Un dominio propio

Una de las más lúgubres maniobras de nuestras democracias es convertir la búsqueda de la verdad en delito y, de paso, hacer creer que las reflexiones que emanan de esa búsqueda sean consideradas subversivas o radicales.


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La guerra mediática (VIII)

Movimiento de Apoyo a Siria

El 28 de enero, en un local de Vallecas, 16 personas nos reunimos con el objetivo de apoyar a un pueblo que está siendo ultrajado desde hace seis años. Tal y como venían sucediendo los acontecimientos, y ante el clamoroso desembarco de cientos de periodistas retenidos ante la verdad oficial y presenciando la deriva en la que se han habían situado infinidad de personas a título individual y muchos partidos de izquierda, vimos necesario abrir las puertas a una masiva convocatoria. El primer documento que surgió de allí se bautizó como «Acta de Constitución del Movimiento de Apoyo a Siria». Las primeras intervenciones y decisiones fueron resolver cuál sería el nombre que deberíamos dar a dicha movilización. A partir de ahí, un largo e intenso recorrido. Viendo aquella imagen y reteniendo hoy el cartel que anuncio, creo que la magia existe, y que hay personas dispuestas a dar pasos hacia adelante aun a costa de mitigar el tiempo en sus vidas, de dormir poco, de viajar mucho, y de mostrar una preocupación latente por la consecución de la paz en el mundo.

Phot by joséluis vázquez domènech

Ésta misma preocupación, que se convierte en angustia en más de una ocasión, creo que también la sufren millones de personas en el mundo. Y de ello quiero hablar un momento, antes de cerrar este ciclo dedicado a la guerra mediática.

Pocas horas después de que Estados Unidos bombardeara la base aérea de Shayrat lanzando 59 misiles desde dos buques de guerra (el USS Ross y el USS Porter) que tienen a bien pernoctar al norte de la bahía de Cádiz, los avances informativos de medio mundo coreaban al unísono la misma consigna: «gran parte de la comunidad internacional avala dicha acción» y, fíjense ustedes, además, el secretario general de la OTAN Jens Stoltenberg fue informado por el secretario de Defensa de Estados Unidos, James Mattis, justo antes de lanzar los misiles. Mira que bien, oye!

Quiero recuperar el anuncio y matizar. La comunidad es un ente plural formada por una ciudadanía que, en su mayoría, aborrece las guerras y no quiere saber nada de los incesantes juegos armamentísticos con los que someten a medio mundo. La comunidad está harta de que en su nombre se proyecten y ejecuten las más insolentes acciones bélicas y, lo más importante, la comunidad no duerme solo en las parcelas de Occidente. Hay una inmensa mayoría al otro lado de nuestro escudo protector que también tiene voz y, aún más, tiene derecho a la vida.

Sé que cuando abren el noticiario con esa expresión quieren remitirnos a la comunidad internacional, entendida ésta como un término que hace alusión al conjunto de Estados en el mundo que, por circunstancias determinadas, deciden participar conjuntamente en todo tipo de acciones globales. Pero es que del mismo modo hay que constatar que ni la OTAN ni los Estados Unidos representan a casi nadie, ni en número ni en objetivos.

Por tanto, debemos insistir en que los periodistas deberían hacer valer estas pequeñas matizaciones y acostumbrarse a inyectar un poco de profesionalidad a sus subversivas desinformaciones.  No existe comunidad alguna en el mundo que respalde la guerra (a excepción de aquella que ha sido empujada a ella). Solo hay un grupúsculo de francotiradores apostados en los balcones de los Estados que apuestan por ella, bien pagados por quienes financian los genocidios y las invasiones, por quienes domestican hasta las tierras de cultivo y explotan las nubes de algodón. Una corporación apoyada por un sistema de partidos que, tras un oscuro telón al que llaman democracia, ampara sin pestañear una actividad rampante y degenerada.

No existe consenso de la comunidad, no vinimos al mundo para apadrinar el hostigamiento continuo, no formamos parte de ninguna red de bandoleros que claman ni tan siquiera venganza, no nos acostamos pensando qué país queremos invadir mañana, no nos gusta dar la mano a quien siembra terror bajo las montañas, no incentivamos el desprecio hacia las otras personas y, que duda cabe, tampoco participamos de ninguna cruzada.

Todo ello, y quiero terminar con éstas palabras, forma parte del juego de esta guerra mediática que nos está consumiendo. Todo ello solo representa a la voz del amo y calla la boca al pobre y al inocente pueblo agraviado. Somos mayoría quienes clamamos por un mundo justo y en paz, y somos aún más quienes estamos huérfanos de información y de justicia. 

Y así, este fin de semana nos presentaremos unos cuantos en Madrid (Conferencia Paz y Solidaridad para Siria), porque todas queremos MAS, porque lo que está ocurriendo en Siria es una invasión, porque los señores de las guerras no cejan en sus empeños y debemos retenerlos sin miedo y, como bien gustan decir ellos, sin ninguna concesión. 

Aquellas 16 personas abrimos los micrófonos y tendremos ahora dos días para difundir un poco de información, y contribuir con nuestra propuesta al desmantelamiento de este mundo que se rompe en pedazos porque una banda de malhechores tiene a bien divulgar el despliegue de sus bárbaras pedagogías llenas de capitalismo y de mala fe.

No a las Guerras, no a las OTAN, no a las Bases Militares

 


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La Guerra Mediática (VI)

La parcialidad informativa

Si de algo adolece nuestro «sistema democrático» es de uno de sus principales pilares, es decir, de la efectividad de ese cuarto poder que debería servir de control y lo único que hace es respaldarle en sus impertinencias.

Junto a los principios del derecho y los designios de la moral los periodistas se deben a la deontología profesional, resultando de todo ello una serie de normas o principios con los que regular su actividad que no es otra que la de informar con objetividad y neutralidad.

Al no haber jueces que impongan el buen hacer de esa actividad, con el tiempo no solo se ha devaluado, sino que se ha erigido en el verdugo perfecto de quien desea ejercer su dominio en nuestra sociedad. Los medios de comunicación en general no solo no cumplen con los requisitos a los que supuestamente se deben, sino que además imponen barreras para que su profesión no la pueda vestir de gala quien pretenda con otros procedimientos trabajar.

La insolencia es abrumadoramente ejemplar. Y son tantos y tan bien respaldada está la profesionalización de la estafa, que el engranaje funciona de un modo certero y difícil de desmembrar. 

Últimamente andan sobrados de un jocoso anti comunismo de lo más vulgar,  y Putin es el centro de sus dianas. Todo lo que procede de Rusia o habita dentro de sus fronteras lo convierten en un golpe de efecto ejemplar, y ay! de quien procure defenderlos o simplemente querer matizar. Que la homofobia está presente en su sociedad, el lobby gay respaldado por las finanzas le asesta un golpe en el año de su olimpiada. Que se crea una nueva ley sobre la violencia doméstica, se le impone un castigo difamando hasta lo que no está escrito en su constitución. No importa que la gran Alemania hasta el año 1994 haya impuesto una férrea y vergonzosa «disciplina» hacia los homosexuales, condenándolos con el infausto artículo 175 de su Código Penal, lo importante y noticioso es que ahora les van a indemnizar. Es intrascendente que Arabia Saudí incumpla una y otra vez toda la carta de los Derechos Humanos, y trate a las mujeres y la homosexualidad como solo un jeque absoluto lo puede hacer, lo importante es que se respalden las políticas económicas y bélicas con un socio de armas tomar. Y tampoco resulta significativo que nos vayamos de excursión a Qatar con las pruebas de automovilismo o con cualquier otro torneo deportivo de millonarias audiencias, aunque dentro de sus fronteras ocurran los actos más detestables que cualquier sociedad pudiera tolerar. 

Por una suculenta cantidad de dinero para el grupo privilegiado y por un poco de calderilla para el trabajador de a pie, se le ha olvidado a medio mundo (de quienes trabajan en los medios de información) que medir con el mismo rasero es una regla esencial que no deberíamos olvidar. Pero la balanza está tan escorada hacia un lado que hasta algunos parlamentos y congresos están dictando leyes para frenar la «propaganda rusa» , que al parecer está inoculando veneno allá por donde va.

En cuatro de cada diez países del mundo ser homosexual es un delito castigado con la cárcel e incluso con la muerte, pero el ser más impresentable de la tierra ha de  ser ruso, porque así lo demanda la geoestrategia, y allá que van, acorazados con sus acreditaciones periodísticas regaladas en su primera comunión a la caza de la noticia que hay que difundir. Y lo más tragicómico lo vi hace poco en un festival de cine y artes escénicas LGTB, que tuvo a bien difundir un spot de Amnistía Internacional (casualidad) y seguramente respaldado por el grupo de presión de turno poniendo cara a Putin y siguiendo con el hostigamiento al enemigo declarado. No se les ocurrió hacer un anuncio que luche contra la homofobia en todo el mundo, o proponer algún guión transversal que fuera válido para su causa criticando la misma actitud en un estado de Norteamérica o en Sudáfrica. No, el anuncio iba dirigido directamente hacia la persona de Putin, porque lo que ahora importa es difamar y contribuir a su «única verdad». No he podido conseguir el anuncio y es una lástima, porque resultaba al menos una buena sombra en la que nos podríamos cobijar.

Photo by joséluis vázquez domènech

Pero sí tengo una gran novedad que la mayoría han dejado pasar, porque no tiene ninguna importancia para las mismas personas que se encargaron de hacer viral aquella ley hecha noticia (que se vendió como «pegar a la mujer una vez al año será legal») con la que nos atropellaron sin cesar. Y allá que vamos a contribuir difundiendo algunos de los logros legales aprobados hace poco en Alaska. Nimiedades en relación al tétrico espacio inhabitable que gobierna el implacable Vladimir.

Hace poco el periódico «The Independent» sacó a luz la noticia: en Alaska, tras la aprobación de un proyecto de ley, los violadores podrán denunciar a sus víctimas si abortan, incluso en los casos de violencia conyugal. Una orden judicial permitirá que el médico no pueda seguir con el procedimiento, y el marido podrá plantear la denuncia contra él con el fin de bloquear la posibilidad de que se realice un aborto. Otros seis estados han aprobado leyes casi idénticas, pero la noticia no corre como la pólvora, porque ésta solo ha de explotar en una parte de nuestro mundo sin igual.

Hay más. Escribes en el buscador de Google: «Alaska violencia conyugal aborto el país internacional»…, ¿y qué aparece?. La noticia de Rusia!, de la que se hicieron eco todos los internautas porque así debía de pasar. Cuando menos, surrealista.

Pero la guinda del pastel, como no cabría esperar, está sobre la cabeza de Putin…, y de Donald Trump. No creo que haya nadie a estas alturas que no haya leido o escuchado esa «primicia» cuya insistencia no ha hecho sino constatar lo que venimos aquí señalando. En cambio, sin prueba alguna y sin documento que otorgue la más mínima credibilidad, medio mundo está convencido de que los rusos han tirado por la borda las esperanzas de Hilary, y que sus hackers han contribuido de muy malas maneras a la victoria del vellocino de oro. Nada más lejos de la realidad. Tenemos datos que, por un lado, niegan tales hechos: Julian Assange  lo ha desmentido una y otra vez, pero es un forajido. También lo ha desmentido el exembajador británico en Uzbekistán Craig Murray (2002-2004), revelando en una entrevista exclusiva al diario británico Daily Mail la verdadera fuente que proporcionó al portal de filtraciones los correos electrónicos de la excandidata a la presidencia estadounidense.

Las cosas no se ponen muy bien para la mayoría de los periodistas, cuya única fuente de información es que la CIA y el FBI dicen y constatan que el objetivo de Rusia era favorecer a un candidato sobre el otro, sin hacer nunca público informe alguno. Así es, dicen y constatan, pero nadie nunca jamás ha ofrecido prueba ninguna. 

No termina aquí el desbarajuste. Tenemos datos nuevos, casi hasta reveladores. Resulta que puede ser la propia CIA la que se hizo pasar por hackers rusos para así poder culpar a éstos del desaguisado. No se lo pierdan. Nada es concluyente, la guerra del ciberespacio no ha hecho más que comenzar, pero tenemos más datos que muestran lo contrario de lo que nos quieren hacer creer y, por tanto, quienes van perdiendo por goleada son los demócratas, con Barack Obama y Hilary Clinton como foco de la rebelión.

Recordatorio. Todo comienza cuando salen a la luz los correos que muestran cómo el propio Comité del Partido Demócrata (DNC) se ríe de la campaña del senador Bernie Sanders favoreciendo descaradamente la victoria de la dama de las guerras. Y eso sí que fue un complot en el seno del propio partido, que recuerda un poco a lo que en España también acaba de pasar.

 

 

 


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La Guerra Mediática (IV)

Siria es uno de los objetivos

Ya comentamos que Siria sería uno de esos ejemplos que estudiaríamos para poner en cuestión los modelos de información dominantes y el desajuste que producen éstos entre la realidad y aquello que tienen a bien distribuir entre la población. No hace mucho un amigo tuvo a bien, con el único criterio de escuchar voces que consideraba oportunas para aclarar sus dudas, invitarme a mi y a otra persona «afín» al discurso oficial (es decir, aquél que prioriza la revuelta y la revolución popular como inicio de la guerra) a una maniobra conjunta de exposición de los hechos para desde el contraste ser capaz de vislumbrar un poco de luz en el opaco espacio que han diseñado para que terminemos por creer que todo lo que acontece es muy complicado de entender.

En aquél momento solo pude agradecer el detalle, que no era sino un deseo. Hoy, voy a poner mi grano de arena. Mi hipótesis no es difícil de asimilar, bien al contrario. El perspicaz agente invasor está incapacitado para ocultar sus impulsos, y está dotado de una infraestructura extraordinaria para hacerse con todos los recursos que determine valiosos para su desarrollo. Los modos y los medios para alcanzar los objetivos no conocen límites y, desde que accedieron a esa estrategia para enriquecerse, han sido incapaces de detener su carrera insaciable. Sin necesidad de investigación alguna sabemos que la guerra es uno de los métodos más brutales y despiadados que utilizan.

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Hasta aquí el camino trazado no presenta grandes fisuras. Lo complicado viene siempre de la dificultad de mostrar las falacias que acompañan al discurso dominante. Y si ello no fuera poco, las cosas se vuelven aún más complicadas por la exigencia continua del público en general de que se le presenten sin fisura alguna las fuentes o datos que demuestren sin paliativos la contra-oferta que presentamos.

Claro, en esa tesitura, tenemos todas las de perder, porque a ver quién es el guapo que tiene acceso a archivos secretos o información de primera mano donde se desvelen los grandes secretos de la Historia. Pero aun así, no importa, porque siempre, siempre, tarde o temprano, tenemos acceso a las siniestras galerías de la planificación y sus procedimientos.

Solo cambian los métodos, ahora escondidos entre las maniobras ejercidas desde las redes sociales y un ciberespacio generador de todo tipo de narraciones.

Hasta aquí un marco teórico que ha de desterrar otras consideraciones, pero sobre todo aquellas que están implantadas en el imaginario colectivo.

Iremos poco a poco, porque Siria es probablemente el escenario más trágico y donde se reconstruyen los acontecimientos más inverosímiles. Así, para quienes reconstruyen sus teorías en la bondad de una población civil que de la noche a la mañana tiene a bien salir a disputar el poder a su presidente, un primer documento que ayuda a clarificar algunas «circunstancias».

Exponemos aquí las declaraciones efectuadas en marzo de 2007 por el ex-comandante de la OTAN Wesley Clark, revelando que los planes para invadir Libia, Irak, Siria, y otros países, fueron planeados en el Pentágono tan solo una semana después de los atentados del 11-S. 

Y, casualidad, años después, surgen las primaveras árabes y los mismos países son aniquilados (o lo pretenden) bajo justificaciones ampliamente conocidas.

Vayamos sacando conclusiones. Claro está que este archivo no tiene credibilidad ni es difundido por los medios de comunicación oficiales. Al parecer, el señor Wesley no tiene ni voz ni voto en esta terrible partida de ajedrez donde solo hay un rey y todas las demás piezas son sus peones.

Habrá más, pero vamos por partes.


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La Guerra Mediática (III)

Los cuatro jinetes de la «Democracia Europea»

Del mismo modo que al hablar del matrimonio podemos hacer alusión a la endogamia o la exogamia, al matrimonio por captura o por consentimiento, referirnos a la monogamia y la poligamia, a la poliandria y a otros muchos factores e ingredientes que hacen de ésta institución social una costumbre que ha vivido muchas alteraciones, lo mismo deberíamos hacer con el concepto de Democracia.

Sabemos que desde los análisis de las “formas reales de gobierno” realizados por Aristóteles hasta hoy ha habido transformaciones muy profundas, y también sabemos que los diferentes tipos de gobierno que se han ido estableciendo a lo largo de la historia han estado siempre más cerca del poder que de la ciudadanía. Desde el siglo V antes de Cristo, al menos en el uso teórico del término (porque su implantación generalizada bien podría decirse que apenas ha tenido una repercusión real en ningún lado), cientos de filósofos, pensadores, politólogos, ideólogos, y un sinfín de predicadores, se han ido posicionado con respecto a esa combinación que habría de darse entre los factores políticos, económicos, el estado y sus leyes y el conjunto de la ciudadanía. Y en líneas generales, podemos llegar a la conclusión de que nos han estado tomando el pelo.

Es lógico que pararte a pensar en la Edad Media o en el periodo de entre guerras sobre cuál habría de ser el sistema perfecto para administrarnos mejor como sociedad nos llevaría a posicionamientos bien diferentes porque partiríamos desde premisas altamente contaminadas por el ritmo de los acontecimientos. Pero ello no nos puede nublar la mirada para ser incapaces de ver que el pueblo, siempre, termina bajo el yugo de grupos sociales dominantes. Es igual que hablemos de ciudades-estado o de estados nacionales; la amenaza siempre ha sido constante y las democracias no han dejado de estar asediadas o, en el peor de los casos, abortadas antes de que pudieran florecer en el descampado de la esperanza.

Actualmente, y para ir concretando, basta señalar que lo único que experimentamos es el señuelo de la democracia, y basta comprobar para ello la ingente cantidad de reglamentaciones existentes para, precisamente, negar a la ciudadanía su posibilidad de participación. Queda claro que quienes dicen ser nuestros gobernantes se apropian de todas las licencias  para consagrar sus arbitrarias formas de articular el poder, y subsiste así una estrategia que inmediatamente conduce a  una ruptura importante entre las estructuras estatales y el conjunto de la sociedad.

No hay más que observar la foto de los cuatro mandatarios reunidos en Versalles días atrás, que sin vergüenza alguna manifiestan cómo ha de ser el futuro de la Unión Europea. ¿Quiénes son Merkel, Rajoy, Gentiloni y Hollande para determinar por obra y gracia del espíritu santo el devenir de millones de personas de las que pasan olímpicamente?

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Estamos enfrentados a manipulaciones sociales de alta intensidad. Y los medios de comunicación, en vez de plantearse qué clase de legitimidad y en base a qué criterios (u órdenes) se establece dicha cofradía, celebran el enorme valor de éstos inadaptados sociales para salvar Europa de una catarsis que ellos mismos manipulan. El núcleo duro de la intransigencia!

Su único fin es limitar la defensa de nuestros derechos y profanar los valores de nuestras libertades, y nos someten “en nombre del bien común”.

Uno de los mayores males de nuestras democracias es que se ha ido extendiendo la creencia de que las leyes son el fundamento de las causas justas. Y viene bien recordar a Montesquieu, “Una cosa no es justa por el hecho de ser ley. Debe ser ley porque es justa”.

No conozco ninguna definición de Democracia que se ajuste a nuestra realidad política y social. Por tanto, es urgente no permitir que se siga hablando de ella desde el menosprecio generalizado, y disponernos a renombrar nuestro sistema de gobierno con cualquier término que le haga, esta vez sí, justicia.

En cambio, conozco miles de ejemplos y argumentos que confirman la tesis de que estamos imposibilitados para poder hablar del “gobierno del pueblo”.

La manipulación del lenguaje es una carga pesada que debemos abandonar.

Capitalismo y Democracia son incompatibles. Es más, el primero solo busca la concentración de poder contra la posibilidad de abrir cauces de participación ciudadana y tiene una visión instrumental de la democracia. Esto es, ésta únicamente es buena cuando funciona dentro de un marco determinado de relaciones sociales y de propiedad. Tal y como señala James Petras, el capitalismo tiene una visión relativista: “Cuando extiende sus intereses y fortalece sus posiciones estatales está en la onda democrática. Cuando sus intereses están violados y amenazados, pasan a la política opresora y apoyan un régimen autoritario.”

Todo indica que la gente no comprende realmente lo que nos han hecho. Solo tenemos el derecho de aceptar lo que otros deciden por nosotros. A eso le llaman Democracia y aun así se sigue yendo a votar.

Grecia fue quien marcó el camino de la democracia, pero también donde se crearon el drama y la farsa para sus espectáculos teatrales. Y como perfecta representación de dichos elementos, a la que hemos asistido estos últimos años, tenemos el ejemplo perfecto de lo que hoy se entiende en Europa por Democracia. Con Alemania al frente, y con el excelente trabajo de los medios de comunicación, nos han hecho creer que el país heleno no es sino una banda de irresponsables defraudadores y que por ello han caído en desgracia.

Es cierto, hicieron muchas cosas mal, pero fue todo un entramado financiero y político el que ocultó una miserable maniobra. Cuando Grecia fue admitida en la zona euro nuestras queridas instituciones, a pesar de su evidente fragilidad y de sus escasos recursos, consideraron que existían todas las garantías necesarias para recibir créditos masivos y baratos. Llovieron sobre Atenas ofertas de financiación a tipos de interés de risa, en particular por parte de bancos alemanes y franceses que incitaron a los gobernantes helenos a endeudarse a bajo coste y a largo plazo para adquirir principalmente material militar alemán y francés.

Hoy podemos hablar de un país humillado y aniquilado, que ha perdido el 26% de su PIB, donde los salarios han bajado un 14%, el 20% de la población no puede permitirse una comida y donde la falta de vivienda se ha triplicado en los últimos años.

Son algunas de las consecuencias concretas de lo que permite y subvenciona la Unión Europea. Una unión que establece sus parámetros de actuación en términos de dinero, y de la que podemos decir con tranquilidad que no basa sus acuerdos a partir de la solidaridad, sino desde la estrategia de los mercados. El euro, que supuestamente iba a ser el primer punto de partida para la integración está resultando ser el mecanismo perfecto para abrir la brecha de la desigualdad y la existente entre los países fuertes y los débiles.

Hay lecciones que nunca deberíamos olvidar, pero el rodillo de la guerra mediática sostiene con precisión las mentiras y el sillón que hay que respaldar. Alemania quedó humillada por el Tratado de Versalles, y casi 100 años después hace lo propio con el pueblo griego, un pueblo que le brindó su ayuda en 1953 en el Acuerdo de Londres.

Este Acuerdo sobre la deuda externa germana consistió en la quita o anulación de una gran parte de esa deuda por parte de los países acreedores. Grecia formaba parte de ese grupo y votó a favor. Así, este hecho fue clave para la rápida reconstrucción de dicho país, hasta el punto de que su crecimiento supuso su resurgimiento como potencia mundial.

Ningún Sistema Político que depositara su confianza en el poder del pueblo obraría de tal manera permitiendo hechos tan lamentables como los que protagonizan nuestros impresentables gobernantes. Pero este es tan solo un capítulo, una nimiedad en el vasto territorio que ocupan las inexistentes democracias.

Para quien no lo haya visto, tiene aquí la oportunidad. Deudocracia, un documental que busca las causas de la crisis y de la deuda en Grecia, y que propone soluciones que los gobiernos y los medios de comunicación dominantes ocultan y lo seguirán haciendo…, hasta que ya sea tarde.

Por favor, dejad ya de hablar de democracia.

Colaboración para Iniciativa Debate

 

 


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La Guerra Mediática (I)

Las dianas del imperialismo

No sé por qué Estados Unidos piensa que tiene que recorrer el mundo 
obligando a la gente a tomar nuestra forma de gobierno a punta de pistola. 
Cuando se tiene algo realmente bueno, 
no necesitas imponerlo a la gente porque ¡Te lo roban!
         (Dick Gregory)

 

Como ya hemos ido analizando y reconstruyendo los últimos acontecimientos protagonizados por los ejércitos de la falsa globalización, siempre acompañados por sus misiles de largo alcance, y no parece que aún así se haya podido lograr el más mínimo consenso en esta parcela de Occidente en cuanto a poder discernir dónde está situado unos de los mayores ejes del terror y artífice de las más cruentas invasiones, he tomado la decisión de rentabilizar mis palabras y mis reflexiones, y  trataré de dotarlas de una mayor dosis pedagógica. De éste modo intentaré en todo momento establecer comparaciones y/o mostrar documentos o grabaciones en las que los mismos protagonistas de los capítulos más vergonzosos de nuestra Historia Contemporánea desnudarán sus maliciosas intenciones.

No nos hemos cansado de repetir la ardua tarea que supone avanzar contra corriente, esto es, contra el fragor de unos medios de comunicación y unas redes sociales que están poniendo innumerables barreras al buen uso de la información y su distribución. Por ello, somos conscientes de la enorme dificultad que supone exponer planteamientos que trastocan por completo las ideas que la mayoría de la población tiene con respecto a todo lo que acontece en el inframundo del espectáculo publicitado.

Es tal el colapso al que nos vemos sometido que la sensación de estar desbordados y, la mayor de las veces contrariados, llega a producir en quien observa el deseo de abandono, esgrimiendo también para ello que los acontecimientos son enormemente complejos para su comprensión.

Todo ello no es casual, y es ahí donde vamos a incidir desde este primer momento. El objetivo del capitalismo es proseguir con su afán de expansión y consumo. Bebe de las fuentes energéticas y de los recursos naturales para que sus motores no se apaguen, y así, los busca hasta en el último rincón del planeta para abastecerse de toda la intendencia necesaria. Allí donde encuentra oposición somete al valiente infractor a todos los chantajes posibles hasta conseguir su alienación, y si por cualquier circunstancia este hecho no se da, se prepara una nueva guerra. Las bases militares son el primer frente de expansión de ésta ideología, y comandadas por el gran mercado de las finanzas, abren el camino para la futura entrada de las multinacionales y su banca. Pero como el proceso es del todo irresponsable y criminal observado desde este enfoque tan cabal y nada surrealista, se procede por un lado a impedir traspasar sus líneas para que así no podamos investigar (no vaya a ser que descubras algo que no encaja) y, por otro, a enmascarar la tragedia para convencer al mundo de que a veces, el uso de las armas es necesaria.

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Pues bien, precisamente para que ese uso se justifique se «persuadió» a los medios para que participaran, y quien no lo hiciera, quedara como los anteriores valientes infractores, en las cunetas de la carretera. Esto viene sucediendo desde tiempos inmemoriales, pero todo indica que vivimos el momento más infranqueable, éste en el que más dificultades hay para poder diseccionar la realidad. Y si no participas de su verdad, quedas expuesto a la misma maniobra: te compran y has de proceder a ser el eco de su voz, la corbeta de sus propósitos. De lo contrario, tu suerte ya no será parte del destino, sino de ciertas cruzadas poco amigas de la bondad. Como la guerra es necesaria para sus fines, más lo será esa capacidad que ha de tener el sistema para convencernos de ella, y es ahí donde entra en juego sin mesura alguna, la intransigente guerra mediática que nos aprisiona.

No estamos dentro de ningún laberinto. El esquema es mucho más sencillo de lo que nos quieren hacer creer, y los periodistas se han convertido en los implacables soldados necesarios para que la catástrofe pueda vestirse de fe.

Siria es la última diana del imperialismo, y como bien anuncia José Antonio Egido en su último libro, Siria es por ello el centro del mundo. Hasta aquí no parece haber grandes dificultades para comprender cómo veo yo el proceso, por lo que no será difícil abrir las puertas a ésta nueva sección donde propondré un nuevo modelo de observación, alejado de la maniquea idea de que todo es muy complicado de entender, y más próximo a establecer los parámetros donde residen las causas de los conflictos, y no a entender los conflictos en si, ya que éstos, si devienen en acontecimientos muy complejos debido a su intrincada relación con la estrategia del caos.

Releyendo una vez más lo expuesto, resultará lógico comprender que los centros de interés estarán por tanto en la dirección marcada por los pasos que desea dar el capitalismo en su versión estadounidense, y si Siria, Rusia, Irán, Venezuela, Corea del Norte, Libia, Cuba, etc. son parte de su oposición, detengámonos a pensar que, lógicamente, la guerra mediática se situará en engañarte en relación al pasado y futuro de esos países y sus gobernantes.

Mi preocupación ante la poca acogida de ésta hipótesis es constante desde hace tiempo. Por un lado, no es sencillo de entender que las mismas personas que en los años ochenta tenían clara cómo era la política externa de los yanquis, hoy se hayan pasado al bloque donde se sitúa con argumentos inverosímiles esa supuesta equidad del mal, donde tanto Rusia como Estados Unidos actúan por igual. Digo difícil de entender porque las pruebas a las que tenemos acceso deberían situarnos en otros parámetros muy alejados de esa «forma de ver». Y, por otro, me desalienta por completo esa nueva percepción que está completamente dominada por la invasión de una única fuente de información.

Antes de que se proceda a la crítica teórica de éste punto de partida, comenzaré en breves días a identificar con ejemplos que considero relevantes al imperturbable aniquilador de la esperanza universal. Invito a que me acompañen en este itinerario a todas las personas que así lo deseen, pero sobre todo a quienes aún son capaces de sostener las  extrañas peripecias de las primaveras árabes y las revoluciones de colores y son capaces de justificar las injerencias constantes. Así, tendréis aquí un espacio para rebatir mis argumentos y proceder a debatir sin miedo a interferir.

Son muchos los países que están en la diana, pero son muchos más los cerebros a adiestrar, que están en el centro de sus maniobras.

Hasta más ver, un abrazo!

No a la Guerra, no a la OTAN, no a las Bases Militares