Un dominio propio

Una de las más lúgubres maniobras de nuestras democracias es convertir la búsqueda de la verdad en delito y, de paso, hacer creer que las reflexiones que emanan de esa búsqueda sean consideradas subversivas o radicales.


Cómo nos venden la moto

Hace ya mucho tiempo que Ignacio Ramonet y Noam Chomsky nos contaron con pelos y señales Cómo nos venden la moto”.Pero antes de que la población se sentara (de nuevo) a recapacitar un poco sobre ello, llegaron las grandes corporaciones ligadas a las redes sociales y a los medios de comunicación, y dieron por sentado que lo que nos hicieron llegar con ese sencillo y ameno libro no era nada comparado con lo que ahora estamos viviendo.

Me está resultando del todo inaudito ver cómo la población, casi en su integridad, está asumiendo con total naturalidad la propaganda vil que se está generando desde que un buen día a alguien se le ocurriera decir que vivimos en pandemia.

No voy a entrar en sus causas ni en ningún debate científico. A éstas alturas, ni me interesa ni me quedan fuerzas para ello. Bastante tenemos con lidiar la vida cotidiana con los destellos de la vacunación allí donde extiende sus alas.

No cabe duda alguna: nuestros gobiernos e instituciones nos están llevando en volandas por un camino que si por algo se caracteriza es por una clara utilización de la información como arma arrojadiza contra todo aquello que se mueve contra el pensamiento único.

En tiempos presentes no hay lugar para la reflexión. La distracción se ha convertido en un juego perverso y, en dicho juego, pueden entrar tanto las guerras como las batallitas del famoseo, las migraciones dolorosas o las reconciliaciones de parejas, las quinielas electorales o las vergüenzas de los partidos. Pero aunque a mucha gente le cueste creerlo, también nuestra salud forma parte de ese entretenimiento. Tanto que, a día de hoy, podemos concluir que no solo están jugando con nuestra salud sino que se están riendo de ella.

“Si se tiene el control absoluto de los medios de comunicación y el sistema educativo y los intelectuales son conformistas, puede surtir efecto cualquier política”. Y cualquier política es…, cualquier política. Yo, como profesor, puedo confirmar ruborizándome hasta la extenuación, que esta parcela de la administración para la que trabajo no solo está doblegada a unos intereses concretos, aún peor, está subordinada a ese ideario común que consiste en no tener ideas, y proyectar únicamente aquéllas que nos venden por televisión. Procurar invitar a la capacidad crítica y al diálogo es una pérdida de tiempo. Y si este pequeño detalle es una norma a mi alrededor, no quiero ni pensar lo que sucede más allá de los muros de los diferentes departamentos de la enseñanza. La situación es insostenible intelectualmente. Hemos llegado a tal punto que el debate es único e intransferible, y en ese debate han de participar solo los bienpensantes y todas aquellas personas cuyas palabras se inmolan antes de llegar a mancillar la imagen del poder. Y por muy abstracto que sea éste, siempre queda a salvo de todo enjuiciamiento.

Siguiendo con la lectura de ese certero ensayo arriba mencionado, nos dicen ambos autores que “el destacado teólogo y crítico de política internacional Reinold Niebuhr, conocido a veces como el teólogo del sistema, y gurú de George Kennan y de los intelectuales de Kennedy, afirmaba que la racionalidad es una técnica, una habilidad, al alcance de muy pocos: solo algunos la poseen, mientras que la mayoría de la gente, se guía por las emociones y los impulsos”. No puedo estar más de acuerdo, y no quiero erigirme en racionalista ni en ningún ser humano especial con ningún talento, tan solo quiero mostrar cómo se consolida esta idea y cómo se propaga sin parar. Yo tampoco estoy a salvo de las tormentas que acechan mis emociones, faltaría más. Pero creo que, a veces, me detengo.

Como lo estoy haciendo ahora, para ahondar en qué es lo que está sucediendo, y saber por qué a nuestro alrededor solo hay yermo.

Tal y como señalan, el furor ideológico del dogmatismo moderno no se detiene, y actualmente, está haciendo estragos con el denominado pensamiento único ***. Es tan denigrante la situación que no queda espacio para la disidencia. Y es tan grotesca la puesta en escena que solo pueden ser actores sociales aquellas personas capaces de fomentar el eco de sus palabras. No quiero dar nombres, aparecen siempre los mismos personajes cumpliendo a rajatabla el dictamen de la industria farmacéutica. Las vacunas son seguras, si no lo fueran, no las habríamos puesto en vuestras manos. Con ellas, salvamos a la población mundial de un desastre humanitario, y debemos confirmar una y otra vez que los beneficios superan a los riesgos.

Parece difícil llevar a todo un país a una guerra, pero es tan sencillo como dejarnos llevar por quien quiere la guerra. Y aunque creamos que no nos dejamos llevar, nos llevan en volandas. Raro es el pueblo que quiera justificar combate alguno, pero no hay pueblo que se salve de la inclemencia a la que nos someten los medios.

En un comienzo más tibio, pero con mayores dosis de ambigüedad, nos contaron pequeñas historias irreconciliables con la verdad. Llegaron a decir tantas cosas que necesitamos un archivo especial en el cerebro para recordarlo todo. El virus se contagiaba por tierra, mar y aire. Todas las superficies del mundo eran las enemigas a batir, y limpiar hasta la última mota de polvo se convirtió en el objetivo vital de miles de personas. Un día, me quedé petrificado ante la pantalla. Era la Sexta, y llegaron a dar porcentajes de la causa de contagio; el 60% de las veces resultaba ser por culpa de ese tipo de contacto. ¿De dónde sacaban esos datos? Era alucinante. Ahora resulta que es más que probable que no exista caso alguno de contagio por culpa de superficie contaminada alguna. Pasado el tiempo y todos conocemos la historia, la vacunación se ha convertido en el preciado elemento de venta. Y el proceso propagandístico es igual. Mentir o no decir la verdad ha sido el mantra que nos hemos visto obligados a tragar. Si hace dos años nos hubieran contado las mismas historias (sin los hechos que hasta ahora han ido ocurriendo), no se hubiera puesto la vacuna de Astrazeneca ni el director del hospital de mi comarca. Hoy, se la pone hasta el profesor de física y química. ¿Qué ha cambiado? La maquinaria no se detiene. Más bien, avanza y se hace más fuerte ante las adversidades.

La democracia es un sistema en el que los partidos que la sustentan están entrenados para trabajar al servicio de sus amos. Y si por alguna razón el entrenamiento falla o no da los resultados previstos, se cambia de discurso o de táctica, importando bien poco el sentido de ideología alguna. E importando, aún menos, las promesas o aquellas premisas que el electorado tuvo a bien respaldar en las últimas elecciones. La democracia, nuestra democracia, es un coladero de rentabilidad empresarial, en beneficio de unos pocos, y en claro detrimento de la mayoría absoluta.

Pero se fabrica opinión, igual que se pueden fabricar coches eléctricos, para que luzca mejor el escaparate de la modernidad. De tal forma que la ciudadanía cree tener la suya sin ser consciente de que su opinión no es más que el resultado del minucioso trabajo ejercido por miles de francotiradores a los que llaman periodistas, columnistas o tertulianos. Sin ellos, tendríamos alguna oportunidad de tocar el cielo. Con ellos, estamos bajo fuego enemigo tocando las puertas del infierno. Son el verdadero lastre del que primeramente nos deberíamos emancipar, antes incluso de hacerlo de la casa de nuestros padres.

¿Cuántos artículos habéis leído (en los medios más populares) poniendo en duda el patronazgo de la OMS o el discurso petrificado de nuestros mandatarios? Artículos duros, críticos, incisivos, que pongan en tela de juicio todo este proceso. Casi no existen. Y cuando aparecen, lo hacen porque los señores de arriba han abierto las puertas. Como ahora, que ante las reacciones tan evidentes que van apareciendo, no les queda otro remedio que decir algo al respecto. Decir nimiedades, para regresar al poco a cumplir con los objetivos marcados, alterando un poco el discurso, manipulando…

¿Cuántos informes oficiales reveladores de lo que está sucediendo os han analizado con precisión? Echarle un ojo a éste que publica el gobierno del Reino Unido recogiendo los casos de los efectos adversos de todas las vacunas.

La opinión…, o ese constructo consensuado para doblegar todos los posibles focos de protesta.

En un primer momento acordaron reunir al personal menor de 55 años para darle el premio a su fidelidad. Luego, y en base a rigurosos estudios realizados en tiempo récord, recomendaron ampliar el techo de edad, y las afortunadas serían todas aquellas personas que llegaran hasta los 65 años. Pero mira tú por donde que la ciencia avanzó tan rápido, que antes de darnos cuenta nos hicieron ver desde Alemania, siempre en la vanguardia de la investigación, que era preferible suministrar la suspensión inyectable solo a quienes hubieran franqueado la barrera de los 65 años. Y, al mismo tiempo, la Gran Bretaña, impulsora y productora de la vacuna en cuestión, apremiada por los increíbles resultados obtenidos en sus contundentes estudios decidió que los menores de 30 años mejor que se quedaran en casa, no fuera a ser que tuvieran un mal dormir.

Este fragmento, por si solo, sería suficiente para que la tropa de élite del periodismo mundial se parara a pensar un poco y escribiera los análisis más conflictivos existentes hasta hoy, pero ante la evidencia incuestionable de que todo va muy bien porque los beneficios superan a los riesgos, y ante la aclamada rueda de prensa ofrecida por la Agencia Europea del Medicamento (mostrando su absoluto respaldo al despropósito), el show televisivo sigue su curso.

La urgente necesidad de que en verano obtengamos el pasaporte sanitario, y respaldados por la increíble eficiencia de las demás vacunas, que éstas sí han sido testadas hasta con niños y niñas de todos los colores, tenemos como resultado que la industria farmacéutica hace y deshace a su gusto, los gobiernos bailan al son del más prepotente, y el pueblo…, el pueblo no despierta ni finalizado el toque de queda. Un certificado digital inteligente concedido como premio a la buena labor social, sin que importe lo más mínimo que un individuo vacunado pueda ser portador y transmisor de la infección, sin que importe en absoluto que no sepamos cuánto dura la inmunidad de la vacuna en cuestión, y sin que haya garantía de aptitud para viajar.

Todo, y mucho más, en el marco de una lógica sin precedentes. Falta de lógica que, al parecer, tampoco despierta un gran revuelo crítico entre los sesudos analistas que merodean los platós y los salones radiofónicos.

Estamos desprovistos de toda posibilidad de informarnos debidamente, a no ser que uno se proponga la ardua tarea de leer muchos documentos que están ahí, pero que los periodistas no leen porque no forma parte de su trabajo. Estamos a la deriva, y nos rescatan a golpes de emociones y responsabilidad. La palabra del año. Responsabilidad. ¿Cómo se contrarresta la dificultad de hacer creer a la población de que es bueno inyectarse con vacunas experimentales cuyas consecuencias están más allá de todo saber por muy científico que sea? Apelando a la responsabilidad personal de la ciudadana. Y este mensaje, tan hondo y entusiasta, llega al fondo de los corazones, y de la noche a la mañana, millones de personas se reconvierten con la nueva doctrina. Medio mundo asume que es su cometido ayudar a los demás, acepta con un sacrificio sin par tamaña obra, y se vacuna. Y lo hace, que duda cabe, por responsabilidad.

Pero no os creo. No os conozco, pero no os creo. He apelado a la responsabilidad conjunta miles de veces. Para no apoyar bajo ningún concepto la invasión de Libia, para defender a golpe de coraje la salida de la OTAN, para no cercar la pobreza en África, para ayudar al pueblo palestino, para desterrar a personajes como Guaidó, para no votar a partidos que nos empobrecen y oprimen, para abrir los ojos ante la política bélica de EEUU, para nombrar a Israel como merece, para promocionar el culto a la crítica, para esclarecer lo que acontece en Siria, para no rendir tributo a los “Cascos Blancos”, para depositar una mayor confianza en la paz, para resquebrajar el capitalismo, para incendiar las redes, y hasta para amar al prójimo…, pobre, inmigrante y sin horizonte. ¿Y sabéis cuál ha sido el resultado?. Exacto. Vacío absoluto. La tele no auspicia ni ensalza estos brotes perturbados que me caracterizan.

La tele, se dedica a otras cosas más complacientes con el engaño. Deseo recordar cómo fueron los comienzos de la propaganda; de la aprehensión de nuestras mentes y nuestros sentimientos. Y regreso de nuevo a Ignacio, a Noam, y a tantos otros que se han preocupado por hacernos ver cómo nos estafan: “Ocurrió bajo el mandato de Woodrow Wilson. Este fue elegido presidente en 1916 como líder de la plataforma electoral Paz sin victoria, cuando se cruzaba el ecuador de la Primera Guerra Mundial. La población era muy pacifista y no veía ninguna razón para involucrarse en una guerra europea; sin embargo, la administración Wilson había decidido que el país tomaría parte en el conflicto. Había por tanto que hacer algo para inducir en la sociedad la idea de la obligación de participar en la guerra. Y se creó una comisión de propaganda gubernamental, conocida con el nombre de Comisión Creel, que, en seis meses, logró convertir una población pacífica en otra histérica y belicista que quería ir a la guerra y destruir todo lo que oliera a alemán, despedazar a todos los alemanes, y salvar así al mundo.”

Creo que hay que tener un poco de cuidado, con todas esas corporaciones o grupos de poder que quieren salvarnos de las amenazas que perturban este mundo. La razón es muy sencilla; el mundo, sin ellos, ya está a salvo.

Y quizás, ya sea hora de terminar por hoy. “El jardinero fiel” ya pasó a la historia. Por aquél entonces, reaccionamos con pavor e indignación. Aquella aterradora verdad de las farmacéuticas anunciaba un mundo que se nos venía abajo, y estábamos agradecidos por saber cómo funcionaba éste. Pues bien, el mundo no ha cambiado, pero el guion de la película ahora es otro. Estaría bien que fuéramos capaces, aunque sea, de no dar crédito al pensamiento único, y considerar la opción de que, quizás, nos estén tomando el pelo.

Estaría bien que determinados colectivos, como al que pertenezco, hicieran valer la misma capacidad reflexiva y crítica que, en principio, exige a su alumnado. Estaría bien que antes de decir si a todo, digamos si a nuestra propia capacidad contestataria, esa misma que tantas veces aplaudimos en las salas de cine, embriagados ante la cruda realidad.

Lástima que aún nos quede un largo recorrido para dar rienda suelta a nuestra irrefrenable y deslumbrante responsabilidad.

*** ”¿Qué es el pensamiento único? La traducción a términos ideológicos de pretensión universal de los intereses de un conjunto de fuerzas económicas, en especial, las del capital internacional. Se puede decir que está formulada y definida a partir de 1944, con ocasión de los Acuerdos de Bretton-Woods. Sus fuentes principales son las grandes instituciones económicas y monetarias –Banco Mundial, Fondo Monetario Internacional, Organización de Cooperación y Desarrollo Económico, Acuerdo General sobre Tarifas Aduaneras y Comercio, Comisión Europea, Banco de Francia, etc. (quiero añadir yo a la OMS)– quienes, mediante su financiación, afilian al servicio de sus ideas, en todo el planeta, a muchos centros de investigación, universidades y fundaciones que, a su vez, afinan y propagan la buena nueva. Esta es recogida y reproducida por los principales órganos de información económica y principalmente por las biblias de inversores y especuladores de bolsa –The Wall Street Journal, The Financial Times,The Economist, Far Eastern Economic Review, Agencia Reuter, etc.–que suelen ser propiedad de grandes grupos industriales o financieros. En casi todas partes facultades de ciencias económicas, periodistas,ensayistas y también políticos, examinan de nuevo los principales mandamientos de estas nuevas tablas de la ley y, usando como repetidores los medios de comunicación de masas, los reiteran hasta la saciedad sabiendo a ciencia cierta que, en nuestra sociedad mediática,repetición vale por demostración.”

Cuidaros!

OTAN NO, Bases Fuera

Colaboración para Iniciativa Debate y Ojos para la paz


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Contra tu soberbia (y II)

02- Entre tú y yo (Historias para no olvidar)

Tú puedes ser un banquero, un tirano, un político, una reina, un empresario, un juez, un policía, una periodista, un alcalde, un  verdugo, un obispo o incluso un esposo receloso. Yo, puedo ser una niña, un balsero, un pescador, una mariscadora, tu esposa, un agricultor, cualquier ciudadano anónimo y hasta tu propio profesor.

Entre tú y yo hay infinidad de acontecimientos difíciles de olvidar. Historias que te delatan, y que es preciso recordar.

Llevamos siglos viéndonos las caras, y por muy difícil que parezca entenderlo, sigues ahí…, amenazando todas mis demarcaciones y perforando mi cerebro sin complejos. Eres el rey que te has atribuido la potestad de hacer amigos que te cubren de dinero, y yo un desorientado ciudadano al que le cuesta comprender la razón de ser de este macabro juego. Santo Tomás defendía tu figura, como gobernante y pastor, como la mágica unión entre el Estado y la Iglesia, y por obra y gracia de dios tu semen no para de engendrar nuevas coronas y nuevas tropelías.

A tu lado se sientan muchos acreedores. Dos de ellos son el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, que rápidamente se convierten en organismos de destrucción masiva. Desde mi cabaña he visto como han llegado a nuestras selvas compañías petroleras y de gas, mineros y empresarios, apoderándose de hasta las semillas de las tierras que lloran. Habéis dinamitado nuestros campos y nos habéis obligado a endeudarnos. Soy un pobre campesino, desterrado y humillado, y sin ningún tribunal que avale ni tan siquiera mi existencia.

Te vi  hace poco en una rueda de prensa. Yo estaba en una camilla, con ambas manos crucificadas por tus concertinas. Una herida abierta en mi brazo izquierdo, y un corte en la planta de los pies. Dos dedos han perdido toda movilidad. Yo estaba malherido, pero podía escuchar tu discurso sanguinario; tomando medidas disuasorias contra mí, y pidiendo informes para saber si las cuchillas tenían efectos en las personas. Estoy internado en un centro para extranjeros, pero antes de caer rendido puedo oirte decir que “en la defensa de los derechos humanos, nadie nos va a ganar”.

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Con un fuerte golpe sobre la interminable mesa de madera has dictado sentencia. A mi pequeño pueblo de Palestina nos ha llegado la noticia de que una Corte Internacional ha constatado que el levantamiento del muro y los asentamientos son ilegales. Cada mañana cuando despierto, una interminable valla custodiada por varias torres de vigilancia me impide ir a jugar con mis primos, que están al otro lado. Bajo el único olivo que quedó en pie guardé la chaqueta que llevaba mi padre cuando dos tiros le sesgaron la vida.

Acabo de salir del túnel. Trece horas después de dibujar mis pulmones con mercurio y picar la pesada piedra que trasladé sobre mis espaldas con un martillo de cuatro kilos. Me lo dijo hace dos años mi madre; ya no podrás ir al colegio y acompañarás a tu padre a la cantera. Cada año mueren 38.000 niños como yo en accidentes de trabajo. También sé que Colombia es uno de los países más minados del mundo (y con más víctimas de esas minas antipersonas). Y así es, ya consiguieron que dejáramos de ser personas, mientras tú inviertes en bolsa depreciando el valor del maíz, y compras lingotes de oro que eran polvo de muerte en la aldea que me vio nacer, y ya a nadie puedes ver.

He dado un portazo y me he encerrado en la habitación. Mi cuerpo es legislado como si yo fuera suelo a expropiar. Mujeres de todo el mundo somos despreciadas sin complejos, ignoradas en la coexistencia y cosificadas hasta doblegar nuestra intimidad y nuestros cuerpos. Acabo de regresar de una habitación “clandestina”, y no hago más que mirarme en el espejo y auscultar mi presencia con la mirada. Estoy difuminada. Apenas si tengo capacidad para darme significado, para comprender tanto veneno. Tú querías obligarme a ser madre, violando mi autonomía y mis derechos, plegado a tu jerarquía ministerial, y orgulloso de tu corrupta ideología.

Por hoy ha terminado la jornada laboral. Hemos estado recogiendo gravilla con las manos para después meterla en contenedores de plástico que, al final, transportamos sobre nuestras cabezas. Mi marido no sé donde está. Se lo llevaron por carreteras asfaltadas con mi gravilla en una furgoneta llena de soldados armados. Tú, hombre religioso donde los haya, y tal vez por ello elegido Ministro de Defensa, sabes mucho de venta de armas. Estos días de guerra te tengo muy presente, cada vez que mi espalda se contrae para erguirme por mi vida; cada vez que de regreso a ninguna casa la sangre mancha mis pisadas.

Con cada letra del abecedario podríamos empezar miles de historias que nos pondrían los pelos de punta y, achatada por los polos, el alma. Así es nuestra Tierra. Somos ya muchos quienes coincidimos en la necesidad de cambiar. Nos queda la protesta; salir a las calles y dibujar más que pintadas de amor y libertad. Las ofensivas han llegado ya a las puertas de nuestras casas. Y por todo ello, además de gritar, queremos ir hacia ti, y mostrarte en persona las consecuencias de actos tan vejatorios, tus actos. Sabedores de las “indecorosas” consecuencias que ello tendría, tú, y todos los que son como tú, respondéis con la nueva Ley De Seguridad Ciudadana. Y sumamente agradecidos, nos instituimos en tu enemigo.

Con tu soberbia y tu maldad congénita has inundado de piedras la distancia que nos separa. Entre tú y yo solo queda la grieta. No podemos cruzarla, ni trasladarnos a los confines del universo para esquivarla y atravesarla por su esquina más remota. Entre tú y yo el deshielo ya es un hecho, y la glaciación ha comenzado. No preguntes por mí en ninguna de tus próximas reuniones. Es posible que me haya levantado, mientras veo como se tiñen de miedo las suelas de tus zapatos. Eleva un muro allá donde estés, porque el sufrimiento necesita detener su soplo, y cuando el malestar supere al miedo, no solo comprenderás tu inquebrantable acto de mala fe, sino que podrás ver miles de yos acudiendo a derribar tu muro, y tu infame procacidad. Porque entre tú y yo, has planificado perfectamente nuestra venganza.

Publicado en Iniciativa Debate

http://iniciativadebate.org/2014/01/22/contra-tu-soberbia-ii/

Los barandilleros de La Concha

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Mi Fotosfera.

Muchas veces solo hay que saber esperar. Tener paciencia, y disponer de una cámara sencilla y una mirada inquieta. La barandilla me aburría, así que dejé paso a los barandilleros…

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Civivox. La conquista de nuestros objetivos

Pautas sociales y objetivos personales

Estamos obligados a explorar nuestra actitud crítica. Necesitamos observar nuestra realidad, y entender cómo funciona. Saber dónde se construyen los falsos sueños, y luchar por nuestras convicciones. Crear un puente entre el entorno social y nuestra dimensión privada. Un puente, sin el cual, el equilibrio desaparece.

Los procedimientos que nos proponen no son siempre los más acertados, podríamos llegar a decir incluso que son, en su mayoría, perjudiciales, porque se alejan del reconocimiento y de nuestra propia singularidad, y olvidan en exceso el carácter social de las personas.

Photo by Joséluis V. Doménech

Photo by Joséluis V. Doménech

Es indudable que la actitud que debemos presentar ha de ser causa de motivación y de optimismo, pero más lo es que en innumerables ocasiones hemos de presentar batalla ante un entorno hostil, y podemos, y debemos, sentir la rabia, la desazón, y también la tristeza, para desde las bases de una escenario congruente, poder fomentar otras vías para reivindicar todos los fines.

El primer ejercicio de recuperación, no puede realizarse a través de unas herramientas comunes a todos, más bien debería empezar por la concienciación de una realidad que se construye también al margen de nuestras propias decisiones.

Esa aproximación ha de ser individual, que no egoísta, y ha de estar promovida por un pensamiento crítico, con un escepticismo sano, humilde, y dirigido desde la libertad de pensamiento.

Al final nuestros propios argumentos validarán con mayor eficacia los pasos que hemos de dar.

Y creo que quienes nos dedicamos al estudio de las ciencias sociales, debiéramos preocuparnos más por fomentar esa causa, y menos por regalar las claves del éxito.

Civivox San Jorge

Lunes, 04 de noviembre de 2013, 19’00 

Sesión impartida por Joséluis V. Doménech


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Contra el optimismo incendiario

ContraCorriente (buscando nuevas miradas). 

En excesivas ocasiones se está arrinconando al individuo en un espacio en el que con sus propias armas y desde su soledad, ha de mantener una lucha abierta para poder lograr, no ya algunos objetivos que van más allá de los necesarios, sino incluso esos objetivos básicos de la vida cotidiana (como puede ser el de una supervivencia digna).

Con el fin de conseguir dicho fin, y envuelto con una aureola de sacrificio y de la reivindicación de la lucha interna, se nos sitúa en el centro del problema, para de ese modo hacernos ver que está en nosotros mismos la solución a la mayoría de dificultades que podemos arrastrar a lo largo de la vida. Esta visión, está respaldada por una amplia literatura, y promocionada desde círculos de pensamiento cercanos al liberalismo más extremo, en el que se puja por la pugna entre los ciudadanos, en lugar de promocionar la cohesión social y la solidaridad. Hablamos del Pensamiento Positivo…

Photo by Joséluis V. Doménech

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Contra el optimismo incendiario

Lo que más puede atormentar a un sufrido ciudadano que está procurando alzar su voz, su rabia o su voluntad de recuperarse de una calamidad, es todo un grupo de pensadores intentándole convencer de que en sus propias reflexiones está la trampa de su destino.

No importa que la aflicción que podamos padecer en algún momento de la vida sea producida por un acontecimiento externo a nuestra voluntad (bien por una enfermedad cancerígena, un atropello en un accidente de tráfico, o la muerte de un ser querido), o sea debida a una decisión propia que no se ha sabido reconducir (como puede ser enamorarte de un fascista, sobrevivir a una intoxicación etílica, o formar un  tandem con una tuna que en sus comienzos fue el grupo de boy scouts más activo del barrio).

Todo es perfectamente posible en la nueva filosofía del milenio. El pensamiento positivo no solo nos puede salvar de las calamidades ajenas, sino que del mismo modo, posee una inusitada fórmula para hacernos emprendedores de la feliz conquista de nuestras vidas. Todo es superable desde el momento en que nada es cierto y nada es real. Porque el mundo, es lo que tú piensas. Así que el mundo…, está a tus pies.

La inquina voluntad del individuo (aquella que procura atarearse para aproximarse a la realidad) es un obstáculo, una trasgresión que va a impedir alcanzar los buenos objetivos. Éstos, por buenos, deben estar en contacto permanente con los buenos pensamientos, y éstos, harán perecer la triste letanía de los acontecimientos.

En línea directa con estos argumentos hay un hecho que no podemos dejar pasar de largo. Al igual que nuestra pasión positiva puede ayudarnos en nuestras metas, la de todos juntos puede ser como sentir la mano de Dios. Acción social directa contra el enemigo. Nuevas estrategias revolucionarias con la llegada de un nuevo siglo.

Pero, ¿quién es el enemigo? No es la bolsa de New York, ni las reformas laborales, ni un ejército de células malignas, ni el Banco Central, ni las guerras devastadoras, ni el coche que se te vino encima a doscientos por hora circulando en dirección contraria. No. El enemigo eres tú. Porque posees tu propio imán. Tu poder de atracción es descomunal. E incluso hay momentos que cuando despliegas toneladas de pensamientos positivos, alteras la fuerza gravitatoria de la tierra, y Newton resucita para recomponer su fórmula, y considerar que la aceleración de la gravedad es inversamente proporcional a la fuerza mental de un grupo de positivistas haciendo control mental en la Alpujarras.

No es ninguna broma. Puede llegar a ser incluso insultante. Si nuestros pensamientos encierran la posibilidad de generar transformaciones efectivas pueden, lógicamente, reconducirse hacia perversas manifestaciones de la realidad.

Rhonda Byrne es autora del libro “El Secreto”, un best seller con protagonismo indiscutible en las estanterías de los libros de auto-ayuda. Su notoriedad se hizo patente  al ser  invitada al programa de Oprah Winfrey por partida doble. Preguntada por el tsunami de 2006 sobre cómo podía haber sucedido, llegó a decir que las víctimas debieron de haber enviado esas vibraciones, y que atrajeron el maremoto porque no nos pasa nada que nosotros no atraigamos. Punto y final.

Estamos obligados a desterrar de la faz de la tierra estas sórdidas interpretaciones. “Nos impiden convivir con el sufrimiento de forma natural, y nos imposibilitan poder poner en común experiencias y discursos que no estén programados desde ese forzado optimismo”*. Los sentimientos que podemos asociar con la ira, la tristeza o el desconsuelo han de ser arrojados al precipicio, dado que solo una actitud positiva puede liberarnos del malestar. Hasta tal punto puede llegar esta psicosis que el hecho de padecer un cáncer se llega a considerar un “don”, porque estamos ante la oportunidad de convertirnos en personas mejores, ante un regalo de la vida que hará que podamos apreciarla y disfrutarla más.

Mi sistema inmunológico se está debilitando. Asistimos al desembarco de los gurus del nuevo positivismo, de la filosofía constructora del sujeto activo, capaz de alterar su situación adhiriéndose al sensacionalismo más pueril. No importa que te hayan despedido del trabajo, eso significa que ha llegado el momento de superarte a ti mismo, para buscar y rastrear en tu interior esa fortaleza que siempre has tenido, pero que hasta ahora no habías podido acreditar. No importa que tu marido haya muerto y dispongas de una pensión que apenas puede sujetarse con pinzas, porque ha llegado el momento en que has de empezar a comprender que la edad no es barrera para empezar de nuevo. Y no importa que te despiertes con un tipo loco por la música de Bisbal. Ahora sí que no importa nada, es el gran momento para darle un vuelco a tu vida.

«La vida siempre espera situaciones críticas para que surja tu lado más brillante» (nos dicen sin cesar)

Así es. Estoy a punto de contribuir a la creación de un grupo paramilitar con el único fin de asestar un golpe al centro del universo, y robar la energía necesaria para distribuirla entre los más necesitados. Y al mismo tiempo, aprovechar para destronar del poder a esa camada de sabuesos teñidos de rosa, y depositar sus restos en un escaparate de El Corte Inglés.

No podemos contener la irritación, sencillamente, porque no podemos permanecer ausentes. El sol sale todos los días, si, pero la oscuridad lo devuelve a su sitio de una patada, noche tras noche, luna tras luna. 

* “Sonríe o muere. La trampa del pensamiento positivo”, Barbara Ehrenreich, Editorial Turner, Madrid, 2012

Publicado en Iniciativa Debate

http://iniciativadebate.org/2013/11/19/contra-el-optimismo-incendiario/


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Camino a tu lado

Poemario Disidente.

No soy lo que tu crees. También soy lo que represento, o lo que callo. Incluso lo que sueño, y no persigo. También soy lo que procuro, y lo que no consigo. Y muchas veces, hasta con vehemencia, lo que me dejas ser. Soy reversible, y también constante (creo). Ayer fui otro; ya ves. No me reconocí cuando te desnudé y las manzanas cayeron rodando. Pero, tampoco importa. Así somos todos. O dejamos de ser. Unos desconocidos que podemos llegarnos a reconocer.

Picture of Flavia Codsi

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