Un dominio propio

Una de las más lúgubres maniobras de nuestras democracias es convertir la búsqueda de la verdad en delito y, de paso, hacer creer que las reflexiones que emanan de esa búsqueda sean consideradas subversivas o radicales.


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Un verano para olvidar

España es un desastre

El panorama político español es tan vergonzoso y lleva tanto tiempo impregnando el marco social de un hedor tan fuerte, que el olor a mierda… ni se siente.

Aquella llamada transición ya traía consigo un aroma muy desagradable y penetrante y, desde entonces, apenas si se han alterado los modos de «gobernar».

De puertas hacia fuera, en el inframundo de las redes sociales y el marketing, los partidos se hacen fuertes con unos medios de comunicación que les respaldan y con todo tipo de usureros que reinventan los discursos para seguir promocionando la debacle y el asedio de la impunidad.

El consultor político es una figura muy demandada en comunicación. Su objetivo no es otro que satisfacer los deseos de quien va a pagar los honorarios. Y su trabajo consiste en utilizar todas las herramientas posibles para, a través del engaño, conseguir el respaldo necesario para hacerse fuertes al frente de cualquier causa. 

Desgraciadamente, la causa más solicitada en política es ganar, y no luchar por una gobernabilidad más justa e igualitaria. Y, desgraciadamente, los resultados se pueden resumir en una precariedad democrática de difícil asunción para la ciudadanía.

Esta situación se manifiesta en la agenda diaria de los partidos, de la prensa, y de la televisión. Y, como quien no quiere la cosa, los gurús de turno deambulan de un lado a otro como pedro por nuestra casa. 

Cuando el ilustre presidente de España accedió a acoger un barco lleno de Personas que huyen de la miseria y de las guerras que nosotros provocamos, no lo hizo por humanidad ni, mucho menos, por principio político alguno que guiara sus pasos. Lo hizo, con un descaro absoluto, porque sus estimados consejeros así se lo hicieron ver. Y así se lo pusieron en bandeja para que su popularidad se expandiera por todos los rincones de esta amarga tierra. Fue, con premeditación y alevosía, su primera “medida de impacto”

Este modo de operar responde muy bien al escaso valor ético que la clase política ofrece a sus votantes, a sabiendas de que éstos volverán a pasar por caja con el ánimo renovador de futuribles promesas que nunca llegan. Un valor bajo mínimos, pero que lucra con escaños hasta al más impresentable de los llamados representantes.

Se llama marketing, y todo el mundo ve con buenos ojos la existencia de grandes personajes estudiosos de su realidad social capaces de hacer volar con su inestimable trabajo incluso a un cerdo ibérico.  

No está de más recordar que también el aparato político que rodea a Podemos llegó … a donde llegó, porque tal y como explicó Rafael Cera tras los resultados conseguidos en las elecciones europeas, parte del éxito ha estado en que todo lo que subyace a esta campaña, los mensajes, ideas, propuestas, son del agrado del target objetivo, fundamentalmente gente joven (con cierto nivel cultural), personas indignadas con las circunstancias socio-económico-políticas que se vislumbran y que viven, así como personas que entienden que el sistema no funciona y que necesita de propuestas más “radicales” para solucionar los problemas sociales. Es obvio que han conseguido los votos de muchas de estas personas, consiguiendo dotar de una imagen de credibilidad a sus mensajes y que ha facilitado ganarse la confianza de su target y por ende su voto”. Joven y no tan joven, añado yo, y receptores de rentas medias y altas que complican aún más cierta fe en su horizontalidad.

Estamos rodeados, y mientras una mayoría social de izquierdas obrera y trabajadora (no creo en la «izquierda» funcionarial/culta/proOTAN y proEuropea/hipster y antirusa) no coja la sartén por el mango lo tenemos crudo. Pablo Iglesias y muchos de sus apoyos van muy desencaminados, hasta el punto de que sus bases más exigentes les han dado la espalda, y viven de la contribución y el respaldo de su sector acomodado, por denominarlo de alguna forma.

Otra cosa es que el partido gobernante sea más roñoso y mezquino, pero eso no nos obliga a que tengamos que construir un nuevo modelo de sociedad con quien ya echó por la borda todas las ilusiones a las primeras de cambio. Ilusiones que siguen siendo el asidero del partido, a pesar de que ya es obvio de que se han olvidado de aquellas primeras promesas, como la maravillosa recuperación desde el control público de los sectores estratégicos de la economía (banca, energía, etc.)

No se atisba la más mínima sensación que pueda dibujar una sonrisa en nuestro rostro. El trayecto recorrido por los pupilos de Ferraz es todo un paradigma de la hipocresía y el despropósito. Analicemos si no, cómo es posible entender que hace bien poco haya tenido la osadía de otorgar  el «collar de la orden de Isabel la católica» (por los servicios prestados a la nauseabunda patria) al Gobierno de Mariano Rajoy. Inaudito. Se supone que los expulsan por corruptos y los premian por el trabajo bien hecho. Es como para acudir en masa a Madrid y poner en evidencia a todos estos artistas.

El PSOE! Siempre fue un fraude (desde 1974, al menos). Y no ha cambiado ni un ápice. Nos quiere hacer creer que exhumar los restos del dictador tras 43 años de su muerte es un acto heroico, precisamente después de que Isidoro se olvidara de ello con un exceso de deliberación.  Un partido, ahora que tanto se habla de acoso a la libertad de expresión, que fue pionero en «democracia» en callar la boca a un cantante. ¿Curioso verdad? En 1986, el aparato represor español, de la mano de TVE y con Felipe González como garante de su imagen, censuró al malogrado Javier Krahe, arrinconándolo hasta tal punto que no tuvo más remedio que crear su propia discográfica para dar luz a sus letras tan temerarias.

Negros nubarrones desde la indecente transición. Vamos a necesitar mucha paciencia.

Photo by joséluis vázquez domènech

Lo que está aconteciendo en Catalunya es una muestra de todo ello. El espacio político más oscuro y denigrante, heredero de dicho proceso (aún inacabado por mucho que nos digan), y de la mano de numerosos agentes proestatales se echa a la calle para impedir de cualquier manera uno de los “grandes logros” de la Constitución, la indivisibilidad del territorio español. Y contra los lazos amarillos vale todo, hasta poner en ridículo el papel de la justicia. Como acontecimiento social puede darnos muchas razones para la discusión y la posibilidad de poder confrontar muchas ideas. Pero ya se han encargado de dinamitar todo y hacer que estalle por los aires cualquier posibilidad de reflexión política. La cárcel, la indecente presión de los medios, el resurgir de las banderas rojigualdas en los balcones y todo tipo de manifestaciones (algunas hasta con águilas), y ver a Ciudadanos avanzando a paso militarizado con menos vergüenza que un ladrón robando sin ocultar su rostro, España estalla en su delirio más español.

!Cómo están las calles últimamente! A modo de “recurso instrumental para la transformación social”, son muchas las voces que quieren hacernos creer que se divisan cambios en no sé qué horizonte, por la existencia, por ejemplo, de un movimiento feminista transversal que está al alza. El batacazo que se van a llevar va a ser igual que el que vivieron con los amigos de Pablo Iglesias. Uno, porque en esa transversalidad está la trampa para no lidiar con una lucha mucho más profunda y eficaz contra el sistema que, lógicamente, no la van a realizar desde todos los estratos de la sociedad. Y dos, porque el impulso y el detonador de ese movimiento viene generado (y respaldado) por la no menos irrisoria agrupación feminista de actrices de Hollywood y otras estrategias al uso, a las que creo menos que al telediario.

Unos datos curiosos para observar cómo fue el punto álgido de la promocionada necesidad de un feminismo envolvente. En un espacio reducido de tiempo, y a golpes de televisión, nos van llegando perlas sobre las reivindicaciones. Abre el portón del gran teatro la mismísima princesa Megham Markle, difundiéndose por todo el mundo sus impresiones de «marcado carácter feminista», ofrecidas en el foro del auditorio de la Royal Foundation. Poco más tarde, en una «primorosa» entrevista de Susana Griso al otrora presidente popular, éste se declara afín a la lucha. Y por si no fuera poco, lo mismo prescribe la presidenta del Banco de Santander («Por qué me considero feminista y tu también deberías serlo»). Y el broche final lo pone nuevamente un elenco de actrices en el escaparate del festival de Cannes. Son solo algunos ejemplos del engranaje. Y no me cabe la menor duda de que el adjetivo incorporado (como esos lemas que circulan vía pedagogía de las redes y los medios), transversal, le viene que ni al pelo.

Si alguien piensa que éstas aportaciones son fruto de la casualidad, olvida uno de los protocolos esenciales de los que hacen gala los ínclitos amigos del establishment: cada vez que se atisba una respuesta social brusca o posibles revueltas, o cada vez que hay un interés para dirigir a las masas a un punto de encuentro concreto, se movilizan todas las artes de la persuasión y todos los elementos necesarios para distorsionar el origen primigenio de una realidad que exigía el cambio. Ocurrió el 15M y sucede ahora. Y de éste modo, el cambio…, no llega. Sencillamente porque ya ha sido alterado el verdadero objetivo y lo que se pone en juego son otros artificios para caldear el ambiente con jugadas de marcado perfil perverso. En esta ocasión, de un modo exquisito, se consigue incentivar cierta belicosidad de la mirada social de un buen número de mujeres hacia los hombres, sin la sospecha de que hay una clara adecuación de los sucesos a un interés concreto. 

Michael Haneke se ha desmarcado de este tipo de diatribas: «Como artista, estoy empezando a sentir el temor de esta cruzada contra todas las formas de erotismo. Una película como “El Imperio de los sentidos”, una de las más profundas reflexiones sobre la sexualidad, no podría filmarse hoy. Este nuevo puritanismo que odia a los hombres, me preocupa».

Un movimiento social desafía, por norma, las interpretaciones dominantes sobre la mayoría de aspectos de la realidad. En el caso que nos ocupa, se supone que es el machismo lo que debemos destronar, pero me temo que el mercado está haciendo muy bien su trabajo y está acogiendo en su seno ciertos modelos de comportamiento con los que proseguir su marcha y su musicalidad. Lo que está ocurriendo con los vientres de alquiler forma parte también de ese abanico de acciones que, procurando mostrar un lado reivindicativo y progresista, lo que esconde es una herramienta más del capitalismo más ruin, incorporando al diccionario términos como “maternidad subrogada”, cuando de lo que se trata es de puro mercantilismo y compra de niños a la carta sin el más mínimo rubor, pero eso sí, aderezado de sentimentalismo paternalista ante la imposibilidad de poder traer hijos al mundo. Alquilar a una mujer no creo yo que pueda considerarse una nueva técnica de reproducción (por mucho que haya una altruista entre cien).

El interés concreto del que hablábamos un poco más arriba no es otro que seguir mareando la perdiz, y hacer creer que hay una lucha indispensable en el seno de nuestra sociedad, pero desviando la atención del verdadero problema. Y llegados aquí, nos preguntamos; ¿y cual es el verdadero problema?…

El verdadero problema eres tú, y soy yo, invalidados cada vez más para gestionar y hacer valer el triunfo del anticapitalismo y de la revolución.

 


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Épicas transitorias

¿Qué pensará la ciudadanía emocionada cuando caiga el telón?

Carles Puigdemont comienza a definir el camino, que parece quebrarse  para quienes siguen embriagados de exaltaciones temporales. Pero todo apunta a que dichas exaltaciones van a dejar paso a un nuevo aleteo, alejado de los espacios de la secesión y del amor de quienes sueñan despiertos.

El presidente de Catalunya, en una entrevista ofrecida en Bélgica, deja constancia de lo que venimos anunciando desde un principio: las dos burguesías se aproximan al reparto del pastel, y lo que parecía pronto…, no podrá ser. Porque nunca fue. 

Casi nada es lo que parece, y lo resumen muy bien sus palabras; «otra alternativa a la independencia es posible», y más teniendo en cuenta cuando manifiesta que siempre ha estado abierto a otra solución. Éstas declaraciones podrían no ser muy resolutivas desde la distancia, pero «casualmente» se producen mientras otros dirigentes de peso van pintando un nuevo marco con sus nuevas revelaciones, expresadas desde todas las esferas del independentismo adinerado (que es de lo que siempre se ha tratado).

Joan Tardá nos deja perplejos declarando con firmeza que a día de hoy no es posible la independencia, porque no hay masa social que la respalde. Y Artur Mas nos conmueve echándose para un lado mientras toda una serie de figuras políticas abrazan la misma interpretación.

Cuanto más tiempo pase más nítidamente se irá viendo todo, y esa «impresionante» lucha por la independencia se quedará en eso, en agua de borrajas, y a las gentes  que han formado parte de las movilizaciones se las recordará en esas imágenes que ahora gustan de protagonizar a toda velocidad en las redes… Y como ocurre con los mensajes de whatsapp, se olvidarán de ellas y las palomas vendrán a comer los restos de la última diada.

¿Qué va a ser del relato de la épica ciudadana y de todas aquellas personas que saltan al ruedo con la única razón de una emoción con la fecha caducada? Nada, porque nunca pasa nada de puertas adentro para criticar la propia ceguera.

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Las revoluciones raras veces las dirigen los pobres

Y ésta…, no va a ser una excepción

Este fin de semana se han dado una serie de circunstancias que han hecho posible, que por H y por B, haya vivido episodios que definen bastante bien en qué consiste la vivencia de las emociones, sin que tengan cabida en ellas las reflexiones necesarias para detenerse un poco, y avanzar en los diálogos.

Los nacionalismos se apoyan en excesivas ocasiones en dicha percepción, pero lo mismo sucede con el amor, con el fútbol o con la religión. Creer es vivir, más veces de lo que nos gustaría. Y hay gente que cree en sus ideales como constructos perfectamente cimentados, y se dirige con ellos al margen de lo que en realidad está sucediendo a su alrededor.

Es delicado, muy delicado, poder poner sobre la mesa constructos o análisis que pongan en cuestión dichas creencias, y muy complicado poder sustituir los sentimientos (elaborados ad infinitum por la causa), por la razón, o lo que es lo mismo, por estudios o todo tipo de análisis elaborados desde la reflexión y la crítica.

Así, hablar del procés en el País Vasco no es tarea fácil, como tampoco lo es hablar de Podemos en un entorno de sueño y esperanza. Pero hay que hacerlo, al margen de quién sea el contertulio y  qué sea lo que se pueda estar discutiendo.

Tanto en directo como a través de las redes he puesto sobre la mesa una percepción, una hipótesis que he construido considerando toda una serie de elementos que he ido estudiando en todo este tiempo. No tenía los datos cuantitativos, que ayudan a clarificar muchas de las actitudes y comportamientos de las personas, pero tenía otras muchas cosas, visibles en toda una serie de acontecimientos que se han desarrollado en los últimos años en Catalunya.

La idea podríamos resumirla así: «Estamos ante una revuelta, que de poder clasificarla en términos económicos e ideológicos, sería una revolución burguesa«.  O tal y como he anotado en más de una ocasión, ante un ajuste de cuentas entre la burguesía catalana y la burguesía española. Las reacciones no terminan de ser muy amables entre quienes sienten esa percepción como un latigazo a sus sentimientos. Y en esas circunstancias es muy complicado hacer ver que aquello que se desea y aquello que ocurre puede no unirse en ningún punto del camino.

Suele ser muy común  que se den toda una serie de argumentos para interpretar el deseo sin considerar en ningún momento la posibilidad de analizar muchos de los detalles.  Hoy me he puesto a buscar todo tipo de información, y solo voy a dejar constancia de unos datos que me parecen, cuando menos, contundentes. Después, como siempre, cada cual que haga lo que quiera con dicha información.

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Ya habrá quien esté considerando qué clase de fuentes he utilizado para tal fin. Yo haría los mismo, y lo comprendo. Por ello, he de dejar constancia de los pasos seguidos. Los datos no proceden ni del ABC, ni de El Mundo, ni de El País, ni de ninguna editorial enemiga de la causa. Bien al contrario, y con el peso de todo su engranaje político, están sacados del CEO (Centro de Estudios de Opinión), con un barómetro elaborado por el Govern, el Govern de Catalunya, y más concretamente tenemos que decir que el órgano promotor y ejecutor es …, Presidencia.

Algunos de los resultados cruzados dicen así: el 59% de la población que cobra menos de 900 euros no quiere la independencia, frente a un 54% que cobra más de 4.000 euros y un 55% de quienes cobran entre 2.400 y 4.000 euros que sí apuestan por la independencia. Por otro lado, entre quienes manifiestan pasar muchas dificultades por sus escasos ingresos, un 60% no quiere la independencia, y entre quienes dicen vivir cómodamente, un 51% se decanta por la independencia. Y para terminar, decir que en el grupo de parados, un 59% se opone a la independencia.

Se pueden hacer muchas interpretaciones, claro está, pero quien desee ver en esta movilización el protagonismo del pueblo trabajador, se verá obligado a inventar un nuevo modelo de análisis de la realidad social.

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Aquí se puede ver el cuestionario completo, un resumen, tablas estadísticas, etc.

http://ceo.gencat.cat/ceop/AppJava/pages/home/fitxaEstudi.html?colId=6408&lastTitle=Bar%F2metre+d%27Opini%F3+Pol%EDtica.+3a+onada+2017

Hay muchos factores que pueden ir decantando las movilizaciones a todos los sectores sociales; si España sigue insistiendo en cercenar los derechos humanos, si el independentismo cobra más fuerza por otra interpretación de la justicia belga, si los grupos fascistas exhiben su fuerza, si desde otras autonomías se apoya la causa, si los relatos exhiben su fuerza comunitaria, si la sociedad civil no se quiebra, etc. Pero el principio detonador y el objetivo final creo que tienen el sello de la burguesía catalana, y será  ella quien determine cuando terminará…, y cómo (claro está, en común acuerdo con la burguesía española).


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Catalunya

Consideraciones respecto al «procés» y algunas que otras carambolas

Algo he oído por ahí, que ha sido desenterrar a Dalí y todo se ha vuelto surrealista.

El patético mitinero neoliberal Mario Vargas Llosa ve con nitidez nacionalismo y conjura en una buena parte de la población catalana pero, al mismo tiempo, está incapacitado para ver lo propio a un centímetro suyo, donde le acompaña impávido Xabier García Albiol, enfundado con una preciosa bandera española.

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Miles de españoles son trasladados a Barcelona en autobús (gratis), y nos cuentan que la «mayoría silenciada» catalana toma las calles para gritar olés  a España y su historia imperial.

Catalunya lleva tiempo irritada ante el fraude y una corrupción política galopante representada en sus dirigentes. Pero la propia oligarquía que ha estrangulado a su gente les lleva en volandas hacia un falso sueño, solo transigente con «sus delincuentes».

Nos montan una crisis económica sin precedentes y juegan con las teclas necesarias para hacer brotar la emoción nacionalista, contándonos que es ella la que provoca la fractura total. Se evita así el proceso de indignación popular que ya estaba cociéndose en todas las esquinas, y consiguen que ésta se traslade a otro lugar.

Al Gobierno español  «no le consta que haya una mayoría de independientes en Catalunya», y no vaya a ser que tras un referéndum pueda romperse su calculadora, no permite que haya constancia de nada, tan solo del uso de una violencia obscena y autoritaria.

Noruega insta a Rajoy a abrir vías de diálogo a través de la mediación. El presidente sigue recomendando el libro «1785 motivos por los que hasta un noruego querría ser español», prologado por el inagotable Luis del Olmo (y no es una broma, ni de mal gusto a nuestro pesar).

«España, toda la vida, ha sido España».  Sin comentarios. Bueno si, podría ser una recomendación para que empezara así la letra de su himno estatal.

Dicen que Carles Puigdemont se ríe de la Constitución, no así el PP, que coge la Carta Magna, se limpia el culo con ella y dice que es para sacar a España de la crisis y el malestar general.

Todo aquello que no les conviene carece de fundamento jurídico. Así piensan quienes hacen las leyes…, que no podemos cambiar porque para ello las han blindado con mayorías cualificadas y alguna que otra argucia difícil de superar.

Creo que miles de vascos van desencaminados; creen en la buena fe de la CUP y «su pacto con la burguesía», y sienten que Catalunya es un ejemplo a consagrar. Desconozco qué pensarán cuando todo se acabe y resulte que sean los catalanes quienes quieran seguir los pasos de la autonomía vasca y solo se trate de algunas concesiones sin más.

La «normalidad institucional» permite que un 50% de ciudadanos cualesquiera puedan gobernar y hacer lo que les venga en gana, pero si el 50% es independentista la normalidad se convierte en apología de la violencia y la democracia peligra, porque por arte del birlibirloque la mitad deja de ser mitad y se convierte en clara minoría.

España está llena de españoles, eso lo saben hasta los sapos que habitan la orilla del Manzanares. Catalunya, sin embargo, no se llena ni aunque salgan de manifestación los peces gordos y los tractores.

Tres palabras bastan para describir el espíritu de la constitución: «una e indivisible». Y para eso están sus soldados, para defender la gran causa sin complejos; a Sergio Ramos le sale urticaria tan solo con pensar que Catalunya no es su España, pero se la suda jugar contra Israel mientras sus pupilos arrasan Palestina y medio mundo sin parpadear.

Ayyyyy, Israel Israel… En una de sus últimas visitas de estado allá que se fue el señor Más, a buscar crédito y algún que otro atajo para su ideal.

Es triste tener que reconocerlo, pero nos encaminamos a paso firme a un desalentador acuerdo entre las mafias del PP y del PSOE con la mafia del 3%, acuerdo que no va a ser otro que la reforma de la Constitución.

Hay un tipo que no es más tonto porque si lo fuera le darían incapacidad laboral, y ello le dejaría sin discursos  con los que poder ametrallar.

«El diálogo entre demócratas se hace dentro de la ley». Unidos Podemos no solo lo sabe, sino que va a firmar el pacto necesario para que Cataluña siga en España, en la UE y en la maldita OTAN, que aplaude a rabiar tanta ineficacia de los que todo lo iban a cambiar.

«El nacionalista catalán es radical, excluyente, egoísta, imprudente, y poco le falta para convertirse en un auténtico criminal».  No así el votante popular, un tipo sereno, conciliador, amante de la fraternidad y la democracia. No cabe duda de que el humor negro está grabado a fuego en el carácter español y medieval.

«La independencia es una amenaza contra la convivencia». La reforma del artículo 135 (por el que los intereses y el capital de la deuda pública de las Administraciones goza de prioridad absoluta en detrimento del gasto social), un porcentaje de paro sonrojante o la pobreza infantil son apelaciones continuas a la festividad nacional.

No debemos olvidar uno de los grandes acontecimientos. Miles de personas venerando a los mossos, la misma guardia urbana que sembró Catalunya de miedo y dolor, y que ha sido investigada por su «ejemplar comportamiento». Véase el documental «Ciutat Morta» y échense a temblar (la historia de una confabulación de los poderes públicos con la brutalidad empleada por la policía).

«La Soberanía no se negocia», y poco importa que se pueda negociar con la salud, las pensiones, la educación y la sonrisa de toda la ciudadanía.

Y dividir…, si se divide una pareja yendo a comprar a Ikea, ¿cómo no va estar dividida una sociedad?

Hasta Carmen Sevilla se está muriendo, y la olvidan porque los medios tienen que justificar la aplicación del 155, no vaya a ser que desenmascaremos su arrogancia y su infinita desfachatez.

Todos somos marionetas, pero a veces, la representación que se puede llegar a hacer puede desbordar…, incluso a las fuerzas de ocupación!


Dos apuntes sin importancia:

01-  La República catalana fue proclamada en 1640 por Pau Clarís, en 1931 por Francesc Maciá y en 1934 por Lluís Companys.

A veces parece que vivimos en África o en Australia y somos incapaces de vislumbrar lo que sucede en el epicentro de nuestra Europa social y política. Nos obligan a olvidar, pero casi siempre es bueno poder llegar a recordar.

02- Casi todas las constituciones del mundo dejan clara la unidad indisoluble de su territorio, pero en los últimos 20 años se han creado solo en nuestro continente más de 20 Estados, y casi la totalidad de las independencias que se han consolidado en los últimos 50 años eran, como era de esperar, «ilegales».

Por comentar…

Colaboración para Ojos para la Paz                                                                                                                                                         


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Catalunya

Breves:

(Desconcierto Económico)

Vivimos una época gobernada por la ética más miserable y corrupta. No solo no hay consideración alguna hacia la justicia o la paz, sino que bien al contrario, éstas parecen ser situaciones hasta inapropiadas. Sin que importe qué problemática social o política debamos tratar, quienes tripulan la nave del capitalismo son capaces de someterse al más ruin de los dictámenes de sus mercados, obviando constantemente argumentos de cualquier otro tipo, incluso aquellos que transitan por las urnas de sus constituciones.

Cada mañana un tropel de noticias van dirigidas a hundir cualquier embarcación que entorpezca sus maniobras y así no escatiman en hacer propias las más repulsivas afirmaciones, con tal de seguir adelante con los acuerdos pactados con las cavernas de las finanzas.

Quienes mejor hacen cuadrar esas cuentas,  lógicamente, son los dirigentes de los grandes empresarios, y ni cortos ni perezosos pregonan a los cuatro vientos su inquebrantable amor por España, y claro está, su intención de dinamitar Catalunya. Pero en sus discursos no  hay tesis o argumentos dignos de tener en consideración, al unísono, y como títeres de orondos banqueros de perfil psicópata, no se cansan en decir una y otra vez que la locura que están librando los independentistas solo puede traer como resultado que miles de empresas y el gran capital se vean obligados a marcharse, porque nadie en su sano juicio podría invertir teniendo como gobierno a unos dirigentes tan irresponsables.

Parecen olvidar que estos dirigentes son tan democráticos como los mismos que gobiernan en sus filas, pero sus ansias de dinero empobrecen no solo sus neuronas, sino hasta sus miradas . De sus afirmaciones y continuas apariciones podemos deducir que, como poco, Catalunya estará representada por unos dictadores que además torturan, violan la carta de derechos humanos, amortajan la libertad de pensamiento, ejecutan cada semana en plaza pública a cualquier ciudadano, esclavizan a la mitad de la población y mantienen, por si fuera poco, un régimen religioso de obligada imposición. No como en Arabia Saudí, un país lleno de oportunidades y donde invertir sin límites ofrecerá siempre una estupenda estabilidad, la del sufrido e incomprendido delincuente.

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