Así funciona el mundo
Los policías estadounidenses tienen dos problemas. Ser policía, ya es uno. El otro, parece encontrarse en algún despacho donde se toman decisiones nada alentadoras. Por aquellos lares matar puede hasta convertirse en una costumbre. Y matar a un negro, en un acto celebrado bajo la más estricta de las anécdotas estadísticas. En el último año, 123 eran afroamericanas. La última víctima ha sido un niño de 13 años. Todos los informativos se olvidaron de dar eco a esta noticia, y nos inundaron contándonos historias sobre lo malo que es el presidente de Siria. Las dos noticias son las dos caras de una misma moneda: Estados Unidos echa la moneda al aire, y caiga como caiga, alguien muere. El niño ya no existe, y a los niños sirios que aún viven les queda lo peor. Todo indica que les están apuntando desde Turquía y Arabia Saudí. Israel acaba de comprar un arsenal capaz de destruir un sueño en un segundo. El niño se llamaba Tyree King, y el periódico que acabas de comprar lo financia el Banco Santander. Están preocupados por saber quién será el próximo presidente que les de mayor estabilidad. Le gustaba jugar al baloncesto, y no le dieron tiempo ni para ponerse las botas…, antes de morir.

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25 septiembre, 2016 en 8:44 AM
A veces, un niño de 13 años dice repitiendo algo que escuchó y le llamó la atención: EEUU y Rusia no se ponen de acuerdo… (y añade) y las bombas no caen ni en EEUU ni en Rusia.
A veces, escuchas su reacción y la reacción al escucharla es que la columna se endereza y la mirada se ilumina en breve ilusión.
A veces son breves minúsculos momentines. Y uno espera que eso minúsculo se haga musculada masa, de masas que mayusculen lo aplastado para al menos, nivelar.
A veces la fuerza está en una reacción y en la reacción a la reacción, aunque sea breve y entre minúsculos.
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