España
Siempre pensé que las personas debían de tomar parte, ser consecuentes con sus criterios, y valorar el estado de las cosas para poder modificarlas. No puedo esperar a divulgar sensaciones que nos ahogan. España cansa.
Llevo tiempo congestionado, doblegado por un sinfín de actuaciones, espantado por la marcha de los acontecimientos. Y, sobre todo, desubicado.
Retrocediendo cientos de años en su historia, si hubiéramos de describir su rostro, no tendríamos sino innumerables adjetivos para calificar sus ansias imperialistas, de dominio, y ese inagotable deseo de control sobre sus habitantes (y sobre quienes no lo son).
Se pudo llegar a pensar que con la muerte de Franco la paz y la democracia no tardarían mucho en llegar (acostumbrados como estábamos a leer a los grandes teóricos de la transición). La realidad fue muy diferente. Un político llegó a alterar los designios de un país para declararse en permanente estado operativo. Y vestido de socialdemócrata, operó hasta sus principios. Sigue leyendo