Un dominio propio

Una de las más lúgubres maniobras de nuestras democracias es convertir la búsqueda de la verdad en delito y, de paso, hacer creer que las reflexiones que emanan de esa búsqueda sean consideradas subversivas o radicales.


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Descontaminación

Poemario disidente

Abrir las compuertas

Quisiera descomponer los residuos que he almacenado a lo largo de la vida, causantes del más mínimo desgaste anímico que en cualquier acompañante se manifestara.

Desnudarme con todas las heridas abiertas, y permitir que se alejaran las resacas de todos mis mares…

… hasta que la última ola se llevara consigo el recuerdo de cualquier dolencia.

Quisiera.

Disculparme por mi indisciplina, por no saber tocar los acordes que hicieran desbocar la sonrisa. 

  • tengo mal oído, pero procuro siempre poner música, incluso en las distancias que nos separan

(Porque todos necesitamos también amar, o disolvernos con sus inclemencias).

Photo by Joséluis Vázquez Domènech

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La violencia como estrategia: 03

¿Podemos hablar de equidad en el conflicto cuando toda posibilidad de triunfo subsiste siempre de una parte?

Photo by Joséluis Vázquez Domènech

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Abiertas quedan de este modo todas las heridas. El régimen actual de nuestra relación con quienes nos dirigen está o mal encauzada, o no deja espacio a la solución de la democracia, que no es otra que el respeto a la mayoría.

Somos conscientes del “empuje” del discurso dejando en evidencia los argumentos de los Estados, siempre acompañados de balas y expropiaciones, pero ¿acaso hay modo alguno de contrarrestar tanta perturbación en nuestra existencia sin la necesaria condena, y sin menospreciar tanta ofensa?

Orientar nuestras palabras por los latifundios de nuestra defensa es la primera obligación, y fumigar con nuestras reflexiones todos los marcos teóricos que sostienen la vigencia de este sistema uno de los objetivos ineludibles.

Resolvemos sin demora que entre el Estado y la ciudadanía hay un conflicto, un grave y pernicioso conflicto. Pero dadas las líneas a seguir según lo acordado en constituciones, decretos ley, preámbulos y otros códigos al uso, no ha lugar para  una lucha entre estos dos grupos que se miran de frente legislatura va, y legislatura viene.

Políticos, intelectuales e instituciones concluyen que la solución está en la democracia, esa forma de gobierno que contacta con nosotros cada ciertos años y que por no tener, no tiene ni margen de maniobra. Mas no precisamos de complejas investigaciones ni repasos históricos para concluir que dicho dispositivo, ni es suficiente ni ayuda a solucionar el más mínimo de los problemas.

Aunque los criterios y las artes políticas no hayan cambiado tanto, a día de hoy es un sarcasmo poder hablar de soberanía. Otros actores no elegidos comenzaron ya a proyectar las más importantes de nuestras decisiones.

Que tengamos que rendir cuentas a los grandes consorcios financieros de inversión y asumir que los Estados se encuentran a merced de esta movilidad, no nos proporciona certidumbre alguna, más bien… nos prepara para una nueva fórmula que entender en política.

El odio hacia quienes nos gobiernan se va haciendo insoportable, entre otras cosas porque ya ni siquiera puede haber relación entre el dominante y el dominado, y sin percibir ese poder que antaño se temía, ahora se les desprecia.

Es como si no hubiera nadie para mediar en esta nueva confluencia y los actores que más necesitamos se fueran a platicar con los medios para desacreditar nuestra legítima y apremiante defensa.

Y sin equidad, sin posibilidad de diálogo y sin consenso, el respeto deja paso a la imposición, el acuerdo a la confrontación, y el engaño al riesgo de violencia.

La decadencia más absoluta es el lastre que nos queda. Y decididos a no cometer “fechoría” alguna…, ¿qué nos queda?


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Heridas

Breves:

¿Se debe saber «herir», también a quien se ama? Infligir ese dolor necesario no es un mal de por si, ya que a veces es irremediable tener que enfrentarse a un destino esquivo. Todos no sufrimos por igual, pero todos reaccionamos ante un elemento extraño que nos advierte, que nos aclimata. El daño es un vendaje que cubre todas las heridas, y que nos educa para reinterpretar las consecuencias.  Ausentarse de él es no saber traducir la vida. 

Photo by Joséluis Vázquez Domènech

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Refugiados

Poemario Disidente.

Arrastro divergente los cúmulos de las piedras que se vuelven musgo cuando el tiempo y la humedad gangrenan las heridas. El desgaste no es proporcional al conflicto de intereses con la vida, sino a la inversa. El sacrificio me remite a la intemperie, a la compasión mostrada cuando cruzas las calles y te tropiezas con todos los andares de domingos centelleantes que te observan y muestran con el índice y los ojos brotando de sus arcos que tus pasos adolecen del orgullo del homo erectus triunfante y vitalista. Soy un mendigo de tu mirada, proscrito en mi tierra, y que ha llegado desde el vértice y la eclosión de la raza humana, atemperado por la sequía del desierto y las olas del estrecho. Si de convivir se tratara no atravesaría las vías en las horas marchitas de tus noches, y a buen seguro desayunaría con ese olor de los hornos a buena marcha y del café rociando las primeras palabras. Arrastro hasta el alba la ocasión perdida del sueño enmohecido, y cubriendo mis espaldas de la inquina y el esperpento me topo con el primer barrendero que sale a oficiar y limpiar el derroche. Los primeros sonidos de la ciudad filtran mi soledad, y a dentelladas conspiran contra mi presencia, y he de abandonar todo lugar que tú ocupas. A duras y con penas descubro que mi rincón lo ocupa un nuevo habitante, y soy incapaz de mostrarle que soy dueño de propiedad alguna, y menos de ésta. Ambos somos refugiados, hipotecados de por vida hasta que alguna suerte postergue tanta civilización y barbarie.

Invisivilizados, solo nos quedan pocas y amontonadas palabras.

Photo by Joséluis Vázquez Doménech

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Falsas amenazas

MiCita con las palabras:

Los estados más ricos lo celebran cada vez que se ponen de acuerdo para combatir lo que ellos llaman la amenza común. Pero un día comenzarán a sangrar sus heridas cuando el resto de estados se pongan de acuerdo para repeler la verdadera amenza que ellos mismos representan. Y yo aplaudiré removiéndome entre mis cenizas. 

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