Un dominio propio

Una de las más lúgubres maniobras de nuestras democracias es convertir la búsqueda de la verdad en delito y, de paso, hacer creer que las reflexiones que emanan de esa búsqueda sean consideradas subversivas o radicales.


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Edward Snowden

ContraCorriente: Premio a la labor de Snowden

La institución noruega Bjørnstjerne Bjørnson (institución independiente para promover la libertad de expresión y las letras), otorgó hace unos meses un premio al ex-asesor de la Agencia de Seguridad Estadounidense. La razón, su trabajo al desvelar cómo se apropian de nuestras vidas privadas, y por su contribución al ilustrar de forma crítica cómo se efectúa la vigilancia de los ciudadanos por parte de los Estados.

Revelar con datos el funcionamiento del espionaje en Estados Unidos le ha salido caro a Snowden, y es del todo necesario hacer valer su causa. Es procedente respaldar todas aquellas acciones que visibilicen las degradantes políticas de las que hacen acopio los dirigentes que nos gobiernan, y más aún cuando lo hacen parapetados en absurdas justificaciones de luchas anti-terroristas.

No estaría de más que en los países llamados democráticos surgieran Academias como ésta, y no fundaciones como la FAES o Pablo Iglesias, que dinamizan sus actos con partidas presupuestarias de dinero público, supuestamente para contribuir al desarrollo cívico y cultural del país.