Una de las más lúgubres maniobras de nuestras democracias es convertir la búsqueda de la verdad en delito y, de paso, hacer creer que las reflexiones que emanan de esa búsqueda sean consideradas subversivas o radicales.
Cuando la mujer es «cosa de hombres» el mundo comienza a dejar de ser. La política ha de adaptarse al feminismo tanto como el desierto necesita apagar su sed.
Necesité mucho tiempo para captar esta imagen. Pero sabía que en un momento u otro tendría que venir a calmar su sed. Y yo, ya estaba preparado para beber de ese instante.