Una de las más lúgubres maniobras de nuestras democracias es convertir la búsqueda de la verdad en delito y, de paso, hacer creer que las reflexiones que emanan de esa búsqueda sean consideradas subversivas o radicales.
Si algo caracteriza a la música es su estrecha relación con los modos de adaptarse a todas y cada una de nuestras emociones. De ahí la popularidad y su arraigo en nuestras vidas.