Poemario Disidente:
(No hay que desarmarse)
Cada vez que subo la persiana al mundo se empañan los cristales. Y supura la tierra y gritan los erizos, y silban los peces y callan los pájaros, y corren las tortugas y saltan los cerdos (sobre todo, saltan los cerdos).
Ahí fuera no huele la lluvia cuando se despeña. Las olas retroceden y lo que llegan son cadáveres. Los expertos se llenan de palabras y vacían nuestras despensas. Se buscan emprendedores que triunfen y así acusar a quienes no lo hacen.
La legalidad es cuestión de poder y nunca de justicia. Se privatiza la política y lo que debía ser de todos pasa a manos de unos pocos. Mueren Galeano y Benedetti y resucitan las mafias y los golpes de estado.
Las dominicanas llegan a Europa a limpiar las casas de los abogados y los portales de los obreros. Y los europeos van a su república a bañarse y masturbarse en sus aguas verdes. Los africanos vienen a saltar las vallas después de cruzar los mares y, al mismo tiempo, los tour-operadores promocionan viajes y colisionan con sus ilusiones.
Cada vez que subo la persiana mi mundo persiste e insiste, para advertir que la poesía es un arma… cargada de presente.
Y mientras, las olas retroceden.