Breves
Bombardeos en Donbass
La despreocupación con que administramos nuestra relación con el mundo exterior es más que inquietante. Si por un lado tenemos esa manía de mirarnos en el ombligo, y a ello añadimos que solo reaccionamos cuando la propaganda mediática lo dicta, el resultado nos despoja de toda justificación y solo podemos cubrir nuestro rostro con el destello cegador que brota de la pantalla de televisión.
Las razones de las que podemos disponer para trasladar nuestra rabia a todos los rincones son innumerables. Pero como ya hemos analizado en varias ocasiones, el sometimiento de la censura, el engaño y el ocultamiento está dragando los pulmones de millones de ciudadanos que, apenas sin aire, solo respiran óxido informativo.
Han regresado las bombas a Donbass, y el ejército de Kiev vuelve a la carga con la ayuda inestimable de sus socios. Nada anuncian nuestros periodistas de guerra, ni aquéllos que dicen trabajar por la causa. Un vacío lúgubre cubre estas noches Lugansk, mientras los ataques se suceden en silencio cubriendo de miseria nuestra sospechosa manía de acudir en masa a protestar cada vez que así lo estiman los entrenadores de nuestras emociones.
Cada vez estoy más apesadumbrado, porque cada vez creo menos en el ser social, aquél que debería mostrar su empatía hacia todos por igual. Cada vez me reafirmo más y más…, en el hecho de que la apatía es mayor de lo que podía llegar a imaginar, porque a las puertas de nuestras casas siguen llamando con el sonido de las armas, y seguimos igual, en la liturgia de la indiferencia.

Photo by joséluis vázquez domènech