Un dominio propio

Una de las más lúgubres maniobras de nuestras democracias es convertir la búsqueda de la verdad en delito y, de paso, hacer creer que las reflexiones que emanan de esa búsqueda sean consideradas subversivas o radicales.


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The power of violence

No hay revuelta sin causa

Vergonzoso discurso de Macron, apelando a una humildad que jamás ha existido en su gobierno y su actitud. «Se que a veces he herido a algunos de vosotros con mis palabras», dijo ayer. Pero no admitió que lo peor no son sus palabras, sino sus actos, en favor del reducido grupo de ricos y contra toda la humanidad; en favor de la guerra y contra la paz.
 
Las chispas van a seguir rescatando miradas, no solo en Francia, sino en muchos rincones del mundo donde el lujo campa a sus anchas despreciando el sacrificio de la mayoría. El olor de la ira arrastrará a las calles a numerosas personas, y será difícil saber cuándo será el momento donde algunos aristócratas de la impunidad se verán rodeados, pero nadie ha de olvidar que quien cosecha la desigualdad recolectará el repudio y, más tarde, los perversos efectos de la violencia.
 
Nos recordó el presidente galo que eran reivindicaciones legítimas, pero esa legitimidad solo llegó cuando las voces se alzaron y los escaparates de las élites explotaron en mil pedazos. Él no ha claudicado, como nos quieren hacer ver. Solo ha dado un golpe de timón. Los que administran el poder no saben ponerse de rodillas, salvo cuando alguien les pone la soga al cuello.
 
Sus palabras de ayer son un soplo de aire fresco para quienes desean alterar el rumbo de los acontecimientos. Desde luego, no por lo que dijo, sino tan solo por lo que representa esa imagen (pidiendo perdón) de niño mimado encadenado a su prepotencia.
 
Por si había alguna duda, ahora millones de personas lo saben: la violencia es efectiva. Pero no lo olvidemos nunca, como respuesta a la constante humillación de quien no nos permite ni saludar la nueva jornada desnudos de revolución…
…buscando luz en la oscuridad.