derribar la pieza prometida, ha sido y seguirá siendo, uno de los golpes asestados al sistema más significativos que viviremos. Os invito a considerar cuándo tendréis la oportunidad de compartir algo similar. Y os adelanto que Podemos, por poner un ejemplo, no nos traerá regalo alguno con el que derribar ninguna pieza tan significativa como la de Artur Mas. Por ello mi reacción, porque dentro de mi late la triste realidad de que dificilmente volveré a vivir algo ni tan siquiera parecido. Ojalá, otros muchos grupos o movimientos mantuvieran la mitad de la constancia esgrimida. Abrazos y seguimos en los caminos…»

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