Un dominio propio

Una de las más lúgubres maniobras de nuestras democracias es convertir la búsqueda de la verdad en delito y, de paso, hacer creer que las reflexiones que emanan de esa búsqueda sean consideradas subversivas o radicales.


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El despropósito de los «intelectuales»

Manifiesto a los diputados electos

Photo by Joséluis Vázquez Doménech

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Desde el presidente del Partido Nacionalista Andaluz hasta Joaquín Almunia, no lo olvidemos, ilustre ex vicepresidente de la Comisión Europea, y pasando por catedráticos de universidad y escritores convalecientes de ética, nos llega un nuevo manifiesto dirigido a los diputados electos, con el propósito de hacerles ver dónde reside el buen camino para sacar España de tanta y malévola incertidumbre. 

Según dicho grupo, se atreven «a indicar algunas cuestiones de primera necesidad que deberían de atenderse de inmediato» y estiman que «lo prioritario es investir un Gobierno que cuente con el respaldo suficiente para impulsar la estabilidad económica en el marco de nuestros compromisos europeos; para adoptar medidas sociales correctoras de las crecientes desigualdades; y para emprender una reforma… que aborde la articulación territorial».

Lo han llamado en muchos sitios un manifiesto firmado por muchos intelectuales y ex ministros. La «y» parece muy importante,  y algo de razón hay, porque parece difícil, muy difícil, ser ambas cosas al mismo tiempo. Hombres en su mayoría, «dedicados preferentemente al cultivo de las ciencias y las letras» (R.A.E.), que comparecen ante todo un país ungidos de pesadumbre y malestar debido a la caótica situación que desean resolver, y que no esconden su aversión y su antipatía contra todo un pueblo.

Dicen querer corregir las desigualdades. Gran obra la suya si fuera cierta. Pero se quedan tan a gusto con sus (no nuestros) compromisos europeos y su articulación territorial, que parece correrles por las venas como la sangre que les nutre en vida.

Si fuera cierto su deseo de acabar con la creciente disparidad en el reparto de las riquezas, hace tiempo que se hubieran levantado en palabras (las armas de los intelectuales). Razones no les hubieran faltado para contraatacar con el ánimo de tumbar las sucesivas reformas laborales, la ayuda inestimable a los bancos, las políticas económicas regresivas y tendenciosas, los misiles de la OTAN y sus bárbaras invasiones, los regímenes neo-liberales y sus desastrosas consecuencias, la reforma del artículo 135 de la Constitución, el feminicidio imperante en la sociedad, el caldo de cultivo de la violencia estatal, el terrorismo financiero de los mercados, la corrupción que engrasa y suministra de poder a sus amigos, la complicidad con monarquías millonarias, la servidumbre de la información con los grupos de poder, la falta de democracia, el olvido de la justicia y la imperdonable ausencia de este mundo despiadado y voraz.

Como decía, razones tendrían para dar y para regalar, para reunirse poniendo sobre la mesa las verdaderas preocupaciones y trabajar en lo posible aportando soluciones. Mil y una razones para escribir mil y un manifiestos, y ayudar a la gente a superar el estrangulamiento que está soportando la inmensa mayoría por parte de sus políticos, de sus instituciones, de sus falsos representantes y, ahora también, de sus queridos intelectuales.

Una forma más de menospreciar el valor de nuestras vidas, de proclamarse marchitos pensadores de las causas minoritarias. Os podéis meter vuestras preocupaciones en vuestras estilográficas doradas, porque tiempo habéis tenido para solidarizaros con la tragedia, con el menosprecio hacia los más pobres, con las guerras y con el incesante asedio del capital. Os podéis ir de paseo y fotografiar vuestros horizontes perdidos de egoísmo. Digo, os podéis ir al carajo con vuestras incertidumbres, a buscar acuerdos y soluciones en vuestras tertulias de café bursátiles. Dejad las sillas vacías para que las ocupe la ciudadanía.

¿Ahora venís con el cuento de que queréis corregir las crecientes desigualdades? Tengo un sarpullido en el estómago, y debo de acabar así este breve y directo texto, antes de que mi emulsión intelectual os zarandee como merecéis y vomite sobre vuestras soberbias preocupaciones.

Arriba el telón!

Colaboración para IniciativaDebate

 

 

 


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El Futuro

MiCita con las palabras:

Es labor de todo educador hacer ver que el camino que queda por delante será más transitable si se toma como guía la honestidad de quien quiere aprender, y no la norma y la inspección constante de quien solo busca hacerse valer.

Photo by Joséluis Vázquez Domènech

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Entre les murs

 ¿No sabes qué hacer este fin de semana? Te invito al cine

La clase

“Quería hacer justicia a todo el trabajo que se desarrolla en las escuelas. En una clase la inteligencia siempre está en juego” Laurent Cantet, su director, quiere detenernos ante el germen de toda educación, pero también, y esto es lo más importante, ante el mapa cultural y las tensiones que se agitan en toda sociedad. Y nada mejor que encerrarnos entre los muros de una clase para remover nuestro lenguaje y nuestra consideración sobre este sistema que nos llena de desavenencias y conflictos. Un gran ejercicio pedagógico y fílmico para interpelarnos sobre el funcionamiento de toda democracia, de nuestros propios intereses, y de las dificultades que entraña la formación.

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Trailer: 

https://www.youtube.com/watch?v=F-mEt_h5J1g

 

Compra la película por 3 euros

https://www.filmin.es/pelicula/la-clase

Año, 2008

Duración, 128 min.
País,  Francia
Director, Laurent Cantet
Guión, François Bégaudeau, Robin Campillo, Laurent Cantet (Libro: François Bégaudeau)
Música, Varios
Fotografía, Pierre Milon
Reparto, François Bégaudeau, Nassim Amrabt, Laura Baquela, Cherif Bounaïdja Rachedi, Juliette Demaille
Productora, Haut et Court
Género, Drama | Enseñanza. Colegios & Universidad. Adolescencia
Sinopsis
François es un joven profesor de lengua francesa en un instituto conflictivo, situado en un barrio marginal. Sus alumnos tienen entre 14 y 15 años, y no duda en enfrentarse a ellos en estimulantes batallas verbales; pero el aprendizaje de la democracia puede implicar auténticos riesgos. Al comenzar el curso, los profesores, llenos de buenas intenciones, deseosos de dar la mejor educación a sus alumnos, se arman contra el desaliento. Pero la abismal diferencia de cultura y de actitud chocan violentamente en las aulas, que no son más que un microcosmos de la Francia contemporánea. Por muy divertidos que sean a veces los alumnos, sus comportamientos pueden cortar de raíz el entusiasmo de un profesor. La tremenda franqueza de François sorprende a sus alumnos, pero su estricto sentido de la ética se tambalea cuando los jóvenes empiezan a no aceptar sus métodos.
Premios

2008: Festival de Cannes: Palma de Oro – mejor película

2008: Premios César: Mejor guión adaptado. 5 nomin. incluyendo Mejor película

2008: Nominada al Oscar: Mejor película de habla no inglesa

2009: Nominada al Goya: Mejor película europea

2008: Asociación de Críticos de Los Angeles: Finalista a mejor película extranjera