Un dominio propio

Una de las más lúgubres maniobras de nuestras democracias es convertir la búsqueda de la verdad en delito y, de paso, hacer creer que las reflexiones que emanan de esa búsqueda sean consideradas subversivas o radicales.


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Las revoluciones raras veces las dirigen los pobres

Y ésta…, no va a ser una excepción

Este fin de semana se han dado una serie de circunstancias que han hecho posible, que por H y por B, haya vivido episodios que definen bastante bien en qué consiste la vivencia de las emociones, sin que tengan cabida en ellas las reflexiones necesarias para detenerse un poco, y avanzar en los diálogos.

Los nacionalismos se apoyan en excesivas ocasiones en dicha percepción, pero lo mismo sucede con el amor, con el fútbol o con la religión. Creer es vivir, más veces de lo que nos gustaría. Y hay gente que cree en sus ideales como constructos perfectamente cimentados, y se dirige con ellos al margen de lo que en realidad está sucediendo a su alrededor.

Es delicado, muy delicado, poder poner sobre la mesa constructos o análisis que pongan en cuestión dichas creencias, y muy complicado poder sustituir los sentimientos (elaborados ad infinitum por la causa), por la razón, o lo que es lo mismo, por estudios o todo tipo de análisis elaborados desde la reflexión y la crítica.

Así, hablar del procés en el País Vasco no es tarea fácil, como tampoco lo es hablar de Podemos en un entorno de sueño y esperanza. Pero hay que hacerlo, al margen de quién sea el contertulio y  qué sea lo que se pueda estar discutiendo.

Tanto en directo como a través de las redes he puesto sobre la mesa una percepción, una hipótesis que he construido considerando toda una serie de elementos que he ido estudiando en todo este tiempo. No tenía los datos cuantitativos, que ayudan a clarificar muchas de las actitudes y comportamientos de las personas, pero tenía otras muchas cosas, visibles en toda una serie de acontecimientos que se han desarrollado en los últimos años en Catalunya.

La idea podríamos resumirla así: «Estamos ante una revuelta, que de poder clasificarla en términos económicos e ideológicos, sería una revolución burguesa«.  O tal y como he anotado en más de una ocasión, ante un ajuste de cuentas entre la burguesía catalana y la burguesía española. Las reacciones no terminan de ser muy amables entre quienes sienten esa percepción como un latigazo a sus sentimientos. Y en esas circunstancias es muy complicado hacer ver que aquello que se desea y aquello que ocurre puede no unirse en ningún punto del camino.

Suele ser muy común  que se den toda una serie de argumentos para interpretar el deseo sin considerar en ningún momento la posibilidad de analizar muchos de los detalles.  Hoy me he puesto a buscar todo tipo de información, y solo voy a dejar constancia de unos datos que me parecen, cuando menos, contundentes. Después, como siempre, cada cual que haga lo que quiera con dicha información.

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Ya habrá quien esté considerando qué clase de fuentes he utilizado para tal fin. Yo haría los mismo, y lo comprendo. Por ello, he de dejar constancia de los pasos seguidos. Los datos no proceden ni del ABC, ni de El Mundo, ni de El País, ni de ninguna editorial enemiga de la causa. Bien al contrario, y con el peso de todo su engranaje político, están sacados del CEO (Centro de Estudios de Opinión), con un barómetro elaborado por el Govern, el Govern de Catalunya, y más concretamente tenemos que decir que el órgano promotor y ejecutor es …, Presidencia.

Algunos de los resultados cruzados dicen así: el 59% de la población que cobra menos de 900 euros no quiere la independencia, frente a un 54% que cobra más de 4.000 euros y un 55% de quienes cobran entre 2.400 y 4.000 euros que sí apuestan por la independencia. Por otro lado, entre quienes manifiestan pasar muchas dificultades por sus escasos ingresos, un 60% no quiere la independencia, y entre quienes dicen vivir cómodamente, un 51% se decanta por la independencia. Y para terminar, decir que en el grupo de parados, un 59% se opone a la independencia.

Se pueden hacer muchas interpretaciones, claro está, pero quien desee ver en esta movilización el protagonismo del pueblo trabajador, se verá obligado a inventar un nuevo modelo de análisis de la realidad social.

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Aquí se puede ver el cuestionario completo, un resumen, tablas estadísticas, etc.

http://ceo.gencat.cat/ceop/AppJava/pages/home/fitxaEstudi.html?colId=6408&lastTitle=Bar%F2metre+d%27Opini%F3+Pol%EDtica.+3a+onada+2017

Hay muchos factores que pueden ir decantando las movilizaciones a todos los sectores sociales; si España sigue insistiendo en cercenar los derechos humanos, si el independentismo cobra más fuerza por otra interpretación de la justicia belga, si los grupos fascistas exhiben su fuerza, si desde otras autonomías se apoya la causa, si los relatos exhiben su fuerza comunitaria, si la sociedad civil no se quiebra, etc. Pero el principio detonador y el objetivo final creo que tienen el sello de la burguesía catalana, y será  ella quien determine cuando terminará…, y cómo (claro está, en común acuerdo con la burguesía española).


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De huelgas y otras calamidades

Breves:

El día que los futbolistas decidieron hacer huelga y parados y estudiantes  mostraron su pesar porque peligraba el próximo partido de sus vidas. Ese día, gran parte de España se retrató y la otra parte quedó conmocionada. Y los sindicatos siguen anclados en su paraplejia, haciéndonos creer que nuestras huelgas son perniciosas, y que no podemos luchar precisamente cuando más se necesitaban.

Habrá que llevar a Ronaldo a las barricadas, para que miles de personas se retraten tras sus pasos y se enarbole de una vez, la bandera. La bandera de la estupidez humana.

… Y se guarden las pancartas, las que protegen los gritos de libertad y lucha.

Photo by Joséluis Vázquez Doménech

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