Un dominio propio

Una de las más lúgubres maniobras de nuestras democracias es convertir la búsqueda de la verdad en delito y, de paso, hacer creer que las reflexiones que emanan de esa búsqueda sean consideradas subversivas o radicales.


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La Huella

Violencias

Por extraño que parezca es más fácil perdonar, y lo difícil y probablemente imposible es poder llegar a olvidar. Porque lo que se exige no es custodiar el alma y bucear en la causa de todo mal, sino salir a las calles porque la vida ha de progresar. La vida de los otros, de los espectadores y de los canallas, de los comerciantes de tu culpa y de los que te callan sin pestañear.

Nada parece estar contaminado porque los desagües ya llevaban tiempo oliendo muy mal. Y en el hedor que nos rodea no es sencillo hacer ver que el más mínimo arrebato de poder hunde sus garras con tanta facilidad que hasta los pájaros no cesan de cantar.

A un lado y a otro y detrás de todas las puertas del mundo puede aparecer la sombra, cualquier sombra, y con ella una nueva punzada que a veces no te deja ni respirar. Otras veces jadeas, porque puedes reconocer que un nuevo episodio te va a marcar. Nada es efímero cuando el dolor atraviesa hasta la zona intercostal.

Te puedes acostumbrar. De eso no cabe la mayor duda. Los torturados y los sitiados en épocas de guerra lo saben. Hasta a la falta de vida en el penúltimo aliento. Las manzanas no caen por la teoría de la gravedad. El hombre atiza las ramas hasta que se cansa de golpear. No es la gravedad. Es el hombre. Tu padre, tu compañero, tu amigo…

Y está tan cerca que ofrecer su cabeza no solo es impensable, es hasta ilegítimo poder mostrar las manos manchadas de sangre porque el culpable reside en el mismo hogar, o viene de visita cuando está dispuesto a «jugar». Cerca, tan cerca que la familia se pliega, se cubre con su capa y deja de ver lo que ya habita en su piel.

Cuando ya no queda nada para extirpar es cuando deja de ser importante hasta la capacidad de sufrir. Y pensar se convierte en una pesadilla, y todas las reflexiones se hacinan golpe a golpe, hasta quedar incrustadas en la memoria como lo hacen las enredaderas en las paredes y muros de cualquier hogar.

Y resulta insoportablemente escabroso incluso poder llegar a olvidar…

Photo by joséluis vázquez domènech


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Calvary

Título original, Calvary
Año, 2014
Duración, 100 min.
País,  Irlanda
Director, John Michael McDonagh
Guión, John Michael McDonagh
Música, Patrick Cassidy
Fotografía, Larry Smith
Reparto, Brendan Gleeson, Kelly Reilly, Chris O’Dowd, Aidan Gillen, Domhnall Gleeson, David Wilmot, Dylan Moran, Marie-Josée Croze, Killian Scott, Isaach De Bankolé, M. Emmet Walsh, Pat Shortt, Gary Lydon, Orla O’Rourke, Owen Sharpe, David McSavage, Michael Og Lane, Mark O’Halloran, Declan Conlon, Anabel Sweeney
Productora, Irish Film Board / Octagon Films / Reprisal Films
Género, Comedia. Drama | Comedia negra. Religión
Web oficial, http://reprisalfilms.com/calvary/
Sinopsis
El Padre James Lavelle (Brendan Gleeson) está dispuesto a conseguir un mundo mejor. Le apena comprobar la cantidad de litigios que enfrentan a sus feligreses y a la gente de su parroquia, y le entristece que sean tan rencorosos. Un día, mientras está confesando, recibe una amenaza de muerte de un feligrés anónimo.
Premios

2014: Premios del Cine Europeo: Nominada a Mejor actor (Brendan Gleeson)

2014: Festival de Gijón: Sección oficial largometrajes a concurso

2014: Críticos de Chicago: Nominada a Mejor guión


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Peccatum

MiCita con las palabras:

Si retomamos el precepto religioso en el que se mantiene la idea de que el pensamiento es el primer escalón hacia el pecado, dudo mucho de que haya sobre la tierra un solo individuo que no haya «necesitado» regenerar su falta. (Este es uno de los grandes éxitos de la religión cristiana, democratizar la imperfección, el defecto y la mancha, para que todos y cada uno de nosostros sintamos en algún momento la carga de su sentencia)

Photo by Joséluis Vázquez Doménech. Ilustración Marta Elena Martín

Photo by Joséluis Vázquez Doménech. Ilustración Marta Elena Martín