Una de las más lúgubres maniobras de nuestras democracias es convertir la búsqueda de la verdad en delito y, de paso, hacer creer que las reflexiones que emanan de esa búsqueda sean consideradas subversivas o radicales.
Dios es igual a cero, lo cual no significa que no esté presente entre nosotros. Su vacío lo han ido llenando miles de libros… e infinidad de miedos. Y así, de la nada, surgió como solo los ausentes lo pueden hacer. Irreconocible.