Un dominio propio

Una de las más lúgubres maniobras de nuestras democracias es convertir la búsqueda de la verdad en delito y, de paso, hacer creer que las reflexiones que emanan de esa búsqueda sean consideradas subversivas o radicales.


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Infancias

Poemario Disidente

(llegan todos los santos)

Tus manos diminutas no juegan sobre la arena, restriegan en ella y te llevas un puñado a la boca. Es la ración del día en una nueva jornada desalentadora. El sol no se separa de ti, y no se escucha música a mil kilómetros a la redonda. Solo pequeños aleteos y algunos zumbidos que apenas pueden despertar tu sueño eterno de agua. Las moscas se posan sobre tus labios y de tantas veces que van y regresan…, ya ni te molestan. Lo que para un niño del ensanche es escombro alimentario, para ti es el maná que todas las religiones juntas escribieron sobre falsos papiros ya olvidados. No puedes clamar a la tierra para que brote arroz o tan siquiera una mala hierba, y se van cerrando esos ojos donde los gobiernos recolectaron sus crueles condenas.  

Tus ojos!

Ni tan siquiera puedo hablarte, pero seguiremos abonando en las palabras para nombrar a quienes hacen oídos sordos con tu último latido. 

Todos los santos te llevan y aquí siguen, reunidos, los halcones que no custodiaron ni tu primera esperanza.

Photo by Joséluis Vázquez Domènech

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EL Estado y sus cosas

Breves: 

La mayoría de gobiernos, cuando no todos, se establecen aunque nos duela, para defenderse de los ciudadanos. Sus primeras acciones no consisten en estudiar todas las posibilidades que tienen para librarnos  de todo mal y amén, sino que directamente se estructuran y administran para que lo que haya de funcionar perfectamente sea ese modo de engarzar mejor con aquello que llamamos Estado.

Una vez perpetrada esta fechoría, un laberinto sin fin al que pusieron de nombre Burocracia articula todos y cada uno de los movimientos que se han de dar para que nada interfiera en su marcha. No importa que «papá» sea conservador, progresista, republicano o nacionalista, porque lo que preocupa es la supervivencia de la gran familia, y ésta no permite que nadie que no quiera casar con ella pueda apropiarse de herramienta alguna.

Así es como llegamos invariablemente al mismo punto sin retorno, y boquiabiertos observamos cómo las policías, las cárceles, los bancos, los poderes, las leyes y los documentos que llaman constitucionales no nos sirven para avanzar ni para tomar impulso. Al mismo punto de partida, siempre a las puertas de la libertad y en busca de la justicia.

Entre el Estado y nosotros por no haber no hay ni distancia, porque no hay puente ni camino que nos una. 

(apenas hay luz al final del Estado)

Photo by Joséluis Vázquez Domènech

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