Nuestro mundo…
Es deplorable imaginar cómo se puede sentir una mujer forzada a detenerse en el camino. En el camino por el que transcurría, como nosotros, con la ilusión de convocar a sus alumnos hacia el aprendizaje. Es del todo doloroso sentir cómo alguien es capaz de segar la vida por el ampuloso y deleznable deseo de sentirse superior, de creerse dueño de los cuerpos que fagocitan sus escabrosas neuronas, su falo erecto de miseria y depravación.
El abismo está a nuestros pies, y seguimos permitiendo la cosificación de la mujer, el perverso maltrato a la que se la somete en cuanto la oscuridad toma las calles. Hoy me siento gravemente perjudicado, como hombre y como compañero. Y solo puedo mirar a mi alrededor y avergonzarme, y agrietar el horizonte con mis uñas y mi tristeza.
No quiero ni pensar, en lo que se puede llegar a sufrir, mientras un eslabón perdido de la civilización deshumaniza la vida, y fosiliza el alma, nuevamente de una mujer.
Me duele cerrar los ojos y pensar, tan siquiera pensar cómo ha sucedido todo.
Quizás todo el profesorado deberíamos detenernos a reflexionar, e invocar a lo más profundo de nuestro ser para hacer realidad aquello que debe ser uno de los pilares de la educación; salvarnos, aunque sea un poquito, de tanta barbarie.
Un abrazo tremendo, Laura…

photo by joséluis vázquez domènech