Una de las más lúgubres maniobras de nuestras democracias es convertir la búsqueda de la verdad en delito y, de paso, hacer creer que las reflexiones que emanan de esa búsqueda sean consideradas subversivas o radicales.
¿Por qué se relaciona siempre el amor con el ardor guerrero, y no la lenta y emocionante tarea de tener que romper el hielo y esperar que devuelvan la mirada…?