Un dominio propio

Una de las más lúgubres maniobras de nuestras democracias es convertir la búsqueda de la verdad en delito y, de paso, hacer creer que las reflexiones que emanan de esa búsqueda sean consideradas subversivas o radicales.


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Irán

30 muertos

Photo by MAS (Movimiento de Apoyo a Siria)

Los muertos de Irán, por ejemplo, y la nula respuesta por parte de los feligreses occidentales de las redes sociales, es fiel reflejo del grado de ignorancia que nos rodea. Y añadamos a ello el absoluto sometimiento que mostramos hacia los medios de comunicación. Más de una persona en seguida me dirá que si reaccionamos ante «nuestros muertos» de otra manera, se debe sobre todo a la proximidad y a la influencia ejercida por ella. Pero esa reflexión queda huérfana de todo rigor. El niño Ayran, o un barco de refugiados en medio del mar también nos pueden resultar lejanos, pero ya se encargan los periodistas de turno de orientar nuestros actos (y nuestras emociones).

Vayan preparándose pronto para llorar por desplazados sirios, o para conmoverse por algún falso ataque con armas químicas «realizado por su propio gobierno», y dedíquense a llenar las pantallas con lágrimas de cocodrilo que menos solidarias son solo eso, respuesta del despropósito causado por el desconocimiento.

El Daesh, o lo que es lo mismo, Estados Unidos, Arabia Saudí y nuestros socios comerciales, matan indiscriminadamente allá donde les hace falta. Y sabemos desde hace tiempo que Irán les falta, que Irán es su nueva pieza, en esta temible partida de ajedrez donde el primero en mover pieza es siempre el imperialismo, el denigrante sistema que acatamos y ante el que nos arrodillamos sin que nos percatemos de los muertos que llevamos a nuestras espaldas.

Trump no es el payaso que nos venden. Es el presidente que va a poner a su pais al frente de un salvaje proyecto de guerra para intentar liberar al dólar. Pero no será él quien lo dinamite todo, será su sucesor, en una especie de respuesta necesaria y urgente (nos dirán) que deberán realizar, dado el «estrepitoso fracaso diplomático» y el tremendo legado dejado por el presidente.

El último atentado es uno más de los pasos a realizar, para terminar de desestabilizar por completo Oriente Medio y alzarse con una victoria que no llega.

Les está costando, y en el camino dejarán miles de muertos, pero no les importa, porque la sociedad, la nuestra, ya está anestesiada, y solo importan las pérdidas humanas señaladas.

Y éstas últimas, no conllevan dolor ni manifestación alguna que realizar. Éstos últimos muertos son los muertos del «bando enemigo». Y nos lo creemos y seguimos protagonizando el vergonzoso camino implantado por el capitalismo.