Croupiers de la política
Creo que el dirigente socialista va a salir ganando en esta nueva partida de cartas que ha empezado con el nuevo proceso de investidura.
Va a volcar sobre Podemos toda la carga para la formación de un nuevo gobierno con el fin de expulsar al PP del ejecutivo. Incluirá en su oferta a Cs, ofrecerá un cambio de cara con un programa social preparado ad hoc y, de ese modo, interpelará a Pablo Iglesias haciéndole ver que era eso precisamente lo que quería (hacer lo posible para que no regrese Mariano Rajoy y llegar a acuerdos de política social).
En el hipotético caso de que Podemos rechazara y se convocaran nuevas elecciones (o se abriera una nueva opción de investidura con el presidente en funciones) caería sobre ellos la espada de Damocles, por no haber aceptado la posibilidad (real) de dejar al PP fuera de cualquier Gobierno.
Pablo Iglesias cree que repitiendo una y otra vez su inconveniencia de no formar un ejecutivo con Cs, dicha reiteración le va a dar crédito, pero olvida que no ha de rendir cuentas con toda la ciudadanía, sino con el engranaje del poder. Esto es, su partido no es el eje sobre el que va a girar la posibilidad del cambio, aunque sean muchas las personas que confían en lo contrario.
Así, quienes piensan que el PSOE va perdiendo credibilidad y votantes, va desencaminado. Tiene en su mano el doble juego que la mayoría de votantes esperan, no permitir el regreso de Rajoy, y hacer un guiño con algunos cambios que ellos prometerán ser importantes. Y, sin duda, jugará con ambas posibilidades y resucitará.
Podemos ha efectuado la peor jugada que podía dar, ofrecerse al PSOE para formar un gobierno plural. Por un lado, pierde “credibilidad” entre miles de ciudadanos que sostienen que nunca debió dar la mano a esa casta que tanto criticaba hasta no hace mucho. Y, por otro, ha querido erigirse como elemento indispensable mientras la Realpolitik le va a dar la espalda.
Lógicamente, hay elementos que nos hacen ver que puede haber otras variantes. Pero todas ellas (menos la llamada formación de izquierdas con la ayuda de los nacionalistas) dependen únicamente de los lobbys económicos, presentes en el sector duro del PSOE y en el ámbito de Albert Rivera, que son los que pueden hacer que o bien éste termine por hacer fracasar una coalición solvente, o presionen para que la única posibilidad sea en el marco del tripartito liberal.
Con todo, el juego sigue. Y por mucho que sean legión quienes respaldan la llegada de una verdadera renovación, aquél sueño maniqueo de expulsar a las élites del poder ya tomó rumbo a un planeta desconocido, y ha quedado herida de muerte la posibilidad de girar hacia la izquierda y luchar por los verdaderos intereses de los más necesitados.
(Este sistema se lo come todo)

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