Un dominio propio

Una de las más lúgubres maniobras de nuestras democracias es convertir la búsqueda de la verdad en delito y, de paso, hacer creer que las reflexiones que emanan de esa búsqueda sean consideradas subversivas o radicales.


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Reacciones en cascada

Photo by Joséluis Vázquez Domènech

Photo by Joséluis Vázquez Domènech

A vueltas con el Manifiesto de las narices

El 01 de septiembre dí la bienvenida al nuevo curso político con un artículo que hacía referencia al Manifiesto por un Gobierno de Progreso. Entre otras cosas dejaba ver que el respaldo que había suscitado procedía en buena manera de ese séquito de ciudadanos socialdemócratas próximos al PSOE que habían tenido un trato agradable con la maravillosa cultura de la transición.

Hubo algunos comentarios al respecto. Desde quien me llamó cretino hasta quien determinó que escribía llamado por el odio. Y hubo también quien se enojó porque metía a todos en el mismo saco y desconocía la trayectoria de muchos de los firmantes.

Pocos días después de la mágica aparición de dicho manifiesto, Pedro Sánchez ratifica en público mis maléficas conjeturas, y llama a la responsabilidad a Ciudadanos y Unidos Podemos.

Son muchas personas las que piensan que cualquier cosa es mejor a que el PP siga gobernando. La mayoría de la gente no acostumbra a pensar a largo plazo, y es una de las razones de que cada dos por tres nos las den con queso. Pero claro, y es aquí donde mis neuronas se escandalizan, una cosa es que todos tengamos el derecho de elegir la opción que deseemos, y otra muy distinta, que para ello justifiquen su elección con bárbaras alegaciones o, lo que es peor, desde las cimas del desconocimiento.

Y aquí reitero mi crítica hacia quienes, presumiblemente siendo ciudadanos intachables, son capaces de respaldar y firmar cualquier documento que llegue a sus manos sin meditar previamente qué están firmando, con quién, y para qué.

Pues bien, hay mil y una razones para alejarse del PSOE, y más aún para hacerlo cuando ellos mismos se autodenominan representantes de las fuerzas del cambio. Hermosas palabras si no fuera porque su propia historia nos devuelve el rostro más infame al que representan.

Para quienes no han tenido ocasión de leer uno de los últimos artículos aparecidos en Iniciativa Debate, aquí les presento a algunos de los representantes de la regeneración política de la transición.

Y ahora, lean ustedes esa pequeña parte de la Historia, y adhiéranse al dichoso manifiesto por el cambio.

Salud, y hasta más ver.

P.D.: Ah, se me olvidaba. Lógicamente, también considero un error de primera magnitud que Pablo Iglesias y sus seguidores se echen en brazos del PSOE como alma en pena, en vez de trabajar por la construcción de una verdadera izquierda, justo en el momento que había la posibilidad de dar un portazo a un partido que ha ofrecido un trato degradante a medio mundo.

 


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Intelectuales, políticos y artistas, siguen dando el cante

Manifiesto por un gobierno de progreso

Son como una plaga, que aparece muy de vez en cuando, y traen en sus alforjas palabras llenas de despropósitos. Que precisamente a ellos tengamos que convidarlos para que repasen el significado que otorgan a algunos términos dice mucho de su indiferencia con el buen uso del lenguaje. En sus bocas, llenas de nostalgia de otros tiempos al que llamaron transición y dinamización de «culturas socialistas», observamos con  asombro y cierto desconcierto cómo esculpen y salivan lo que entienden por progreso.

No hace falta ser un lince para adivinar en muchos de ellos esa proximidad latente con un periodo en el que fueron tratados como reyes, del mambo de políticas de adhesión y amiguismo. Y además, no se retractan de ello, sino que embisten con el signo de su intelectualidad un tanto innoble, intentando convencernos de la imperiosa necesidad que tenemos para admitir que hay una solución para sacar a España del atolladero y, para que de una vez por todas, éste país tome rumbo hacia un florecimiento cultural sin precedentes.

Joaquín Sabina, Antonio López, Baltasar Garzón, Miguel Ríos, Pepe Viyuela, Vicente Molina Foix y toda la troupe socialdemócrata hacen un llamamiento para que «no se puedan permitir cuatro años más de un gobierno del PP,  que ha traído el empobrecimiento y el incremento de las desigualdades». Olvidan decirnos que Felipe González luchó como un auténtico guerrero para enriquecer a unos pocos, someterse a las órdenes del imperio, militarizar su territorio, plegarse al llamamiento de las grandes empresas y vivir a cuerpo de rey con sus amigos del alma. Pero eso son nimiedades, especulaciones de teorías conspiratorias sin valor alguno. 

Photo by Joséluis Vázquez Domènech

Photo by Joséluis Vázquez Domènech

El PSOE es un partido de chichinabo, conmovedor hasta en sus últimas incongruencias. Porque no lo olvidemos, este panfleto audiovisual de muy mal gusto lleva su sello, rodeado de artistas, políticos y sindicalistas que conforman un paraguas de indudable catadura moral surrealista. Quieren convencernos de que el progreso pasa por Ciudadanos y dicho partido, asociándose con Podemos para de una vez por todas avanzar a ritmo de boleros.

Sorprende que éste último partido no haya sacado ya un comunicado distanciándose de semejante tropelía, con contundencia, pero entiendo que todo vale en esta etapa en la que con la boca pequeña pueden decirse hasta las más grandes tonterías.

Así es, ha llegado un nuevo manifiesto, y llaman a «todos los ciudadanos y ciudadanas a unirse a esta exigencia democrática». No se lo pierdan, llaman a un gobierno de PSOE, Ciudadanos y Unidos Podemos una exigencia democrática. Este deseo se resume muy bien en el discurso de Manuel Rico: «No es inevitable que haya un gobierno del Partido Popular en los próximos cuatro años. No es una maldición ese castigo. Podemos cambiar la situación si efectivamente apostamos por un acuerdo entre los tres partidos que han obtenido la mayoría social y la mayoría parlamentaria. Hablo de Ciudadanos, hablo del PSOE y hablo de Podemos. Los tres partidos coinciden en la regeneración democrática, coinciden en la defensa del Estado del Bienestar y de las conquistas sociales, coinciden en la reforma democrática de las instituciones y en la limpieza y en la transparencia, y coinciden en una nueva dinámica económica. Yo creo que se pueden poner de acuerdo en un mínimo común denominador y abrir paso a un gobierno de cambio y progreso»

Las cosas así, les urjo a que nos concreten qué entienden por progreso, qué entienden por regeneración democrática o qué entienden por limpieza y transparencia, porque sobra decir que el PSOE, no solo adolece de todo ello, sino que forma parte, sin ningún tipo de dudas, de la creación de un sin fin de mecanismos que han apoyado sin descanso la involución democrática en España y en el mundo. (Me temo que a estas alturas también tendrían que darme su definición de «Democracia»).

Si ya es un pequeño delirio su propuesta, cabe decir también que su mayoría social no considera importante unir a la CUP, por poner un ejemplo, porque como ya sabemos a estas alturas, ni son progresistas y mucho menos defensores de regeneración institucional alguna. Son así ellos, demócratas que luchan incondicionalmente por la causa. Eso sí, pero no por una causa democrática, sino por su causa.

Cansa ya tanto manifiesto maniqueo. Y siento enormemente la ausencia de todas estas firmas en innumerables casos de arbitrariedad política e injusticias que se han dado en España desde la transición. Pero es que ahí reside el quid de la cuestión. Son ellos mismos los protagonistas de dicha transición, y nosotros los espectadores a los que nos obligan  una y otra vez a asistir a sus fiestas y bailes de salón. 

Son quienes sin vergüenza alguna salen en la foto para ver su propio reflejo, inundado de gracia.

Colaboración para Iniciativa Debate

 

 

 

 

 


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El despropósito de los «intelectuales»

Manifiesto a los diputados electos

Photo by Joséluis Vázquez Doménech

Photo by Joséluis Vázquez Doménech

Desde el presidente del Partido Nacionalista Andaluz hasta Joaquín Almunia, no lo olvidemos, ilustre ex vicepresidente de la Comisión Europea, y pasando por catedráticos de universidad y escritores convalecientes de ética, nos llega un nuevo manifiesto dirigido a los diputados electos, con el propósito de hacerles ver dónde reside el buen camino para sacar España de tanta y malévola incertidumbre. 

Según dicho grupo, se atreven «a indicar algunas cuestiones de primera necesidad que deberían de atenderse de inmediato» y estiman que «lo prioritario es investir un Gobierno que cuente con el respaldo suficiente para impulsar la estabilidad económica en el marco de nuestros compromisos europeos; para adoptar medidas sociales correctoras de las crecientes desigualdades; y para emprender una reforma… que aborde la articulación territorial».

Lo han llamado en muchos sitios un manifiesto firmado por muchos intelectuales y ex ministros. La «y» parece muy importante,  y algo de razón hay, porque parece difícil, muy difícil, ser ambas cosas al mismo tiempo. Hombres en su mayoría, «dedicados preferentemente al cultivo de las ciencias y las letras» (R.A.E.), que comparecen ante todo un país ungidos de pesadumbre y malestar debido a la caótica situación que desean resolver, y que no esconden su aversión y su antipatía contra todo un pueblo.

Dicen querer corregir las desigualdades. Gran obra la suya si fuera cierta. Pero se quedan tan a gusto con sus (no nuestros) compromisos europeos y su articulación territorial, que parece correrles por las venas como la sangre que les nutre en vida.

Si fuera cierto su deseo de acabar con la creciente disparidad en el reparto de las riquezas, hace tiempo que se hubieran levantado en palabras (las armas de los intelectuales). Razones no les hubieran faltado para contraatacar con el ánimo de tumbar las sucesivas reformas laborales, la ayuda inestimable a los bancos, las políticas económicas regresivas y tendenciosas, los misiles de la OTAN y sus bárbaras invasiones, los regímenes neo-liberales y sus desastrosas consecuencias, la reforma del artículo 135 de la Constitución, el feminicidio imperante en la sociedad, el caldo de cultivo de la violencia estatal, el terrorismo financiero de los mercados, la corrupción que engrasa y suministra de poder a sus amigos, la complicidad con monarquías millonarias, la servidumbre de la información con los grupos de poder, la falta de democracia, el olvido de la justicia y la imperdonable ausencia de este mundo despiadado y voraz.

Como decía, razones tendrían para dar y para regalar, para reunirse poniendo sobre la mesa las verdaderas preocupaciones y trabajar en lo posible aportando soluciones. Mil y una razones para escribir mil y un manifiestos, y ayudar a la gente a superar el estrangulamiento que está soportando la inmensa mayoría por parte de sus políticos, de sus instituciones, de sus falsos representantes y, ahora también, de sus queridos intelectuales.

Una forma más de menospreciar el valor de nuestras vidas, de proclamarse marchitos pensadores de las causas minoritarias. Os podéis meter vuestras preocupaciones en vuestras estilográficas doradas, porque tiempo habéis tenido para solidarizaros con la tragedia, con el menosprecio hacia los más pobres, con las guerras y con el incesante asedio del capital. Os podéis ir de paseo y fotografiar vuestros horizontes perdidos de egoísmo. Digo, os podéis ir al carajo con vuestras incertidumbres, a buscar acuerdos y soluciones en vuestras tertulias de café bursátiles. Dejad las sillas vacías para que las ocupe la ciudadanía.

¿Ahora venís con el cuento de que queréis corregir las crecientes desigualdades? Tengo un sarpullido en el estómago, y debo de acabar así este breve y directo texto, antes de que mi emulsión intelectual os zarandee como merecéis y vomite sobre vuestras soberbias preocupaciones.

Arriba el telón!

Colaboración para IniciativaDebate