Un dominio propio

Una de las más lúgubres maniobras de nuestras democracias es convertir la búsqueda de la verdad en delito y, de paso, hacer creer que las reflexiones que emanan de esa búsqueda sean consideradas subversivas o radicales.


Deja un comentario

Recompensas del azar

Poemario Disidente

Photo by Joséluis Vázquez Doménech

Photo by Joséluis Vázquez Doménech

Nos zurcimos con nostalgia los pliegues de la piel  y luego desaparecimos. Ambos dos, promocionando la costumbre y la peculiaridad de no traspasar los extramuros de nuestras vidas.

Por aquél entonces yo estaba sumergido, y no precisamente en reflexiones poco profundas. No nos conocíamos de nada y, tal vez por ello, éramos absolutamente libres de ser recompensados por el azar.

Todo era ruido alrededor, y el silencio fue la clave para que decidieras acompañarme a aquella trasnochada habitación. Ni el sigilo ni mis reservas. Nos miramos dos horas antes y explícale tu al destino lo que supuso aquella aproximación, que nos llevó de peregrinación por algún reconocimiento arrinconado.

(Bueno, igual fui yo quién te acompañó).

Quise darle un sentido, pero antes de darle placer a neurosis alguna decidí retener entre mi pecho y el filo de tu espada el milagro del amor correspondido…, entre dos víctimas que detuvieron al amanecer por alijo de emociones y percepciones atrincheradas.

Ayer te extrañé, veinte años después, y me tiré a las calles vagando entre el recuerdo y la supuesta lucidez de mi cuerpo avaro. (Formas de derramar nostalgias y aplicar técnicas de grabado en tu propia litografía). 

Así es cuando menos te lo esperas, y pocas veces cuando lo confeccionas. No es entrañable exponerse paciente y dócil al sacrificio del escarceo. Las peripecias y los amaños amatorios son tan propensos al absurdo que es mejor no tener ocurrencia alguna y dirigirte sin rumbo hacia el abismo.

No hay mejor receta que el rayo que no cesa, cuando irrumpe desde las cumbres de la ignorancia y el estímulo se vuelve impulso que te subyuga.

Nunca más te volví a ver pero supe de ti, y que en tu cuerpo también quedó grabado…, un accidente que convirtió en precaria, la vida simulada que nos atropella.