Un dominio propio

Una de las más lúgubres maniobras de nuestras democracias es convertir la búsqueda de la verdad en delito y, de paso, hacer creer que las reflexiones que emanan de esa búsqueda sean consideradas subversivas o radicales.

A ti, que huyes… y no te encuentras

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Poemario disidente

Opositando a la vida

Ibas a nadar porque te gustaba sentir llorar a la Tierra…, y derramar toda su tristeza en cada ola. Y recordabas cuando te lavaban los sábados en aquél balde lleno de fronteras y olor a familia. Destinos entreverados (pensabas, a cada brazada); las mejores estampas lucían en los salones llenos de pulcritud y buenas palabras, mientras a tu lado los ratones parecían juegos de niños y sombras.

Hay que expulsar los sueños y contemplar la existencia. La que es. Aquellas manos manchadas de un sueldo a tres turnos, y de un imposible final feliz. Con el tiempo lo aprendías, y del mismo modo que en otoño llovía, lo recordabas. «Siempre se cruzaba un maldito pájaro que cagaba sobre nuestras cabezas».

Podía cerrarte los ojos, pero hasta las vendas estaban agujereadas. Palpar la realidad. Aspiraste a engañar a las venas tiñéndolas de golpes de efecto y todo lo inevitable volvía a suceder, porque no había llaves para tu puerta…

…que era la mía pintada de gris.

Los sedimentos y los mandamientos de la pobreza. Fui tú más tiempo del que debía. Y ahora ando a vueltas con un esguince en mi sonrisa, y unas muletas en los recuerdos de mi memoria.

(Sálvese quien pueda, que apenas quedan plazas en los suburbios de la vida).

Warsowa - Photo by Joséluis Vázquez Domènech

Warsowa – Photo by Joséluis Vázquez Domènech

 

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