Transexualidad
Uno de los primeros artículos de la Declaración de los Derechos Humanos debería comenzar por respetar y facilitar la construcción de la identidad y orientación sexual de las personas, independientemente de su sexo biológico y de sus preferencias e inclinaciones.
Ello con el propósito de contribuir al desarrollo integral y saludable de cada persona, favoreciendo así una vivencia plena y propia de los sentimientos, de las emociones y de los afectos, sin la cual, todos estaríamos anclados a los usos y normas generalizadas, constriñendo la particular expresión de nuestras diferentes identidades.
De nada sirven nuestros supuestos derechos y libertades (sin distinción de raza, color y sexo) si tras ellos conviven las barreras, y esas etiquetas que proclaman lo atípico o desigual como enfermedad o patología a erradicar.
Un porcentaje muy elevado de nuestras posibilidades para conseguir momentos de felicidad y equilibrio vital pasa, sin duda alguna, por la necesaria manifestación y expresión libre de nuestras emociones, por la necesaria armonía entre la elección de género y las características sexuales corporales heredadas al nacer, así como por el consiguiente derecho a poder proclamarlo y compartirlo sin ser juzgado.
Sin esa opción surge una especie de expropiación de los sentimientos, un complejo conflicto personal, que conlleva a arrastrar el dolor y la no aceptación. Y lo que es peor, la vivencia con unas patologías añadidas que nada tienen que ver con la realidad y que incapacitan para la consecución de una vida plena.
No existe enfermedad alguna en esos modos de vivir el sexo y el amor en conflicto con la asignación de un cuerpo equivocado. Lo que hay es tan solo la dificultad de poder traspasar los límites establecidos en nuestro entorno. Una persona transexual necesita de todos los medios que podamos ofrecer para que pueda hacerse real una identificación entre su mente, su cuerpo, su placer, su erotismo, su sexualidad y su vivencia en comunidad. Y para ello, han de facilitarse todas las ayudas, desde las terapias necesarias hasta las operaciones que se tengan a bien realizar, y siempre, de modo gratuito.
Esto no es un capricho (Basta con exponer la cifra de suicidios que se da dentro de este colectivo, un 20% superior a la media). Forma parte de la necesidad de poder convivir con los vínculos afectivos con la misma facilidad que pueden hacerlo todos los demás.
Colaboración para Iniciativa Debate