Una de las más lúgubres maniobras de nuestras democracias es convertir la búsqueda de la verdad en delito y, de paso, hacer creer que las reflexiones que emanan de esa búsqueda sean consideradas subversivas o radicales.
Son como una plaga, que aparece muy de vez en cuando, y traen en sus alforjas palabras llenas de despropósitos. Que precisamente a ellos tengamos que convidarlos para que repasen el significado que otorgan a algunos términos dice mucho de su indiferencia con el buen uso del lenguaje. En sus bocas, llenas de nostalgia de otros tiempos al que llamaron transición y dinamización de «culturas socialistas», observamos con asombro y cierto desconcierto cómo esculpen y salivan lo que entienden por progreso.
No hace falta ser un lince para adivinar en muchos de ellos esa proximidad latente con un periodo en el que fueron tratados como reyes, del mambo de políticas de adhesión y amiguismo. Y además, no se retractan de ello, sino que embisten con el signo de su intelectualidad un tanto innoble, intentando convencernos de la imperiosa necesidad que tenemos para admitir que hay una solución para sacar a España del atolladero y, para que de una vez por todas, éste país tome rumbo hacia un florecimiento cultural sin precedentes.
Joaquín Sabina, Antonio López, Baltasar Garzón, Miguel Ríos, Pepe Viyuela, Vicente Molina Foix y toda la troupe socialdemócratahacen un llamamiento para que «no se puedan permitir cuatro años más de un gobierno del PP, que ha traído el empobrecimiento y el incremento de las desigualdades». Olvidan decirnos que Felipe González luchó como un auténtico guerrero para enriquecer a unos pocos, someterse a las órdenes del imperio, militarizar su territorio, plegarse al llamamiento de las grandes empresas y vivir a cuerpo de rey con sus amigos del alma. Pero eso son nimiedades, especulaciones de teorías conspiratorias sin valor alguno.
Photo by Joséluis Vázquez Domènech
El PSOE es un partido de chichinabo, conmovedor hasta en sus últimas incongruencias. Porque no lo olvidemos, este panfleto audiovisual de muy mal gusto lleva su sello, rodeado de artistas, políticos y sindicalistas que conforman un paraguas de indudable catadura moral surrealista. Quieren convencernos de que el progreso pasa por Ciudadanos y dicho partido, asociándose con Podemos para de una vez por todas avanzar a ritmo de boleros.
Sorprende que éste último partido no haya sacado ya un comunicado distanciándose de semejante tropelía, con contundencia, pero entiendo que todo vale en esta etapa en la que con la boca pequeña pueden decirse hasta las más grandes tonterías.
Así es, ha llegado un nuevo manifiesto, y llaman a «todos los ciudadanos y ciudadanas a unirse a esta exigencia democrática». No se lo pierdan, llaman a un gobierno de PSOE, Ciudadanos y Unidos Podemos una exigencia democrática. Este deseo se resume muy bien en el discurso de Manuel Rico: «No es inevitable que haya un gobierno del Partido Popular en los próximos cuatro años. No es una maldición ese castigo. Podemos cambiar la situación si efectivamente apostamos por un acuerdo entre los tres partidos que han obtenido la mayoría social y la mayoría parlamentaria. Hablo de Ciudadanos, hablo del PSOE y hablo de Podemos. Los tres partidos coinciden en la regeneración democrática, coinciden en la defensa del Estado del Bienestar y de las conquistas sociales, coinciden en la reforma democrática de las instituciones y en la limpieza y en la transparencia, y coinciden en una nueva dinámica económica. Yo creo que se pueden poner de acuerdo en un mínimo común denominador y abrir paso a un gobierno de cambio y progreso»
Las cosas así, les urjo a que nos concreten qué entienden por progreso, qué entienden por regeneración democrática o qué entienden por limpieza y transparencia, porque sobra decir que el PSOE, no solo adolece de todo ello, sino que forma parte, sin ningún tipo de dudas, de la creación de un sin fin de mecanismos que han apoyado sin descanso la involución democrática en España y en el mundo. (Me temo que a estas alturas también tendrían que darme su definición de «Democracia»).
Si ya es un pequeño delirio su propuesta, cabe decir también que su mayoría social no considera importante unir a la CUP, por poner un ejemplo, porque como ya sabemos a estas alturas, ni son progresistas y mucho menos defensores de regeneración institucional alguna. Son así ellos, demócratas que luchan incondicionalmente por la causa. Eso sí, pero no por una causa democrática, sino por su causa.
Cansa ya tanto manifiesto maniqueo. Y siento enormemente la ausencia de todas estas firmas en innumerables casos de arbitrariedad política e injusticias que se han dado en España desde la transición. Pero es que ahí reside el quid de la cuestión. Son ellos mismos los protagonistas de dicha transición, y nosotros los espectadores a los que nos obligan una y otra vez a asistir a sus fiestas y bailes de salón.
Son quienes sin vergüenza alguna salen en la foto para ver su propio reflejo, inundado de gracia.
Probablemente es el momento para redirigir la mirada a este movimiento que ya se convirtió en partido, y a una nueva perspectiva crítica (positiva a mi entender) capaz de analizar toda una serie de acontecimientos que ni podemos, ni debemos olvidar.
En una primera exposición que ya efectué antes de las votaciones europeas, dejé constancia de una de las brechas más significativas que me distanciaban de sus planteamientos. Su ausencia de ideología no solo se está agudizando, sino que se está escorando (aunque ellos no lo manifiesten) hacia ese espacio donde los cimientos del poder pueden asentarse con mayor seguridad.
La moderación cada vez más evidente de todos sus discursos, y una serie de detalles que no pasan desapercibidos nos ayudarán a modelar mejor los espacios donde cada posición política se asentará para comenzar la carrera hacia la presidencia del gobierno.
Quiero mostrar mi rechazo absoluto a ese bipartidismo que ha menospreciado a toda una sociedad en su conjunto y ha dejado que se instaure en España una política mercantilista que ha convertido en capital de cambio la sonrisa humana. Pero ello nunca puede ser óbice para que otro partido que desee alterar el rumbo de los acontecimientos no pueda ser estudiado en profundidad para que podamos adivinar qué se oculta en medio de todas las estrategias.
Así, estamos obligados a comenzar con la primera piedra de toque y, por tanto, averiguar la razón de ser de unos movimientos que no respondían (aparentemente) a las maniobras de los dueños de los medios de comunicación. Es del todo ilusorio creer que el respaldo mediático que se ofreció a Podemos fuera una anécdota que se podría resumir en el tirón de su líder. Tal y como funciona nuestro sistema político, con el aval incansable de un periodismo que recluta legionarios a base de talones exquisitos, se hace necesario responder a ésta pregunta. ¿Por qué, de repente, una corriente económica e ideológica próxima al neoliberalismo (atresmedia) sirvió de altavoz al nuevo eco de la ilusión?
Motivos exógenos a la propia formación no le eluden de responsabilidad a la hora de clarificar todo este episodio. Puede ser cierto que la necesidad más urgente en las altas esferas del poder fuera buscar un refugio donde atrincherar a probables desestabilizadores del orden, más aún en un momento donde los movimientos sociales comenzaban a recobrar fuerzas y tomar las calles. Por ello, no dejamos de lado esta probabilidad: Podemos puede ser el escenario más apropiado donde depositar la rabia acumulada y ese ardiente deseo de derribar los muros de las élites y sus finanzas. Así, qué mejor que un partido nuevo que amortigüe lo que podría ser un golpe en el centro de flotación a un entramado político que se vería asediado por continuas manifestaciones y rebeliones.
Seguir reflexionando desde el oportunismo y la óptica de quienes pueden salir beneficiados de todo ello, es más que probable que nos ayude a eliminar el vaho de nuestros cristales. Y tenemos que al mismo tiempo que se consigue un estupendo sparring, se dinamita la fuerza que desde la transición necesitan tener doblegada, asestando el golpe definitivo a cualquiera de sus esperanzas. Izquierda Unida y todo el trabajo realizado por miles de personas desde las bases populares (procurando agrietar los muros del poder) no verá nuevamente fruto alguno a sus denodados esfuerzos. Aunque en su debe también deberíamos hacer constar que tiempo tuvieron para extremar su discurso y ser más pragmáticos y populistas (en su buena acepción) con su aventura.
El auge de Podemos ha sido constante, y las apariciones televisivas el detonador perfecto. Hay que subrayar este hecho, porque del mismo modo que ese punto es una de las causas que permite amplificar sus voces, lo va a ser también ahora de su enojo por la llegada de las críticas desaforadas. Es decir, lo que no es de recibo es hacernos creer que el impulso no se debía a la inestimable ayuda de la Sexta, y sí en cambio la nueva etapa de acoso e intento de derribo programada y ofrecida por las diferentes televisiones. Ambas situaciones germinan desde el mismo centro de operaciones.
El afianzamiento de esta fuerza resulta un hecho, y el bombardeo de encuestas poco serias mostrando su liderazgo todo un acontecimiento. Una fase en la que insistentemente nos venían mostrando la hipotética victoria de esta formación también descubre los requiebros que se están realizando para movilizar el voto del miedo.
Probablemente, se les ha ido de las manos. Pero el supuesto plan sigue su curso y todo indica que redoblarán fuerzas para ser capaces de aplacar los movimientos de Podemos. Antes de las elecciones generales el Partido Popular habrá purgado la mayoría de sus «casos de corrupción» y llegará más oxigenado al envite final.
El otro partido representa al perfil sociológico más difícil de asumir y comprender de España. Los de Ferraz, teóricamente, deberían estar renegociando sus deudas con los bancos y sus gentes porque estaban llamados a desintegrarse, respaldados por su propia estupidez. Pedro Sánchez ha asumido el papel a la perfección y está escribiendo uno de los capítulos más tristes justo en el preciso momento en que cualquier organización socialista debería acometer las más profundas de sus transformaciones. Y sus teatrales movimientos están llegando tarde y son tan irrisorios que merecen el mayor de los oprobios. El P.S.O.E. sigue representando a la saga de políticos que hay que procurar descartar cuanto antes. Lo esperpéntico es que sigan aguantando el tirón y todavía queden incondicionales capaces de mirarles a los ojos, a pesar de los esfuerzos que siguen haciendo por mostrar el rostro más inhumano e indecoroso con su adhesión incuestionable al régimen monárquico, financiero y elitista. Las cosas así, su batalla interna con los afiliados seguirá siendo de calado cuando las coaliciones o pactos concretos sean su única salida, aunque también tengo que recordar que a muchos de sus seguidores les será igual arre que so; todo sea por proseguir copando las tan apreciadas cumbres del poder.
Tempus Fugit News
Y ello, si no se produce una de las maniobras más deprimentes de la que ya dejé constancia; la foto la dibujan Pedro Sánchez, Pablo Iglesias y Alberto Garzón juntos, porque puede ser uno de los mayores reclamos (en función de cómo se estén gestando las diferentes posibilidades) de un buen número de ciudadanos. Sería el punto final a la meteórica carrera de los profesores universitarios. No deberían dar ese paso bajo ningún concepto; constatarían la nula apuesta por revolución alguna, y destruirían el sueño de las izquierdas en el momento menos oportuno desde la muerte del gran dictador.
Es complejo poder indagar en todos esos aspectos que desde fuera inciden directamente en el devenir de Podemos, pero no lo debe ser tanto procurar hacerlo desde dentro. Tenemos movimientos internos, actitudes y realidades que han de ayudarnos a cerrar el círculo, y no perder detalle para hacer un boceto más asumible en términos más objetivos.
Quiero mostrar solo unos detalles que para mi son representativos de un camino, y al que necesito prestar atención. Desde luego, muchísima más atención que la que sus enfervorizados seguidores le van a conceder.
Es cierto que hemos vivido y vamos a presenciar una enconada serie de ataques que no conocerán freno hasta después de las elecciones generales, generalmente sin mucho fundamento, y con el único objetivo de destrozar esta formación. Por ello muchas personas se sienten incómodas ante tanto desenfreno y tanta injuria, pero inclinarnos a la necesidad de observar críticamente todo lo que está sucediendo no debería ser recibido con esos gestos de reprimenda y animadversión. Es más, cada vez veo más urgente un espacio dentro del propio partido que acoja una mirada crítica, antes de que releguen al olvido aquellos orígenes que parecían abrazar la causa de los más desfavorecidos.
Y así prosigo. Uno de los fracasos existentes en el plano socio-político es la distancia cada vez mayor que se está produciendo entre la clase dirigente y la clase que verdaderamente está sufriendo las consecuencias de esta guerra sin cuartel contra el estado del bienestar. El movimiento 15M se presentó como conductor de ese sufrimiento y lo canalizó a través de la calle. Las dos corrientes más significativas de Podemos indicaron desde un principio que los indignados eran su referente, aunque ya dejaron claro que el déficit organizativo que representaban había que suplirlo como lo han hecho. Pero, ¿qué hay de real en el reflejo social de esta pantalla? La respuesta no favorece lo que en principio parecía iba a ser. El movimiento no fue capaz de aglutinar a ese colectivo obrero damnificado, y Podemos, mucho menos. Y ahí radica una grave penalización, dado que ese vacío reconduce la lucha política sin que quienes más sufren puedan engancharse a esperanza alguna. Y hay que recordarlo, esto no tiene marcha atrás. Si analizáramos quiénes representan o lideran la mayoría de círculos en los diferentes municipios, y quiénes han sido los principales candidatos, nos daremos cuenta que las clases medias y bastante bien acomodadas, copan ese mercado (desde la cúpula hasta sus bases). Negar esto seguirá amordazando una realidad que necesita oxigenarse.
Si hubiéramos de crear un perfil medio de quienes se han emocionado con el nuevo partido, la población urbana, treintañeros, gente con estudios secundarios o superiores, y pertenecientes a las nuevas clases medias o altas (obreros y profesionales cualificados, trabajadores de la Administración y servicios, y empresarios) dibujarían su mejor adhesión, y las clases menos pudientes, autónomos o agricultores no serían su mayor baza. Y lo más grave, tampoco parece haber intención alguna de subsanar dicha ausencia. Puede ser cierto que sociológicamente los sectores más desfavorecidos queden atrapados en un bucle de resignación (y sin deseo alguno de acudir a votar), pero ello no debería ser causa para que prosigan los mismos criterios de fidelización política. Y además, siendo realistas, Pablo Iglesias y su equipo deberían abandonar cualquier llamamiento a los más desfavorecidos si nada hacen para integrarlos en el proceso (y en su organigrama). Aunque parezca contradictorio, como ya ha reflejado Thomas Jeffrey Miles, “los más activos a favor del movimiento pertenecen ellos mismos en su mayoría a grupos de población que ya tenían más posibilidades de ser cooptados por el establishment, que todos aquellos que están más amenazados por la crisis”.
La Asamblea celebrada en Vista Alegre ya dejó claro cómo se distribuye el poder y en manos de quien queda. El hecho de que los vencedores hayan sido respaldados por una mayoría aplastante de los votos no dota a esa opción de ser la más exigente y defensora de las causas más justas, solo significa que su líder tiene un tirón sin precedentes.
E igual ha sucedido en las últimas votaciones para elegir a sus candidatos para las autonómicas, siendo mucho menos representativas las listas no apoyadas por la dirección oficial.
La novedad, el poco tiempo empleado en su formación y otros condicionantes han posibilitado cierta desconfianza en el buen avance de la creación de todos los círculos y en la presentación de candidatos. Por ello desde arriba ven necesario atar en corto todos los movimientos. De ahí también el recelo para presentarse a las municipales con su nombre. Es entendible dicho miedo, pero también se ha de cargar con las consecuencias de sus propias decisiones. Sigo manteniendo que Podemos no debió presentarse a las elecciones europeas, y que la etapa de construcción del partido hubiera sido mejor prolongarlo para dotarlo de una mayor consistencia, tanto política como organizativamente. El cambio de discurso efectuado también forma parte de esa falla, junto con el hecho de que diferentes “cabezas visibles” pueden patinar también con sus declaraciones, denotando que no hay coherencia interna, o que de haberla, deja mucho que desear.
El País Vasco y Navarra ya han presentado sus credenciales, y desde altas instancias parece que va a quedar claro que habrá dificultades para quien desee pactos con la Izquierda Abertzale, al margen de que muchos círculos o incluso la representante navarra, Laura Pérez, no vea con malos ojos pactos programáticos para conseguir el tan ansiado cambio político en la comunidad foral.
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Tras las últimas elecciones en Andalucía no parecía del todo acertada esa “ingerencia” desde Madrid, y todo indica que a última hora se han impuesto las condiciones de Teresa Rodríguez, tres exigencias que ayer mismo corroboró Pablo Iglesias en rueda de prensa; que la Junta no contrate con bancos que desahucian familias sin darles alternativa, que Díaz se comprometa a reducir altos cargos y a cambio readmita a profesores y maestros interinos, y que imponga tolerancia cero a la corrupción y exija responsabilidades políticas a los expresidente Manuel Chaves y José Antonio Griñán al margen del resultado de la investigación judicial sobre los ERE en que están inmersos.
Pero más allá de estos cambios y cómo se resuelvan las negociaciones, quiero dejar claro que las reflexiones aquí expuestas no responden a una interpretación mia sui géneris, sino que vienen determinadas por sus actos al incumplir lo que ellos mismos prometieron, esto es, que en todo momento las bases iban a ser quienes decidirían cómo y con quién deberían pactar (o no). “Tal y como aparece en los documentos organizativos aprobados en la Asamblea Constituyente Sí Se Puede, los pactos electorales se decidirán por todos los inscritos e inscritas en Podemos de cada territorio, que constituyen cada Asamblea Ciudadana Territorial”. (Ione Belarra)
No hay explicación alguna para perdonar críticas hacia Podemos ante evidencias que consideramos importantes, y que con cualquier otra figura política no hubiéramos dejado pasar. Asumo que miles de flechas ya se han lanzado para herir el progreso de este partido, y que les esperan meses difíciles enfrentándose directamente a las cloacas del poder y sus mercenarios. Pero no me parece prudente que por ello hayamos de abandonar un espacio crítico, sobre todo si se procura efectuar con prudencia, con trabajo, y sin ningún ánimo de ofensa ni de derrumbe. Bien al contrario, somos muchos quienes deseamos una urgente transformación que termine regenerando el cielo político. Pero también somos muchos quienes exigimos cambios de mayor calado y un mayor esfuerzo para que los más afectados vean un poco de luz en el oscuro escenario que nos ciega.
Quiero terminar con una última interpretación de los hechos, que sostiene una de las razones por las que se va a minar la pretendida ascensión al poder. Las clases asentadas y que no temen a la crisis, porque sus bolsillos están candados y a buen recaudo, no necesitan de la asimilación ideológica de ningún tipo para perpetuar sus intereses o sus maquillados cambios. Les vale con que sus tipos de interés estén defendidos, desde uno u otro bando. En cambio, desde la izquierda, o más bien desde la zona de no confort, es necesario cuestionar los principios, la concepción del mundo y los discursos, porque se espera de ellos una transformación: la transformación soñada que nunca llega.
El activismo siempre será mínimo, por lo que los momentos de desazón y de regresión aparecerán constantes, sobre todo cuando las erupciones ya hayan dejado su impronta. Y estamos ahora en uno de esos momentos, ratificable (para mí sin ninguna duda) con los datos de participación en la elección de candidatos para las autonómicas, próximo al 20%. Una tasa bajísima que bien debería hacer pensar a quienes creen controlar los funcionamientos de las nuevas democracias a través de las redes sociales.
Aunque pueda parecer contradictorio en un partido liderado y apoyado por un gran número de universitarios y estudiantes, va a ser precisamente el significante y la reflexión política la que vacíe cuantitativamente las arcas de la nueva formación. Ésta solo se encontrará cómoda en la ausencia de todo rigor político y fundamentación de sus obejtivos. Y cuanto menor sea el grado de profundización de los pensamientos, mayor será el porcentaje de posibles votantes. Y ellos lo saben, y es a todas luces, preocupante. Y lo digo cabizbajo, porque este giro permite la estandarización de la atonía política y, con ella, la desconexión absoluta con los principios originarios del cambio.
Si creéis que podéis, por favor, repensar en qué consistía aquella indignación, y dónde quedan los rostros más marcados por la crisis.
Si podéis, por favor, hacer llegar mis palabras a quien proceda.
La imperiosa necesidad de romper un bipartidismo que ha congestionado desde el propio Estado el proceso democrático
Para ello he de dirigirme en primera instancia a uno de los colectivos que ha de tener la obligación moral e ideológica de revertir una situación amparada y perpetrada por sus propios dirigentes y, en consecuencia, por su propia negligencia.
“Carta abierta a simpatizantes, militantes y votantes del Partido s o Español”
Se requiere de auténtica paciencia y cierto empaque emocional para sentarse a reflexionar unos minutos y procurar dirigirse con tranquilidad a este gremio. Más amplio de lo que uno quisiera, y más deprimente de lo que una sociedad en estado de regeneración necesita. Viene a ser similar a la tortura que acompaña mantener un litigio con una operadora de telefonía que por razones bien evidentes te mantiene a la deriva sin que importen lo más mínimo ni tus causas ni tus urgencias.
Pero sabiendo que las mismas compañías de telecomunicaciones pueden actuar así por la indignante permisividad de los gobiernos y la estrecha relación existente entre ellos, hemos de ir, obligatoriamente, hacia arriba, a la cúpula cristalina desde la cual se reflejan las más atinadas estrategias de esclavización.
Antes de dejar constancia de los atropellos que este partido ha considerado oportuno realizar, no solo con los habitantes españoles sino también con los de medio mundo (dadas las asociaciones y alianzas estratégicas de las que forma parte), debería precisar que es mi primera intención dirigirme a todos para interrogarnos sobre una posible corresponsabilidad con los desastres que atenazan al mundo y ante los que tú mismo puedes ser capaz de clamar dadas sus lesivas consecuencias.
Así tenemos, en primera instancia, que hay que reflexionar sobre la importancia que tiene un voto. Y, por tanto, sobre las fatales consecuencias que puede acarrear. Posteriormente, me veo en la obligación de recordar que ese voto, no solo participará de la gestión de la reconstrucción del parking donde guardarás tu coche, sino que también tendrá una implicación directa en la vida de millones de personas que te rodean. Es decir, la sola aproximación a dicho partido, será un lastre que traerá consigo daños irreparables en el devenir de muchísima gente que nada te ha hecho para que tú propicies sin remilgos su miseria.
Ha llegado la hora de que os desabrochéis vuestras camisas y os presentéis ante el público (como hacían vuestros primeros referentes en la lucha). Casi todos los “acontecimientos políticos” que se van sucediendo a lo largo y ancho del planeta están patrocinados por entidades, organizaciones o poderes fácticos que saben muy bien lo que están haciendo. Y todos ellos necesitan del aval de quienes nos gobiernan, para así justificar con sus sistemas políticos intervenciones pre-cocinadas que luego se saldan con supuestas revoluciones populares.
Bien, te sondeo entonces sobre ciertos detalles anecdóticos (porque representan una nimiedad en relación con todo lo que puede llegar a hacer un aparato de Estado). Y una vez terminado, te miraré de frente, para que oses decirme que sí, que en la próxima convocatoria electoral vas a ofrecerles tu confianza, porque tu inteligencia emocional así lo considera.
Photo by Joséluis Vázquez Doménech
Empezar con ello es tan sencillo que puedo encender un cigarrillo mientras busco un poco de información y, sin esfuerzo alguno, encontrar un poco de arena para cubrir la inmensa playa donde reposan tus neuronas. Pero ello, no es nada en relación con lo que se podría escribir sobre él (Felipe González). Si no deseas descubrir o interrogarte por qué ese señor vive como vive, ya nos lo has dicho todo. Nos lo has dicho, porque somos miles quienes estamos esperando tu reacción.
Listas donde poder encontrar las representaciones más burdas de la ignominia o acciones políticas que rayan la desvergüenza, son tantas, que con todas ellas puedes construirte un chalet de papel. Le dedicas un jornada de tu vida a examinar el recorrido de tu partido, y o bien te sale un sarpullido o, peor aún, podrás llegar a formar parte de sus artes florales (representadas perfectamente en un bonsái).
Mi periodo de lactancia informativa respecto de los acontecimientos que van sucediendo en el mundo desde que tuve la opaca idea de ir a descorazonarme a la universidad, me puede ayudar a traerte a colación trepidantes historias de saqueadores y especuladores sin escrúpulos, o inverosímiles actitudespresididas por personajes a los que eres capaz de tener en estima.
Y así desde el ostracismo de la transición, que aun aniquilando tus libertades, te hace seguir ahí, imperturbable, dando de comer a quien te procura hambre.
Mi tiempo no me permite poder lanzar a tus pies la injustificable cantidad de barbaridades que han cometido. Pero por si piensas, como muchos, que ahora están cambiando las cosas, pregunta a tus dirigentes qué está ocurriendo en Ucrania, por qué no cuentan la verdad, y qué relación tiene ello con las estrategias geopolíticas en las que tu partido está involucrado (por ser fiel cooperante de la Unión Europea). Estrategias entre otras tantas que no osará decirte ni en público ni en privado, no vaya a ser que el sarpullido te reconvierta en un zombi sin rumbo.
Tus aliados no dejan títere sin cabeza, si éste se mueve contra sus intereses (Unión Europea, OTAN, Estados Unidos), y si hay que intervenir, no se duda, si hay que demoler, se derrumba, y si hay que golpear, se apalea. Por si te queda alguna duda, y aún puedes pensar que les apoyas porque defienden tus intereses, deberías saber que tu futuro les importa tanto como el de un cliente a un banquero.
Así es el Partido Español, una reliquia de la latente degradación del sistema, a la que contribuirás si menosprecias a la gente humilde del mundo, a quienes ven frente a sus casas guerras que no comprenden, a quienes les arrebataron sus vidas por las decisiones de unos pocos que negocian con el planeta sin pudor alguno. Y en el planeta, has de estar al corriente, viven personas, que como tú, tienen el derecho a consolidarse camino de la felicidad.
Hay unas órdenes que acatar, para que este feroz capitalismo inunde hasta el retrete de quienes no lo tienen. Y el PSOE forma parte de ese grupo, de esa tendencia aniquiladora que ha rebosado en acontecimientos que ocultan para que no quede constancia. Pero la Historia nos devolverá, no solo los cadáveres que dejó tras de si el paso de los hombres, sino también la maldad de sus dirigentes.
Si por el más mínimo instante eres capaz de pensar que el Partido Popular, el Republicano, el Laborista, o el próximo que invente Berlusconi merecen tu reprobación porque esos sí han realizado actos que van contra tu generosidad, por favor, date la vuelta y ve con ellos, a amarrar en su embarcadero tu osadía y tu estoica y paranoica justificación.
No deberíamos dirigir la mirada a ningún lado para limpiar nuestra conciencia. Votarles es perpetuar una razón de Estado inquisitoria, permitir la agonía de un mundo que late con dificultad y, retenlo a fuego en tu memoria, es otorgarles la posibilidad de que sigan maltratando la vida y la esperanza de seres indefensos, de seres sobre los que no deberían tener ni la más mínima autoridad o dominación.
Tú decisión no es un juego de dardos, es una pequeña ruleta rusa, donde sin darte cuenta puedes ser capaz de disparar contra tus propias creencias.
Photo by Joséluis Vázquez Doménech
No les votes, y comenzarás a colaborar en beneficio de una posibilidad de alterar el desorden de este siniestro.
Quiero precisar que a este texto le deberían seguir miles de páginas explicativas aclarando con precisión cómo cientos de partidos y dirigentes han colaborado sin vergüenza alguna en la degradación de nuestras vidas, y que mis reflexiones no se detienen ante este partido. Pero me resulta ineludible remarcar mi deseo de colaborar en la medida de lo posible en constreñir a un partido que de llamarse socialista y obrero pasó en un brevísimo instante de tiempo a encabezar el nuevo colonialismo europeo, y a participar en denigrantes acontecimientos que están sucediendo a lo largo y ancho del planeta. Y por ello, he de pedir a todos sus simpatizantes, militantes y votantes, que hagan lo posible para regenerar su propio espacio, antes de regresar de nuevo a la escena política. Y se me ocurre, que bien podrían ellos también, hacer lo mismo que piden a otros.
01- Arrepentirse de todos los actos cometidos; de las guerras sucias del Estado, de los ultrajes cometidos con sus políticas invasivas, de la instauración de una oligarquía desde la que han fundamentado sus intereses, de la explotación ejercida en la aprehensión de los nuevos mercados, y entre un millón de cosas más, de su exitosa participación en la construcción de las concertinas.
02- Pedir disculpas a todas aquellas personas a las que han engañado y sometido, Y, sobre todo, a aquellas sobre las que han recaído con fuerza las consecuencias de sus temibles decisiones a lo largo de todos los periodos de su gobernanza. Es decir, pedir perdón a sus víctimas.
03- Y por fin, entregar sus armas, todo ese poder por el que han luchado sin pereza alguna y redistribuirlo en cheques-regalo entre la población. Lógicamente, liquidar de sus siglas toda alusión al socialismo y al movimiento obrero, y desmoronar el partido. Pero eso sí, sin olvidar que en su reconstrucción no podrá formar parte de él nadie que hasta ahora haya podido llegar a ser protagonista de esta bella historia.
Por vuestro bien, y el bien de todas las personas que os rodean, deteneros un momento. Tal y como nos quiere hacer ver Bauman, no rehuyamos de las responsabilidades colectivas concentrándonos en nuestra prospección individual y personal.