Un dominio propio

Una de las más lúgubres maniobras de nuestras democracias es convertir la búsqueda de la verdad en delito y, de paso, hacer creer que las reflexiones que emanan de esa búsqueda sean consideradas subversivas o radicales.


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La historia oficial

Breves:

(De mentiras están llenas las bibliotecas)

La historia tiene casi tantas mentiras como páginas nos han vendido. Solo abre sus puertas a quien pudo permitirse el lujo de castigar al vencido. No narra solo los triunfos, también oculta y tergiversa, y entierra todo aquello que puede… en el olvido.

No has de fiarte de la historia, porque sus narradores no la escriben con sangre indígena o con letra obrera, sino con el sello impreso de quien lleva el timón de una embarcación farisea. No la escriben con nombre de mujer y el perfume de otras civilizaciones, sino con la cotización en bolsa de sus encorsetadas descripciones.

Ni la casa blanca es tan blanca ni el rey lleva corona alguna. Ni tu vientre pertenece a religión alguna ni el amor platónico amortigua la vida. Ningún mar se abrió en dos, y nunca jamás el pueblo hambriento nos llevó a una guerra.

No. No dejes que emane de sus páginas ni la castración ni el miedo, y tampoco el discurso de algún pastor y menos aún del obediente rebaño.

Tu cuerpo y tu mente tienen también sus filósofos y sus administradores de placer. Tu alegría y tu revolución se alojan en las estanterías a las que despojaron de futuro. Pero existen. Claro que existen.

Photo by Joséluis Vázquez Domènech

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