Las Redes
Yo y casi todas mis circunstancias no prevalecen sobre tu libertad de echarme a los pies del caballo. Pero habrás de recordar con palabras y señales la circunstancia que guardo como dos ases en mis mangas y me permite deslizarme por el mundo ajeno a tanta zozobra.
Puedes traducir a tus consideraciones e inercias esa palabra que precisamente te ayuda a desvalorar todo un texto anclado y trabajado con el fin primero de informar, y también puedes encender un petardo porque en este país hacer ruido sin interés alguno forma parte de la gran tradición y para ello sí se trabaja con esmero.
Colaborar en el diálogo y conversar no es, desde luego, el aroma que emana en las redes, y la inmediatez posibilita que ni se piense ni se considere que, tal vez, no haya razón alguna para acudir a donde el vecino a decirle que es un antisistema por salir a las calles con sandalias y calcetines vueltos a rayas.
Esa «necesidad» de enfrentamiento también se viste innumerables veces con «planes de ayuda», y me pregunto, qué clase de droga suministran las nuevas tecnologías para que media humanidad se crea con el derecho de apropiarse del otro desde esa supuesta libertad que la mayor de las veces no es sino intromisión desmesurada.
Todos mis yos deambulan procurando habitar estos espacios con mesura, pero además hay uno que es buen amigo de mi última circunstancia y que decidió, hace tiempo, no vestirse de Prada, y escuchar música cuando el eco de tanta voz no es más que la detonación de una trifulca incendiaria.
(Saludos, desde el Ministerio de Desórdenes Poéticos)

Photo by joséluis vázquez domènech