Un dominio propio

Una de las más lúgubres maniobras de nuestras democracias es convertir la búsqueda de la verdad en delito y, de paso, hacer creer que las reflexiones que emanan de esa búsqueda sean consideradas subversivas o radicales.


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Carancho

¿No sabes qué hacer este fin de semana? Te invito al cine

Carancho

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Cine negro, crudo, sin artificios y sin amaneceres solventes, rodado entre las pérfidas calles de Buenos Aires. Y con Ricardo Darín, siempre Darín! Sexto largometraje de Pablo Trapero para mostrar el rostro de los negociantes sin escrúpulos, de los submundos que se apropian hasta de las heridas de nuestros propios accidentes. Thriller de carácter social pero a flor de piel, porque lo que en realidad desea mostrarnos es una historia de amor, transmitida como procede…, asistiendo a ella desde una intimidad que casi nos acaricia.

http://www.pelispedia.tv/pelicula/carancho/

Título original, Carancho

Año, 2010

Duración, 107 min.

País,  Argentina

Director, Pablo Trapero

Guión, Alejandro Fadel, Martín Mauregui, Santiago Mitre, Pablo Trapero

Fotografía, Julián Apezteguia

Reparto, Ricardo Darín, Martina Gusman, Darío Valenzuela, Carlos Weber, José Luis Arias,Loren Acuña, Gabriel Almirón, José Manuel Espeche

Productora, Coproducción Argentina-Francia; Fine Cut / Matanza Cine / Patagonik Film Group

Género, Drama. Thriller | Policíaco

Sinopsis,

Después de haber perdido su licencia, el abogado Sosa (Ricardo Darín) ingresa en una sociedad ilegal que se encarga de provocar accidentes automovilísticos para estafar a las aseguradoras. El destino hace que un día Sosa conozca a Luján (Martina Gusmán), una médica de un hospital de Buenos Aires. 


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Sin tabús

ContraCorriente (buscando nuevas miradas).

Un magnífico vídeo elaborado allá en la Argentina! Un poco de humor para abrir interrogantes, De la privacidad o intimidad del sexo, hasta su natural puesta en escena. Hablar de nuestras relaciones sin que ninguna puerta blinde nuestras sensaciones. Muy interesante, para comprobar hasta qué punto guardamos con celo el más profundo y generalizado de nuestros impulsos.


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Vulnerables

Caminando Sobre Arenas Movedizas

La ausencia de vínculos inquebrantables, esos que anteriormente denominábamos para siempre, se deshacen.  Pero se mantiene la necesidad, el impulso de amarrar lazos allí donde embarcan las emociones, con la diferencia de que ahora el proceso de individualización requiere más de nosotros mismos, y de un complemento energético para consolidar el propio esfuerzo. Sin el respaldo anterior de las instituciones de gran poder socializador, la autonomía esclarece aún más la sociedad de lo íntimo.

Refugiados (pero conectados), intuyendo que no habrá ligadura que cien años dure, que no habrá garantía alguna de perpetuidad. La exploración dentro de esta jaula de oro encierra una excepcional paradoja: conectar sí, pero sin atar bien los términos de cada  unión, con el firme propósito de proseguir otro camino para cuando las circunstancias se alteren.

Lo que subyace es un sentimiento de debilidad y desprotección, donde por un lado encontramos el detonador perfecto para buscarnos, pero por otro una balsa ligera, donde se construye anémicamente una frágil relación para sitiarla.

Este sentimiento procede de un hecho social que se ha instaurado en nuestras relaciones y, por tanto, en nuestra psique: somos fácilmente descartables. Así, queremos correspondernos, aunque desconfiando de hacerlo eternamente (vestigio caduco que pesa como una losa),  y pensando  que ello limitaría nuestra libertad.

Photo by Joséluis Vázquez Doménech

Photo by Joséluis Vázquez Doménech

Con esta situación transitamos entre el sueño del deleite a través de “las relaciones” y la pesadilla que se instala por las frustraciones que acarrean.  Y precisamente porque dichas comparecencias no resultan  satisfactorias, escudriñamos una nueva, deambulando constantemente entre la esperanza y el temor,  huyendo de una dependencia que parece nos disminuye.

Los suplementos de los periódicos y las revistas semanales tienen un remanente excelente  para llenar sus columnas con profusos consejos y seducirnos con infinidad de posibilidades. Pero son incapaces de resolver el misterio que ya se constata; hay un deseo creciente de tocarse, y al mismo tiempo un fervor latente para que no deje huella.

La confusión se instala en el difícil camino que va de las parejas a las redes, del compromiso a estar en contacto… La virtualidad  tiene una fácil puerta de entrada, y un más cómodo  portón de salida (borrar un contacto responde fácilmente a la sencilla pauta de desabastecerse de complicación alguna).

Puede deducirse de éstas líneas que es la calidad la que está en desuso, la que se fragmenta sin remedio ante la perenne existencia de un inestable discurso. Y cuando la calidad desmerece se investiga en la cantidad, enamorándonos y desenamorándonos como consuelo de esa oquedad, repitiendo el suceso vulnerables al amor… y la penumbra.

Conectados (pero refugiados), intuyendo que el tiempo es otro.

Colaboración para Ssociólogos.com

Publicado también en Iniciativa Debate 

 


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Hedonismo y Sexualidad

La gélida vertiente sexual del hedonismo tecnificado

La conmoción de la sociedad de la que hablaba Lipovetsky se ha desplegado con certera eficacia. Las costumbres del individuo contemporáneo han rebasado el consumo masificado y el nuevo modelo de socialización es ya el reflejo de la seducción continua, representada fielmente con la magia de las nuevas tecnologías y la consabida ganancia en autonomía personal.

Así, al mismo tiempo que se ha procedido a ahondar en un modelo de socialización más individualizado, el mundo como imagen y comunicación ha asentado la cultura moderna de la emancipación personal, liberándonos de roles y complejos.

Esta liberación se ha articulado tejida por la impronta del hedonismo, esa búsqueda del goce como tránsito hacia una vida más plena. Y paralelamente hemos incorporado en esa exploración el placer por excelencia protagonizado por nuestros cuerpos; una nueva sexualidad interconectada que está propiciando de una forma desbordante la publicitación de nuestra privacidad, hasta el punto de revelarla natural y cotidiana.

La sexducción ha tomado conciencia. Frente a la represión se ha patrocinado “ese verlo-todo, hacerlo-todo y decirlo-todo”, liberando con ello la  disponibilidad de nuestros cuerpos. De este modo la corriente narcisista encuentra en la personalización del deseo la medicina más deleitable.

Supuestamente imbuidos por las continuas descargas de información y estimulación, nos organizamos y orientamos gestionando los comportamientos desde amplios márgenes de decisión y elección.  Podríamos pensar que las cotas de libertad por las que nos movemos lograrían, en la medida de lo posible, una diversificación de nuestras vidas y también, en última instancia, de la felicidad.

Esta visualización de un universo completo a nuestros pies (y lleno de otros individuos sexuados) ha consagrado aún más el detonador que frecuenta la tecla del deseo, y ha incrementado la motivación por una causa libre, a la carta y sin aparentes reglas homogéneas, reconvirtiendo al ciudadano moderno en un ser henchido de autonomía y apetito.

Photo by Joséluis Vázquez Doménech

Photo by Joséluis Vázquez Doménech

El irrefrenable caudal de la apetencia no ha necesitado de pócima alguna para desproteger la intimidad  y dotarla de una coexistencia amplificada. Y sin privacidad alguna se ha ingeniado una nueva modalidad de proyección, de mostrarse sexualmente a los ojos del mundo como  elemento emergente de socialización.

La red social es la estancia donde se aloja cómodamente la avidez acumulativa; exceso de todo para intoxicar aún más la ausencia. El impulso añadido, el amor sin trono, el sueño en burbujas de vapor, el escaparate digitalizado, la competición mimética, el desguace de la rutina y… sobre todo, el sexo, exultante ante tanta avalancha.   Hemos mutado (avanzado) vertiginosamente hacia la tiranía del estímulo inabarcable, y a lo que era la adquisición compulsiva de bienes materiales, se le añade ahora la donación sin límites de promociones sexuales, bien a través de imágenes eróticas, citas consoladoras, apuestas experimentales, y encuentros sin precedentes…

En un intento de disfrutar al máximo de la vida, permitiendo que afloren los arrebatos narcisistas y emocionales, el  hedonismo se reconcilia con la autocomplacencia efímera y esquiva. Y, por tanto, la cultura del yo se vuelve sobre-exposición constante.

Las sensaciones obtenidas se van aligerando de entusiasmos y, quizás por ello, se reanuda la búsqueda en un bucle interminable de reiteración y conquista. Disciplinados en el deseo, la sexualidad emerge a cada instante. Sus apetencias son devoradas fácilmente en el espacio cibernético y como si de cualquier información se tratara, los pechos, los penes, las sonrisas y los dildos protagonizan  infinidad de escenas cotidianas. Se observan, se comparten, se viven, se dislocan con el teléfono en una mano y la precaria satisfacción en la otra. La sexualidad puede estar presente mientras cocinas, mientras viajas y mientras trabajas. Está más presente y es más explícita que nunca; es la mercancía más demandada.

Pero la cultura tecnificada pos-moderna nos ha identificado como saboteadores de nuestra propia satisfacción. En el tránsito, del consumo innecesario de objetos hemos pasado a franquear las pantallas para consumirnos nosotros mismos. Saturno devorando a sus hijos. La sexualidad excede en sus pretensiones, y deja de germinar por agotamiento. Claudica ante su pirotécnica puesta en escena (los miles de destellos que procuraba han desaparecido), y habita un cuerpo frío, cada vez más alejado de la satisfacción y más cerca del hastío y el cansancio.

El placer está cada vez más lejos, porque en ésta gélida estancia la seducción perpetua nos está colapsando. Existiremos a la espera de un nuevo implante tecnológico, que promoverá la rebelión de los afectos.

Publicado en http://iniciativadebate.org/2014/02/12/hedonismo-y-sexualidad/

Y en http://ssociologos.com/2014/02/10/la-gelida-vertiente-sexual-del-hedonismo-tecnificado/